Pappo y Charly, una relación que pasó del odio al amor en Cosquín Rock
“¿Qué hacés? ¿Por qué estábamos peleados nosotros?” “No sé”. “¿Querés tocar conmigo?” “Bueno, dale”.
Según testigos presenciales, ese fue el diálogo que mantuvieron Pappo y Charly García en el predio de Cosquín Rock el sábado 5 de febrero de 2005, un rato antes de que en el escenario principal se corporice una nueva encarnación de Pappo’s Blues.
Seco y corto, con cejas enarcadas y tensión en el ambiente. Así fue el intercambio que terminó definitivamente con años de fuego cruzado entre estos dos creadores fundamentales del rock en español.
Y que se convirtió en antesala de una colaboración en escena que, en los próximos meses, llegará a plataformas en formato de disco en vivo.
Tal cual, tras varios años de dispersión de quienes debían firmar, el sello argentino Pop Art publicará el show en vivo que Pappo’s Blues ofreció en el Cosquín Rock 2005, con Charly García de invitado en tres temas.
El mes que viene saldrá Sucio y desprolijo como corte de difusión, aunque en la opinión del técnico de grabación Álvaro Villagra, guardián del material, lo mejor del choque artístico entre los astros se da en Desconfío.
“Es impresionante lo que suenan ahí. Y pensar que el encuentro se produjo en el penúltimo show de Pappo…”, le dice a VOS el mismo Villagra, tomado por la emoción y en referencia a un dato duro tristísimo.
Porque, efectivamente, aquella presentación antecedió a la del miércoles 23 de febrero de 2005, en el Festival Los Pueblos de San Luis Cantan en el Río Quinto.
Dos días después, se produjo el accidente vial en el que Pappo perdió la vida.
“A ese Cosquín Rock lo fue a grabar Gonzalo, mi hermano que es bajista de Los Natas. Grabó a todas las bandas del evento y salieron muy pocas cosas a la luz. Está grabado en multipista, todo bien. En aquella época lo arranqué como para publicarlo. Lo mezclé… Pero por eso de que nunca se ponen de acuerdo en nada, quedó ahí”, revisa Villagra.
E inmediatamente exalta su propia determinación para terminar con tanto cuelgue: “En 2020 estuve todo el tiempo rompiendo las pelotas a todo el mundo. Agarré a uno por uno. A Luciano (Napolitano, hijo y heredero de Pappo), al Bolsa (González, batería), a Yulie (Ruth, bajista), a Botafogo (Vilanova, guitarrista invitado), a Nico Raffetta (tecladista), a Palazzo (José, organizador de Cosquín Rock), a Alberto Moles (titular de Pop Art). ‘Saquémoslo, saquémoslo’, insistí y logré las firmas en los papeles indicados”.
La misión de contactar a García para que autorice la publicación de una obra en la que participa le correspondió a José Palazzo. “Contacté a Charly apenas me pusieron al tanto de la posibilidad del disco. Y no tuvo ningún problema en firmar”, asegura el productor cordobés, quien a su vez recuerda que aquella edición del festival tuvo transmisión exclusiva de Telefé.
“Por eso suena todo alevoso –añade Palazzo–. Gonzalo Villagra había llevado una consola con ese fin. Y si a eso le sumás la muñeca del mismo Álvaro para las cuestiones vinculadas a la posproducción, no hay lugar para otra cosa que no sea alucinante”.
Se viene un disco en vivo de pappo, en @Cosquin_Rock 2005 ., es una bomba ., Alvaro Villagra lo amaso y pulió el diamante ., y tiene invitados históricos como charly ., muchas historias detrás de esa noche mágica .
— jose palazzo (@josedpalazzo) January 29, 2021
“Las tres canciones se pactaron en un segundo, en un cruce que se dio en un camarín. Tené en cuenta que ellos no se hablaban, y que Charly había tocado el día anterior seis horas más tarde de lo pactado. Fue esa vez que llegó en contramano por la autopista. El día después de todo ese delirio, Charly llegó en un remis al festival. Me avisan de la guardia ‘Está Charly en un remis’, lo voy a buscar y me larga ‘Pagalo’. Tenía un sombrero de paja que, tras ese show, medio que se volvió icónico”, cierra Palazzo con la intención dar “contexto”.
O detalles que también pueden rastrearse en el libro García, 15 años de entrevistas con Charly (1992 – 2007). En esa edición de Vademécum hay una crónica del periodista Daniel Riera, que acompañó a un incontenible míster Say No More en el citado remis rumbo a la Comuna San Roque.
Según Riera, Charly se quedó en un día más en un cinco estrellas cordobés porque Palazzo no le consiguió un avión privado para volverse a Buenos Aires (“Le metí 30 mil personas, que se ponga las pilas, me lo gané”).
El texto también revela que fue en el lobby de ese hotel que le avisaron que León Gieco y Pappo lo estaban buscando para que toque en sus respectivas presentaciones en Cosquín Rock. “Con León, todo bien; y con Pappo, que me lo pida de rodillas”, dice Riera que dijo Charly.
Una a favor
La demora en la revelación de Pappo’s Blues en Cosquín Rock sólo tiene un aspecto positivo. “Si bien pude mezclar el material apenas dispuse de él, ahora tengo fierros para conseguir un mejor audio”, precisa Villagra, el ingeniero que grabó, produjo y tiró polvos mágicos en varios discos del Carpo. Dos de Riff (Que sea rock, 1997; y Zona de nadie, 1992) y otros cinco entre solistas y obras de Pappo’s Blues (Buscando un amor, 2003; Pappo y amigos, 2000; Pappo’s Blues Volumen 8, Caso cerrado, 1995; Pappo sigue vivo, 1994; y Blues local, 1992).
“Más allá de esos trabajos, tuve un vínculo casi familiar con Pappo –suma Villagra–. Por mi papá, fundamentalmente, que se dedicaba a lo mismo que yo y grabó discos con La Pesada. Además, le gusta lo mismo que al Carlos y a los Riff: motos, autos, lanchas, tirar con armas, comer, chupar…”
-¿Sentís que tenés la obligación moral y artística de publicar este material?
-Antes de tenerlo en el estudio… Documentos de este tipo tienen que salir a la luz. Imaginate que del mismo Cosquín Rock tengo los shows de Charly y de Spinetta. Y otros tantos más, como uno de los últimos de Catupecu con Gaby (Ruíz Díaz) en el bajo. Días atrás vino a Fernando (Ruiz Díaz) con Vanthra y lo puse al tanto.
Ahora bien, ¿por qué se habían peleado Pappo y Charly?
En cuanto ladero de blues cósmico del ala fundacional del rock nacional, Pappo sintió que los Sui Generis eran unos “pelotuditos con una flauta y una guitarra acústica” que venían a “ablandar la milanesa”.
Y más adelante, ya con García perfilado como estrella máxima del movimiento al frente de Serú Girán, el Carpo fundó Riff tanto para airear su gusto por el rock duro como para “armar un frente para eliminar a los tontos”. Los tontos para el Pappo de cuero y tachas: aquellos pomposos que se vanagloriaban de su virtuosismo y que no bajaban a tierra.
Charly bancó la mala vibra sin reaccionar. Y así fue hasta 1997, cuando se burló de la participación de Pappo en Carola Casini, una tira de Pol-Ka en la que interpretaba a un corredor hermano de Araceli González. Enrique se llamaba el personaje. “Vos seguí con lo tuyo, que es la novela. Cuando practiques bien la guitarra y te salga algo más o menos como a mí, vení que te puedo dar unas clases, pendejo”, disparó García, en aquel tiempo atravesado totalmente por el concepto Say No More.
De hecho, hacía apenas un año que había publicado el disco con ese título, que presagiaba su etapa más endemoniada, la de “la entrada es gratis y la salida, vemos”; la de “la vanguardia es lo que hay”.
Pappo y Charly, entonces, fueron extremos irreconciliables del rock, por más que tuvieran almas en común con las que vibrar (las de David Lebón, Luis Alberto Spinetta y Alejandro Medina, entre ellas).
Juanse fue quien intervino para que haya algo de paz entre estos dos temperamentos tan volátiles. Entre el bluesman de La Paternal que se preguntó Adónde está la libertad y el pianista aristócrata de finos modos expresivos que instó a mamarla (a la libertad, claro) en Inconsciente colectivo.
Mientras el líder de Ratones Paranoicos trabajaba pacientemente en un acercamiento, los astros zaparon en el Roxy con Alejandro Medina y levantó un poco de temperatura la Guerra Fría entre ellos.
Sin embargo, nada de eso se notó en el MTV Unplugged de Ratones, el antecedente discográfico de una comunión entre Pappo y Charly.
Miami y chicanas
En un desopilante vivo de Instagram con Andrés Ciro Martínez, Juanse ofreció detalles de esa reunión. “Nuestro MTV Unplugged, fue muy groso, una súper producción. Joe Blaney de productor, bancado todo desde Estados Unidos. Ya teníamos cerrado todo, pero se me ocurrió juntarlos a los dos. Me pareció que iba a impactar. La primera vez que ellos iban a estar juntos haciendo algo en un alto nivel. Los mandé a buscar por separado, eso sí”, le contó Juanse al excantante de Los Piojos.
“Se odiaban –ratificó-, pero les gustó ir a Miami… Porque, imaginate: gran producción, 15 días en un hotel increíble… Un hotel del cual Charly se mudaba todo el tiempo, nunca lo encontrábamos… Un escándalo”.
“Pappo llegó, se fue a la habitación y, salvo que se movía en slips celestes y pantuflas que le hacían bajar de peso, hizo todo normal. El otro llegó y te imaginarás… Desapareció unas horas, tuvimos que llamar al conserje, a los bomberos, a la policía… Al final estaba durmiendo adentro del armario. Volteamos la puerta porque hacía dos días que no aparecía. Entré (a la habitación) primero y había un diario flotando en la bañera y un patito. ‘Abran todo’, dijo un cana. Y cuando abrimos, estaba adentro del armario con una almohada. Entre el aparador y él, había un whisky servido”, amplió el “líder especial” de Ratones Paranoicos.
“Llegó el día del show y allá no es joda. Se prueba y se ensaya con horarios pautados. Por eso me quedé a cargo de Charly. Fuimos al set en una (limo) Lincoln por Ocean Drive y pasamos por una parte céntrica. ‘Stop here, please’, le dijo al chófer y se bajó. Volvió con un teclado de Barbie, sí la muñeca, que desarmó y rearmó en menos de 15 minutos. Luego lo programó y ¡¡¡la usó en el show!!!”.
Todo este relato viene a cuento de que el bendito teclado encendió otro chispazo entre Pappo y García.
Sigue Juanse: “Charly estaba atrás como una luminaria, con un piano de cuarto de cola. Y Pappo más a nuestra altura. Se empezaron a pelear en público en los momentos en que se podía cortar para agregar algunos detalles de edición. ‘Pará, ¿no podés parar un poco? Es un acústico, no es un show de Rick Wakeman’, largó el Carpo”.
“En otro momento, Charly quiso hacer un cambio porque ya había programado el teclado de Barbie; entonces, Pappo para el show entre el murmullo de la gente y dice ‘Escuchame, estos tonos son muy complicados’. Y Charly le tira ‘hubieras estudiado música’. Medio que todos se pusieron a favor de Charly, y el Carpo quedó afectado. Después traté de equilibrar. Vino un set de temas rocanroleros en los que él se re lució en la viola”.
A pesar de que el testimonio de Juanse sugiere un “todo mal” total, a partir del MTV Unplugged de Ratones se produjo el bendito acercamiento. Es más, hasta hay una leyenda nunca confirmada del todo que cuenta que Pappo y Charly “sacaron a pasear” a Evan Dando, de Lemonheads, por la noche de Buenos Aires y que el rockero norteamericano quedó espantado.
Por otro lado, la prensa publicó declaraciones en tono conciliador.
Va una de Pappo, a modo de ejemplo: “Coincidimos en el unplugged de los Ratones, ahí tuve mi primer contacto con Charly. Me parece una persona fenomenal. Lo que pasa que yo dije que no me gustaba Sui Generis. Pero nada más. Es una opinión. No lo dije con mala onda. Charly es un invitado siempre, no hay ningún drama con nadie. No somos vedettes, somos músicos. Y con él está todo muy bien”.
García mantuvo la buena vibra con Pappo incluso después de enterarse de que este había golpeado en un bar a Lucas Martí, compañero de su hijo Migue en A Tirador Láser.
Lo ratificó apenas se enteró del fallecimiento de Pappo: “La verdad es que me puso muy mal, muy triste. Yo estaba un poco resentido con él porque le había pegado a un compañero de banda de mi hijo, pero en su momento le pedí explicaciones y me dijo que esa noche estaba un poco borracho, me pidió disculpas y lo entendí”.
“Él ya me había invitado a tocar, incluso una vez tocamos juntos en un show a beneficio de una chica que tenía Sida. Realmente creo que era uno de los grandes en el rock argentino, y que su pérdida se va a sentir mucho. Se lo va a extrañar mucho. Más allá de esas peleas mediáticas, había un respeto y un afecto mutuo”, cerró García, certificando que esta es una historia que recorrió un camino contrario al convencional.