A 20 años de su muerte: un documental para entender por qué el Cuchi Leguizamón transformó la música argentina

“Ahora que estoy comprendiendo que la felicidad es estar sin saco en Buenos Aires, me voy a imaginar que para el año que viene será andar sin camisa”. Así se presentaba con su habitual desparpajo Gustavo Leguizamón en una de sus primeras apariciones en la Televisión Pública de la mano de Juan Alberto Badía allá por 1984. Una frase que sirve para resumir esa personalidad tan singular del “Cuchi”, en un desembarco tardío aunque largamente merecido para uno de los mayores exponentes de la música argentina.

Autor de verdaderos himnos del cancionero popular como La pomeña, Balderrama y Zamba del carnaval por nombrar sólo algunos, pero sobre todo poseedor de una sensibilidad única que le permitió crear una obra musical que reúne la admirable cualidad de ser considerada sencilla y compleja a la vez, este músico salteño fue, posiblemente, el más influyente y versionado en el folklore argentino. 

Con motivo de cumplirse 20 años de su fallecimiento este domingo, se estrena un documental titulado Gustavo Leguizamón creando la tierra realizado por Claudio Koremblit, justamente principal responsable de ese arribo a la pantalla que se menciona más arriba, ya que por esos años se desempeñaba como productor del emblemático Badía y compañía

El filme de casi dos horas de duración se podrá ver durante todo el domingo en el canal de YouTube Archivo Armusa (el cofre repleto de reliquias que administra Koremblit) y contiene material inédito e invaluable sobre esas presentaciones del músico salteño, así como jugosas entrevistas a músicos cercanos y familiares. De hecho, arranca con imágenes del homenaje que le realizaron en Salta en 2015 cuando se inauguró una escultura de su figura y algunos imperdibles testimonios de tres de sus hijos registrados allí mismo. 

“Si fuera por lo poco que se conoce de su obra, en definitiva tan sólo las 30 canciones emblemáticas, debería decirte que el objetivo es llamar la atención sobre el costado desconocido del Cuchi”, explica Koremblit acerca del sentido del documental.

Luego completa: “Pero no fue sólo eso, no pude eludir las canciones conocidas porque el archivo las contenía, en los años 80 no lo eran tanto así que quise lograr un equilibrio entre esos dos mundos. Y además tratar de descifrar algunos misterios que no constan en un manual de estilo porque el Cuchi no lo dejó, entonces había que indagar en los depositarios de la memoria más íntima”.

Koremblit se refiere por ejemplo, a esa manera única de componer y de interpretar el piano; a su sociedad compositiva con Manuel Castilla o a su máxima creación, el Dúo Salteño con las magistrales voces de Patrio Jiménez y Chacho Echenique, quien tiene una participación clave en el documental. 

Sobre ese homenaje que se planteó en Badía y compañía e incluyó como cantantes a Ángela Irene, Chany Suárez y la cordobesa Liliana Rodríguez, Koremblit recuerda: “Conservo incluso la ficha que le escribí a Juan Alberto con una reseña sobre el Cuchi. Cuando lo vio entrar a Juan Alberto con las partituras de Editorial Lagos que yo le di para que las mostrara y lo escuchó repetir ‘Lloraré, lloraré’, título de la primera editada, lo miró fijo sin responderle y le dijo: ‘¿Qué peinado, eh?’. Al toque le preguntó si sabía que era lo que estaba tocando y se generó un momento algo incómodo. A esa altura no sabíamos si era un bochorno de Juan o un chiste salteño, pero el Cuchi enderezó el volante y le contó la historia de la viudita y todo siguió con su magia habitual”.

Una anécdota que lo pinta tal cual cómo era al Cuchi y que forma parte de un material que de no ser por el productor y realizador quien decidió conservarlo, hoy no estaría entre nosotros. “El canal borraba casi todos esos registros en aquella época”, advierte. 

Cuchi y el piano, su gran aliado. Esta es la imagen que eligió Claudio Koremblit para ilustrar el documental.