Comentario del último disco de Paul McCartney: La cuarentena más creativa del mundo

¿Edad de riesgo? ¿Qué es eso? Pobrecito el coronavirus, Covid – 19 o la nomenclatura viral que se elija si pensó que podía neutralizar los impulsos expresivos de uno de los máximos talentos en la historia de la música popular. Más precisamente los de un Paul McCartney que, a sus 78 años, trocó enésima gira global por un disco hogareño tan vital como experimental y enrarecido con el que decidió cerrar la trilogía iniciada por McCartney (1970) y McCartney II (1980). 

Pero si aquellas obras reaccionaban a su modo contra las separaciones de The Beatles (a la grandilocuencia y al duelo de egos le opuso intimismo pastoral) y de Wings (a la simbiosis amorosa – creativa con Linda le opuso toques de vanguardia lindantes con la electrónica), este McCartney III tiene un espíritu abierto que busca escrutar el mundo (el propio, el que bulle allá afuera) alternando certezas con dudas. O filosofando sobre la plenitud, el miedo y los fundamentos del amor hasta llegar a la conclusión de que no queda otra que disfrutar el presente, tal cual lo plantea en Seize the Day

“Cuando lleguen los días fríos y las viejas costumbres se desvanezcan/ No habrá más sol, y vamos a haber deseado hacer durar el día/ Aprovechá el día”, se le oye a Paul en una canción de medio tiempo que resuena a estándar compositivo personalísimo.

Pero McCartney III no sugiere sosiego de movida. Más bien todo lo contrario, ya que comienza con algo aproximado a un funk celta casi instrumental. 

Se titula Long Tailed Winter Bird y tira por la cabeza una sensación de organicidad (y de pesadez) totalmente complementaria a la información promocional previa al lanzamiento. “Grabado a principios de este año durante el aislamiento en Sussex, McCartney III está construido principalmente a partir de tomas en vivo de Paul en voz y guitarra o piano; sobre esa base se grabaron el bajo, la batería, etcétera”, fue el texto entregado oportunamente por el sello editor y que traía consigo la sensación de que aquí no hay apuesta grandilocuente ni productor de renombre ni concesiones con el orbe pop.

Long Tailed Winter Bird, en rigor, es una nueva introducción pensada para When Winter Comes, una canción inédita que Paul grabó en los ’90 junto a George Martin y que aquí se reinventa como composición de clausura bajo el nombre de Winter bird/ When Winter Comes y como vehículo de una interpelación histórica del creador a sus interlocutores. “¿Me extrañás? ¿Me sentís? ¿Confiás en mí?”, se (nos) pregunta Paul allí como para inaugurar la dimensión filosófica de una obra reñida con lo lineal. 

Y que no se recuesta en “caminos cortos” dada su condición de “casera”. La prueba más categórica es Deep Deep Feeling, una sugerente canción de casi 9 minutos que primero recuesta la voz en percusiones y que luego la proyecta a una tensión de nuevo milenio propia del trip hop para finalmente eyectarla en un rapto de luminosidad acústica. Todo, con la idea de asociar una idea de vulnerabilidad total ante el enamoramiento absoluto.

Lejos de todo mesianismo magnánimo, en el lúdico Find My Way Paul pide permiso para ser nuestro guía y promete ayudarnos a alcanzar el amor que tenemos por dentro, mientras que en el más grisáceo, y pianísimo, Woman and Wibes nos observa que somos portadores de ansiedades inconducentes. 

Si bien McCartney III tiene un eje rector que intenta aproximarse a este desconcertante momento del mundo, y así afectarnos positivamente, también entrega temas off topic como Pretty Boys y Lavatory Lil. Acústico y con arpegio envolvente, el primero refiere a chicos listos que “van a prender fuego a tu mundo”; y en cuanto rock vasodilatador, el segundo va sobre un rockstar no deconstruido que quiere un Bentley y llama “ramera” a su amante de ocasión. ¿Fuera de contexto? Totalmente. Más si se repara en el hecho de que McCartney III también cuenta con Slidin’, un rock pesado que puede alardear tanto de psicodélico como de esclarecedor.

Es que en esa composición, grabada “en banda” con Rusty Anderson (guitarra) y Abe Laboriel Jr (batería), Paul se muestra exuberante como intérprete stoner para plantear “puedo ver mi cuerpo a través de ventanas en mi pelo”. 

Qué bueno sería pispear por esas aperturas para encontrar una explicación a tanta vitalidad, a tanta creatividad. A tanta magia. 

OK, se entiende perfectamente que el subject central sea la vacuna, pero no lleguemos al extremo de soslayar un aspecto positivo de nuestro paso por este mundo: coincidimos en él con el magnífico Paul McCartney. 

Paul McCartney, en su centro de operaciones. (Instagram @paulmccartney/ @marymccartney)