Adiós a César Isella, un cantor en sintonía con su tiempo
César Isella, uno de los artistas más influyentes de nuestra música popular, falleció este jueves, tras sufrir complicaciones cardiorrespiratorias. Tenía 82 años.
Su legado tiene un valor incalculable, por cuanto fue autor de la música de Canción con todos, el himno latinoamericanista más potente del siglo pasado, y miembro de Los Fronterizos, agrupación folklórica seminal del folklore salteño que, entre otras cosas, participó en la grabación de La Misa Criolla.
En rigor, Isella llevó la voz líder en la versión original de la suprema obra de Ariel Ramírez, finalmente publicada en 1965.
“Tengo la suerte de viajar por todo el mundo, no por mi condición de cantor, de intérprete, sino sobre todo por ser autor y compositor. La obra nos supera a nosotros mismos”, le dijo a VOS este creador incansable, que también ostenta una victoria más contemporánea en el certamen folklórico del Festival Internacional de la Canción de Viña del Mar, en 2010.
El título de la pieza con la que obtuvo ese reconocimiento dice mucho acerca de su vida: El cantar es andar.
Otro aspecto saliente de la vida artística de César Isella fue su adhesión sin reservas a los preceptos del Movimiento del Nuevo Cancionero, creado en Mendoza en 1963 por Mercedes Sosa, Armando Tejada Gómez, Manuel Oscar Matus, Eduardo Aragón, Tito Francia y Juan Carlos Sedero, entre otros.
Isella no participó en los primeros movimientos de esta refundación musical y literaria, pero en 1969 aportó Canción con todos en combustión creativa con Tejada Gómez.
“Me alegra que esa canción haya prendido… Es muy bella la trascendencia de nuestra canción, a más de 40 años. Tiene que ver con la vivencia de la gente. Los artistas tenían la visión de contar las cosas de la gente. En todas las disciplinas, no somos nada sin la gente. Canción con todos se convirtió por sí misma en ese himno y hoy se enseña en las escuelas primarias de toda Latinoamérica. La canté con todo el mundo y Mercedes (Sosa) fue un emblema, una bandera muy importante para que eso sucediera”, recordó en otra entrevista con VOS, ofrecida en la edición 2012 de Jesús María. O en la que sería su última intervención “festivalera”.
Entre la génesis del Nuevo Cancionero y la composición de su tema más trascendente, César Isella se convirtió en solista (abandonó “Los Fronte” en 1966) y jugó un papel fundamental en los primeros años del Festival Nacional de Folklore de Cosquín.
En Cosquín
“Mi debut en Cosquín fue en 1963. El festival se hacía en la calle, tenía dos años y nosotros ya éramos Los Fronterizos. Nos invitaron a tocar y cuando les dijimos lo que cobrábamos se miraron entre ellos y nos dimos cuenta. Ese año tocamos gratis. Después ya no”, recordó en otra entrevista con VOS.
“(Jorge) Cafrune la encontró a esta chica Mercedes Sosa en la confitería La Europea y la llevó al escenario de Cosquín. En mi peña del año ’67, una noche estaba cantando un changuito hermoso, con una voz preciosa. Vinieron del festival a preguntar por el negrito. Se llamaba Víctor, nadie le sabía el apellido. Estaba de mochilero con un amigo y dormía en una obra en construcción. Ese año Víctor Heredia fue revelación. Hay muchas historias así y no sé si se van a repetir. Detrás del escenario estaban los poetas escribiendo las glosas que, después, (Julio) Maharbiz las decía horrible. Pero eran letras fabulosas. Las canciones tenían historias, muchas reales”, amplió.
Como cantante, la amalgama justa entre enjundia y sentimiento; como creador, la imperiosa necesidad de encontrar la libertad por vía de la solidaridad. Así puede resumirse el peso artístico-ideológico del legado de César Isella.
En aquella conversación de 2012 dejó textuales que fortalecen esta impresión: “Estoy viviendo las realidades que hemos soñado. Salvador Allende fue asesinado por el imperialismo y esa experiencia del socialismo con el voto no había existido nunca. No estaba cerca de la experiencia del Che, ni con la realidad de hoy en Cuba. 50 años es demasiado tiempo y me da pena que el pueblo cubano no haga avances acordes con la realidad del resto del mundo”.
“Siempre voy a Cuba a tocar gratis, a colaborar con la Revolución, pero ya está bien, no hay más pretexto –amplió–. El mundo está haciendo cambios, hay una nueva era y hay que adaptarse. No estoy muy conforme con algunos de los que presiden convocándose como hombres progresistas… Chávez, Correa me caen pesados. Más que nada, por aquellos hombres que lucharon contra la dictadura. Es lamentable lo que hizo Daniel Ortega en la última elección en Nicaragua, con un pueblo pobre, una experiencia política horrible y la misma actitud de los dictadores que combatíamos. Por otro lado, están Lula, Lagos, Mujica, Bachelet, nuestro país también. Son fiestas de la democracia que podemos construir”.
A Isella lo sobreviven sus hijos, uno de los cuales eligió Córdoba como lugar de residencia. De ahí sus permanentes visitas a nuestra ciudad. “En mis comienzos, Córdoba era un faro al que la mayoría de los músicos salteños de entonces queríamos llegar. Después, hubo recitales memorables, como algunos en el teatro Griego, que compartimos con Tejada Gómez”, recordó.
“No eran días fáciles –completó–. Como cuando Córdoba estaba intervenida. Después, vino la dictadura y hubo que partir. Por eso, digo que ya no subo más a un escenario a sufrir; ahora subo a disfrutar. Hace 30 años que tenemos esta democracia y ojalá nos dure mucho tiempo”.
Con Soledad
También en Córdoba (más precisamente en Cosquín) se puso de manifiesto el olfato de César Isella para mantener al folklore en la centralidad de la música argentina. Fue a fines de la década de 1990 cuando se convirtió en representante artístico de Soledad, por entonces convertida en “niña sensación” del género gracias a un carisma galopante y a conciertos vertiginosos de ponchos revoleados.
El vínculo entre el salteño y la santafesina duraría varios años, aunque no por el tiempo acordado en un primer contrato, ya que “la Sole” decidió cortarse por las suyas.
Eso sumió a las partes en una extensa disputa legal, que finalmente concluiría en 2011. “Gané un juicio que duró demasiado –dijo Isella a VOS–. Ella no cumplió y no tuve otra opción que hacer el juicio, después de un montón de rondas de mimos y de tratar de buscarle la vuelta”.
“Después de siete años maravillosos para todos. Creo que la fama trae muchos murmullos a la oreja. Deseo que siga su éxito, su felicidad con su familia. Pero ahí quedó. Yo ya me gasté la plata. Cinco jueces tuvieron que decirle que tenía que pagarme”, apuntó por entonces Isella, al mismo tiempo que confesó que seguía componiendo.
“Ahora me ocupa lo que está pasando en los países árabes, que va a cambiar mucho el panorama internacional. Hay muchos personajes ahí, algunos de ellos se preocupaban cuando aquí mataban chicos, obreros. Estoy escribiendo sobre ellos”, finalizó Isella con la retórica firme y altiva que se le conocía.