Falleció el folklorista Omar Moreno Palacios
El folklorista Omar Moreno Palacios falleció en la madrugada de este miércoles a los 82 años de edad.
La noticia la dio su hija Rocío Moreno, en el perfil oficial de Facebook del cantor.
“Hace apenas dos horas casi, ya no calculo el tiempo, falleció Omar. Omar Ramón Moreno, ese es su nombre. Eligió ponerse el apellido de su mamá para que sea su nombre artístico, que fue y será siempre Omar Moreno Palacios”, escribió.
“Mi papá, mi ídolo, por qué no, mi compañero de charlas, de encuentros, de guitarreadas, de amor de padre que fue, quizás, lo mejor que hizo, después de haber compuesto y escrito las más hermosas canciones. El mejor papá del mundo”, añadió.
Nacido en Chascomús, Omar Moreno Palacios se ha convertido en uno de los principales exponentes de las cifras, las milongas y los estilos sureños.
En su carrera de más de cinco décadas ininterrumpidas, grabó alrededor de 10 discos (Provincia de Buenos Aires, Te dije la verdad, Buen rumbo, Museo de barro, Trovador surero, Cantos niños para gente grande, entre otros) y estuvo presente en los festivales más importantes del folklore nacional. Entre ellos, claro, el Festival Nacional de Folklore de Cosquín.
“Nos decía antes de dormirnos `Te quiero hasta arriba del techo del cielo’ y se lo teníamos que repetir. Hoy te lo grito con todo mi corazón ‘Te quiero Pa, hasta arriba del techo del cielo’”, cerró la hija del creador.
Si bien nació en Chascomús, a los 18 años se estableció en Montevideo, ciudad de sus dos abuelos, materno y paterno. Allí se dio a conocer como cantor.
“Desde el ´56 vengo actuando como profesional. Me había ido al Uruguay por una semana, pero me quedé tres años, malcriado por las mujeres. Digo, mi mamá y mis hermanas, porque yo era el más chico de la casa. Allí conocí a Osiris Rodríguez Castillos, cuando él tenía 28 años. Yo conservaba un borrador de su poema El forastero”, reconstruyó el folklorista en diálogo con René Vargas Vera, periodista de La Nación.
Tras debutar en Radio Carve y compartir escena con Charlo y Sabina Olmos, este guitarrista y cantor actuó en Radio El Espectador, donde oficiaba de locutor un jovencito Alfredo Zitarrosa, que todavía no se había largado a cantar.
“Después llegó la colimba. La hice en la Marina, en Mar del Plata. Allí conocí a un amigo de Gardel, que él había bautizado como El Indio”, le recordó a Vargas Vera.
“Mi casa era de puertas abiertas. Papá cantaba y recibía a cantores, guitarristas y bailarines. Era lindo. Por eso, recordando aquello, le dediqué una canción al patio de tierra”, aportó Moreno Palacios en ese mismo diálogo, en el que precisó que su debut fue el 10 de noviembre de 1946, en Lezama.
“Era la época de gloria de Antonio Tormo y del Cuarteto Santa Ana, Isaco Abitbol, Montiel. En el pueblo no había televisión. Pero ya se empezaba a escuchar por radio a don Eduardo Falú y ya se conocía a Abel Fleury. A partir de 1956 empecé a recorrer radios y escenarios desde Castelli, donde me había instalado”, puntualizó.
“¿Se sabía del canto de la pampa como del folklore del Noroeste?”, quiso saber Vargas Vera. Y Moreno Palacios contestó: “Yo y esa música estábamos patoteados por la indiferencia. Yo ya llevaba 12 años de profesional en 1968. Y cuando me presenté en una grabadora me dijeron: ‘Lo suyo es muy bueno, pero no vende’”.
“Hasta que un día, actuando en la peña El Hormiguero, me fue a escuchar Oscar López Ruiz, que estaba en Trova. Me invitaron a grabar en ese sello que había apostado a la vanguardia. Alfredo Radoszinsky me dijo algo importante: ‘Lo bueno también vende’. Y me acompañó la suerte, porque el peruano Guerrero Marthineitz me difundía a rajatabla por radio”, amplió.
“Yo soy cantautor –se definió-. Y escribí varios temas con Pedro Boloqui y un par de cosas con Omar Mendielle. El resto es mío. En la música acudo a todos los ritmos pampeanos: huella, cifra, triunfo, estilo, milonga, gato, mazurca, polca, shotis”.
“Y mis temas poéticos son el campo en todos sus aspectos: los trabajos rurales, los caballos, el maestro rural, los potreros, las parvas, los soles, la mujer, el truco de los domingos…, con todos los giros idiomáticos de la gente de la pampa. Canto y cuento cosas con historias, divertidas o tristes”, cerró de modo categórico, como para que no queden dudas del perfil ni del valor de su legado.