Entrevista a Patricia Sosa: “Supe manejar el desapego”

Tiene mucho de desahogo el concierto en streaming que Patricia Sosa ofrecerá este viernes, a las 21.30 y por la plataforma de Ticket Hoy. No sólo porque para llegar él tuvo que sortear las trampas que la pandemia le puso a todos los sectores productivos, sino también porque puso a prueba su tolerancia a la traición de una amiga querida. 

Tal cual, la excantante de La Torre soltará su vozarrón en show formal luego de una cuarentena que mezcló el desdén por el prójimo en Estados Unidos con cuidados intensivos en las cercanías de Capilla del Monte. Y de un serio desencuentro con Valeria Lynch que le puso fin a una relación de 30 años. 


Meditación, cocina y revolución creativa. Los ejes de la cuarentena serrana de Patricia Sosa. (Gentileza Prensa Patricia Sosa)

“Por suerte, tengo los elementos para sobreponerme. La meditación me ayuda a sanar todo”, le dice a VOS la solista de expresión portentosa, que pasó del hard rock a la canción romántica con la misma naturalidad con la que se paró ante la prepotencia machista del  rock argentino de los ’80. 

-Pasaste la cuarentena nuestras sierras. ¿Cómo llegaste hasta ahí?

-A comienzos de marzo, con Oscar (Mediavilla, su esposo y excompañero de La Torre) estábamos en Estados Unidos. Cuando el presidente dijo que los que estaban en el exterior tenían que hacer una cuarentena, nos volvimos lo más rápido que pudimos. En el check in te preguntaban dónde ibas a estar alojado, y como yo tengo dirección en Córdoba, puse la de mi casa allá. No quería venir a Buenos Aires por el hecho de que mi mamá, con la que vivo, tiene 90 años… La quería aislar. Veníamos de un país donde todo era muy viva la pepa. Nadie se cuidaba y me daba miedo. Mi hija nos dejó el auto en Ezeiza y, de ahí, nos fuimos para Córdoba sin bajar en ningún lado. Oscar hizo pis a orillas de la vieja Ruta 9. 

-Supongo que estaban agotados. 

-Totalmente agotados. Llegamos 8 días antes de que comenzará la cuarentena obligatoria. Lloré dos días seguidos después de llegar. ¡Tenía una angustia! Porque habíamos vivido una situación estresante. En Estados Unidos nadie se cuidaba, no había distanciamiento y nadie usaba barbijo. Sólo nosotros tomábamos consciencia. Nos suspendieron dos veces los vuelos porque American Airlines les daba prioridad a los que habían comprado el pasaje, mientras que nosotros lo habíamos canjeado por millas. Por eso compramos en Aerolíneas y, supongo, fuimos los últimos en entrar en ese vuelo. Pero bueno, yo tengo los elementos como para poder salir de la depresión y de la tristeza. Soy meditadora desde hace muchos años. Me puse a trabajar en mí y salí. A partir de ahí, nos quedamos en un lugar precioso, en el medio de la montaña. En un lugar blanco que no estaba contaminado, a 4 kilómetros y medio del pueblo. Los primeros días ni salíamos, le pedíamos qué comprar a una vecina y ella nos lo traía. 

-¿Capitalizaste el tiempo libre en términos creativo?

-En los 4 y meses y medio que estuve ahí, compuse 20 canciones, escribí una obra de teatro (que ya presenté en un concurso en el Teatro Cervantes) e hice videos. También concreté muchas colaboraciones con otros músicos: Los Tekis, el Chaqueño Palavecino, Destino San Javier y Karen Nisnik. Karen es una cantante litúrgica de los templos judíos con la que tengo el proyecto Entrelazadas, en el que hacemos canciones en hebreo y en castellano con un mensaje de unidad y de paz. Hice un video con una oración por la sanación del mundo. Además, grabé un video con mis profesores del Templo de la Voz (su centro cultural porteño y escuela de canto). Me la pasé haciendo. Y también cocinando, algo que no hacía tan seguido.

-¿Sos buena en ese aspecto?

-Sí, sí, yo cocino muy bien. El problema es que soy vegetariana…

-Sí, lo dejaste en claro en el programa de Mirtha, e hiciste una revelación que incluía extraterrestres.  

-El que lo quiere creer, que lo crea. El que no, problema suyo. El tema con cocinar es que tuve que ceder y cocinarle carne a Oscar. Fue lo único que me costó un poco. 

-Es decir que no sos vegetariana dogmática. No tenés problemas de que se coma carne en tu misma mesa. No sos Morrissey, que no actúa si hay parrillas cercanas. 

-No, para nada. Puedo estar en un asado disfrutando de la charla con todos, no tengo problemas. 

-¿Cómo redundó física y espiritualmente tu decisión de no comer carne? ¿Te ha elevado?

-Durante muchos años, me levantaba cansada. Y pensaba “puede ser la edad”. Qué se yo, una va creciendo y hay que asumirlo. Pero  desde que dejé de comer carne me cambió la energía absolutamente. Me levanto con pilas. Eso pasó a los seis meses. No fue que dejé de comer churrasco de un día para el otro y la cosa se levantó. Se ve que el cuerpo hizo un proceso de depuración. 


Patricia Sosa ofrecerá su show en streaming con banda completa y desde su centro cultural. (Gentileza Prensa Patricia Sosa)

-Ustedes, los músicos profesionales, tienen el hábito de hacer clips, de trabajar la cuestión audiovisual. Pero su experiencia natural es completarse con el show en vivo frente a un público. Dicho esto, ¿qué onda con actuar para una transmisión en streaming?

-En realidad, tengo mucha ilusión. Porque soy una ilusa. Voy a hacer un espectáculo sin público presencial y, tal como decís, no es natural. Estaría bueno explicar qué es un streaming porque mucha gente me lo pregunta. Entonces, digo que cualquiera que tenga un dispositivo que se pueda conectar a Internet, ya sea un teléfono, una tablet o una computadora, se mete a la plataforma Ticket Hoy y compra la entrada. Te van a pedir una serie de datos porque a la entrada te la mandan por mail. Es eso. Pero estoy muy ilusionada, preparamos una cosa muy especial. Lo haré en el Templo de la Voz porque sus dimensiones son muy grandes y puedo llevar a la banda completa. En un espacio más reducido, el protocolo no me lo hubiera permitido. Tenés que tener una cantidad de metros cuadrados por persona. Somos 18 trabajando. ¡Están todos tan contento! Hace 5 meses que nadie trabaja.

-Hay que auxiliar a los compañeros. 

-Es la gente que te acompaña siempre… Nosotros, las figuras entre comillas, tuvimos la posibilidad de un ahorro, pudimos lidiar con esto, bajando una pretensión de vida (y te das cuenta de que podés vivir con menos), pero hay un resto que no. En nuestro sector somos 5.000 personas las afectadas. Dependen de la música y de las figuras. Cuando planteamos lo del streaming, lo podría haber hecho en Córdoba tranquilamente. Con un pianista o con Oscar, que toca la viola. “¿Pero cómo? ¿Y, la banda?”, me pregunté. Estamos en pandemia, no tenemos nada que hacer… Entonces, ¿cómo no voy a tocar con la banda si tengo la oportunidad y los medios para hacerlo? 

-¿Tu enfrentamiento con Valeria Lynch no es promoción para el streaming?

-No, para nada. Me causó mucho dolor. 

-¿Qué pasó?

-Algo muy simple. Hace dos meses, me reservé con la ticketera el 7 de agosto. Y reservé esa fecha porque es el Día de San Cayetano, del cual soy muy devota. ¡Dos meses! Dos meses que vengo haciendo prensa, pensando, diseñando, activando. Hacer prensa es bastante pesado, no le podés decir que no a los medios que siempre te apoyaron. Y es necesario para la difusión, además. El 1 era el streaming de Valeria. Compré la entrada, como compro para todos mis colegas. Todos nos compramos las entradas para vernos. Es una buena para bancarnos. Es un gesto. Y aparte, las entradas son baratas. Le mando temprano un mensaje a Valeria. “Suerte para esta noche”. Mi amiga y mi vecina, eh, desde hace 30 años. Y me dispongo con mi mamá y mi marido, pizza mediante, a ver el espectáculo. Y Valeria no salía, no salía… Apareció un rato y se cortó. Ella es gente con la que hemos pasado cumpleaños, fiestas de 15 de la nena… “¿Pero qué puede estar pasando?”, pensamos. Oscar llamó a la ticketera para ver qué pasaba si podía colaborar con algo. La cuestión es que deciden suspenderlo. 

-¿Entonces?

-Me voy a dormir angustiada, pero sin llamar a Valeria porque, suponía, debía tener un estrés terrible, Y al otro día, tengo mensajes de amigos que me dicen “che, saqué entradas para las dos, ¿cómo hago?” Entonces, leo que Valeria anuncia su streaming para el mismo día y a la misma hora que yo. Me llama ella: “Mirá Patri, tuve que poner el mismo día que vos porque la ticketera me lo ofreció y porque no tengo otro disponible”. ¿Qué tenía que hacer? ¿Una gira continental? ¡Si el mundo está parado! Le mando un mensaje y le digo “Mirá, Valeria, te quiero explicar algo. Me perjudicás muchísimo, tengo a 18 personas trabajando”. Por otro lado, la última semana es la de la venta. Y toda mi promoción había estado encauzada para el 7 de agosto, Me contestó “Bueno, voy a ver de qué manera podemos salir beneficiadas las dos”. Esperé, esperé, esperé… Oscar llamó a la ticketera y dijo “Chicos, ojo que tenemos entradas vendidas y muchas son en simultáneo”. Finalmente contestaron “la artista es intransigente, no se mueve de la nueva fecha ni del horario”. 

Se esfumó el beneficio mutuo. 

-Exacto. Por eso respiré hondo y le mandé el siguiente audio: “Mirá Valeria, me corro, reprogramar no me causa ningún problema porque no se me cae la corona, quedate con la fecha, que seas muy feliz, que Dios te bendiga, yo llegué hasta aquí”. Vi que me estaba contestando, pero la bloqueé igual. Bajé la persiana. Hace muchos años que le pongo mucho amor a esta relación y ahora me di cuenta de que era yo sola, Hice un deja vu de muchas situaciones, me di cuenta de que sólo yo ponía todo. 

-¿No intentó poner paños fríos por otra vía?

-Bloqueada por mí, Vale le mandó un mensaje a Oscar diciéndole “Qué lástima que Patri siempre quiera tener razón”. Pero Oscar le contestó “Pero en este caso tampoco la tenés vos. Tu actitud es feísima, así que también te bloqueo”. Pero como te dije, tengo los recursos necesarios para limpiarme de todo esto. Medité toda la semana, pude manejar el desapego, lo que no es fácil cuando alguien quiere a alguien. Estoy en ese proceso. 

-Una última a propósito del “Cantando 2020” y su subyacente mensaje de que cualquiera puede cantar. ¿Cómo ves eso en cuanto a vocalista técnica que tiende a la perfección?

-En el Templo de la Voz, el primer lema que tenemos es “somos portadores del único instrumento que no creó el hombre, lo disfrutemos”. A partir de ahí, todo lo demás. Un día escuché a una alumna cantar mal, la escuchaba de afuera, mientras ella estaba con otro profesor. Cantaba mal y el profe no la corregía. Cuando terminó, le pregunte al profe por qué no la había corregido y me dijo “si hubieras visto cómo se transportaba con los ojos y lo feliz que era mientras cantaba…” Ponemos en una balanza la felicidad y la perfección, pero tendemos que todo se incline para lo primero. Cualquiera puede cantar siempre y cuando lo haga feliz. Ahora si querés ser profesional, dependerá del público. De si le dan los oídos o no. 

-¿Te gustan los cantantes profesionales imperfectos?

-Muchísimo. Me gusta El Cigala. Me gusta Alejandro Sanz, que lo escuchás y decís “ay, se le rompe la cuerda”… Me ponen la piel de gallina. Me gusta Bob Dylan… No me interesa el Do de pecho, no me mueve un pelo. Me gusta lo imperfecto, muchísimo. Para el resto están las máquinas.

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Patricia Sosa optimizó el tiempo de cuarentena en nuestras sierras. (Gentileza Prensa Patricia Sosa)