Raúl Porchetto: La pandemia me enseñó que hay que vivir el día a día

A Raúl Porchetto la posibilidad de encarar una presentación en streaming junto a su banda, en la que participan dos de sus hijos, lo tiene muy entusiasmado. Será este viernes desde las 22 en formato íntimo, con el espíritu de un fogón, para repasar los clásicos y algunas perlitas de sus 50 años de trayectoria como referente dentro del rock argentino. 

Pero, además, para Porchetto será el regreso a la actividad oficial tras el parate desde febrero y la concreción de una alianza con Raly Barrionuevo, que comenzó a gestarse durante el aislamiento, con una colaboración mutua, y ahora toma otra forma con la transmisión del streaming por Disco Trashumante, la plataforma y sello que encabeza el folklorista radicado en Unquillo.

“Con Raly charlamos apenas comenzó la pandemia, que a mí me agarró en Buenos Aires. Yo sabía que le gustaba Bajaste del norte, un tema que yo compuse pero lo hizo conocido León (Gieco). Lo admiro y lo respeto mucho a Raly, me parece un gran artista. Así que cuando me propuso grabar ese tema me encantó la idea. Entonces encaramos una grabación que no quedara sólo para las redes, que tuviera una consistencia que pudiera perdurar. Y cuando terminamos, coincidimos en que quedamos contentos como chicos. Fue un gusto. Y, por supuesto, de allí fue surgiendo todo para que el streaming saliera por Disco Trashumante”, introduce Porchetto ante la consulta.  

–A propósito de “Bajaste del norte”, es una canción con una historia muy emotiva que compusiste de muy joven. ¿Qué te inspiró? ¿Tienen algo más pensado con Raly?

–De chico iba mucho a Carlos Paz, porque unos amigos de la familia tenían casa ahí. De casero trabajaba un hombre de Jujuy con el que a mí me gustaba charlar. Tenía una gran historia, una vida muy sufrida, esa gente en la que en su mirada ves el dolor y también la integridad. Eso está contado en la canción. Fue una imagen muy positiva la que me quedó de ese hombre. El tema lo compuse ahí, en ese patio, a los 17 años. Nunca supo de la canción lamentablemente, pero en algún lugar debe estar bien. Con Raly hay alguna cosita dando vueltas. Veremos. Lo que me ha ensañado la pandemia es que hay que vivir el día a día. No se puede programar mucho. Se adelanta y se retrocede como el juego de la oca. 

–Contabas que el aislamiento te agarró en Buenos Aires. ¿Cómo fue el regreso a tu casa en las sierras? Vos fuiste como un pionero entre los músicos en cambiar el chip y elegir otra vida. 

–Después de un tiempo pude volver, fue un alivio. Vivo en una casa a 10 kilómetros de San Clemente y a 50 de Alta Gracia hace 30 y pico de años. Es la forma que elegí para vivir en contacto con la naturaleza y con esa conciencia. Es mi lugar en el mundo. Igualmente, siempre fui reservado con mi vida privada. Alejarse de la gran urbe tiene un precio de todo tipo. Y muchas ventajas, en la salud mental y física. Es muy importante tener conciencia, estar atentos y colaborar para que el planeta no siga deteriorándose. Es más, personalmente creo que este virus es una esquirla de una implosión planetaria.

-Te mostrás muy preocupado por las cuestiones ambientales. ¿Cómo viviste este año los terribles incendios en las sierras?-Esta vez no me tocó cerca de casa, pero si hace unos años. Sabemos que con la “seca” hay incendios pero la gran pregunta es cómo puede ser que de golpe haya como 30 focos a la vez en una distancia de cuatro o cinco horas, casi coordinados. Es muy llamativo. Entre todos tenemos que cuidarnos, el muy grande el daño que estamos haciendo. La Córdoba que yo conocí en aquellos años, se ha dañado mucho. Es uno de lugares más lindos del planeta. Hay que tratar de que siga así. Ojalá que esta concientización que se ve de frutos, por lo menos para las generaciones que vienen. Todo lo que ha pasado nuestra generación tiene que servir para algo.

–¿Qué significa tocar con tus hijos y cómo se plantea el “streaming”?

–Que estén mis hijos para mí es un placer. Mi hijo Daniel toca teclados, guitarra, armónica, es mi mano derecha para construir todo. Y Ana Clara va estar en voz y coros. El streaming lo vamos a hacer desde Buenos Aires porque era complicado para los músicos viajar. Era un problema de logística. Cuando me planteé cómo hacerlo, lo primero que quise es que sea en vivo. Y la otra es trasladar el espíritu de compartir canciones desde el living de mi casa, que es algo que hago siempre con mis amigos. Darle esa calidez era un gran punto de arranque: pasar del piano a la guitarra eléctrica, de ahí en la acústica. Nos vamos a sentar en círculo, para hacerla parte a la gente. La columna vertebral van a ser los clásicos que son bastantes y algunos temas que no tocamos habitualmente, como un bolero del año ’92 del álbum Caras de la guerra que nunca lo canté. Es el contexto ideal. 

–Por estos días se cumplieron 40 años de “Metegol”, un disco que marcó un quiebre de época. ¿Qué recordás de esos años?

–Es el primer disco en el que logro generar un nuevo concepto. Fue un giro de 180 grados en mi propuesta. Yo venía de hacer baladas, algo más jazz rock, venía de Estados Unidos. Trabajé como siete meses en el sótano de una casa que alquilamos. Yo era del under antes de eso, era conocido PorSuiGieco, nada más. Terminó siendo disco de oro y el elegido como el mejor del año por gran parte de la prensa y por los músicos. 

-La banda que te acompañó en ese disco terminó siendo la de Charly García y luego G.I.T. ¿Te sentís vanguardista? ¿Cómo atravesaste ese proceso?

-Charly venía a vernos, siempre le gustaban mis bandas y me lo decía con todo respeto. (Gustavo) Bazterrica antes de ir a La Máquina de Hacer Pájaros venía tocando conmigo. Pedro Aznar también antes de Serú Girán. Y después fueron Willy Iturri, Pablo Guyot y Alfredo Toth. Trabajamos para que sea un sonido de banda, no de solista. Era el sonido new wave, yo curtí muchas de esas bandas en Estados Unidos cuando estuve allá y me encantó. Metegol y Televisión se concibieron en esa sintonía. Después se terminó esa etapa y yo se los comuniqué. Recién ahí arrancaron con Charly. Con Carlitos, como le digo yo, nunca tuvimos ningún conflicto. Hay otra más de esas historias y que creo que nunca la conté: un asistente que había entrado hace poco a estudios ION, Roberto Fernández y que luego se consagró como un gran ingeniero de Charly y de León, fue clave para ese sonido de Metegol. Nos quedábamos hasta tarde en el estudio y yo le decía que todo iba ser por el “disco de oro”. Y así terminó siendo. La energía que uno le pone a las cosas vuelve.

Para verRaúl Porchetto interpreta un concierto que se transmite vía streaming e incluye las canciones de sus casi cinco décadas de trayectoria. Viernes, a las 22. Con Daniel Porchetto en teclados y voz, Hernán Rico en percusión y Ana Clara Porchetto y Antonella Vinaccia en coros. Las entradas cuestan $ 500 y se consiguen en discotrashumante.com.ar

Raúl Porchetto. (Gentileza del artista)