“Madre baile”, el documental que narra la historia del cuarteto con cara (y manos) de mujer

Desde el último sábado y por algunas horas más, el documental
Madre baile
está disponible en forma gratuita en la plataforma Cont.ar, como parte del Festival Escenario 2, que mezcla cine y música a través de una programación nutrida, heterogénea y completamente virtual.

En ese contexto, la película que va detrás del legado de la creadora del cuarteto, Leonor Marzano, supone un caso más que especial para una provincia cuya identidad tiene que ver en parte con el tunga-tunga. Incluso más allá de que muchas veces sus orígenes y sus primeros pasos queden en segundo plano frente a su condición de industria del entretenimiento capaz de mover hasta 250 mil personas por fin de semana en tiempos de prepandemia.

 

Carolina Rojo, su directora y guionista (de Altroqué Realizaciones, emprendimiento que comparte junto al productor general Rodrigo del Canto), confirma esta suerte de espacio vacío a la hora de pensar un material audiovisual que narrara las raíces de una cultura tan rica como la del universo de nuestra música popular por antonomasia.

 

“Pensamos que estaría bueno poder informar un poco y contar humildemente esta historia de quién fue esta creadora del cuarteto, que fue una madre que aparentemente sólo parió hijos varones”, dice, adelantando también una de las variables fundamentales que plantea la película: el rol de la mujer en un ambiente que surgió a partir de la invención rítmica (cruza de tarantela y pasodoble) de una pianista y que, con los años, devino en un bastión del machismo en todas sus formas.

De hecho, ese fue el gran disparador de una producción que surgió a partir de la canción y el disco del mismo nombre de Vivi Pozzebón, cantautora y percusionista que en 2011 decidió investigar “el origen etnomusical del cuarteto” y terminó siendo la entrevistadora de Madre baile. Entre los informantes, se destacan la familia Gelfo –los hijos y el nieto de Marzano–, Carlitos “Pueblo” Rolán, “el Negro” Videla, Beto Guillén (de Chébere), Lorena Jiménez, Magui Olave o “la Gata” Noelia.

Además, el documental se anima a imaginar aquel primer baile que inaugura la historia oficial del género. El 4 de junio de 1943, en Colonia Las Pichanas, al este de la provincia (cerca de Arroyito) y en un caldo de cultivo en el que se mezclaban inmigrantes y criollos, el Cuarteto Leo debutó oficialmente. La recreación de aquel suceso, ya mítico a esta altura, sirve también para mostrar un origen completamente alejado de una representación más actual de lo que significa “baile de cuarteto”.

“Eso estaba pautado desde el vamos. No es algo que rellena o le da un poquito de color, sino que marca una diferencia entre el antes (en el campo, en familia, mucho más temprano) y el ahora (con esa cosa más nocturna, masculina, joven, citadina). Era importante para mí poder remarcar eso porque es un contexto muy importante para todo lo otro que queremos contar”, precisa la directora.

En ese sentido, el documental referencia directamente a dos títulos literarios clave para entender cómo ha ido evolucionando el género a través de diversas variables que lo atraviesan. El libro de los cuartetos, de Alejandro González, y Músicos, mujeres y algo para tomar, de Gustavo Blázquez. “Ahí se termina de marcar esa diferenciación entre el antes y el después”, acota Rojo, que destaca la entrevista que el periodista Pablo Ramos hace con ambos autores.

A través de esas referencias se desandan otros subtemas, como el desarrollo musical del género (con la incorporación de sucesivas tendencias), los años de la dictadura, la discriminación, la patrimonialización reciente de todo este legado popular y, una vez más, las representaciones en torno a la mujer, las cuales siguen modificándose en tiempo presente.

–Hay una humanización de la Leonor Marzano mujer como madre y esposa, más allá de esa figura icónica que hoy condensa el origen del cuarteto. ¿Cómo llegaron a ese registro?

–Se fue dando en las charlas que formaron la génesis de esta historia. Con la antropóloga Andrea Lacombe (que aparece en la película), hablamos mucho de esto. Y después, al conocer a los hijos, Marta y Eduardo Gelfo, o a Martín, su nieto, que nos contaron muchas cosas fuera de cámara. Fue Leonor quien decidió de pronto dejar de tocar cuando nació su nieto. Quería disfrutarlo porque no había podido disfrutar de sus hijos. Esas cosas hacen que termines de armarte esa imagen de una mujer, que no habrá podido hacer tantas tareas del lugar por estar mucho afuera, pero a la que un nieto le cambió un poco la perspectiva. Muchos testimonios tendían a ponerla en un pedestal o a decorar demasiado estas anécdotas, pero igualmente se termina viendo una mujer de esa época, que de pronto tuvo esa idea de crear este nuevo ritmo. Por eso, como dice Víctor Pintos sobre el final, se merecía este homenaje entre el pueblo, sobre una calle bien popular, para que la gente le pase al lado, como una más.

–Los testimonios de Lorena Jiménez o Magui Olave dan cuenta del machismo que todavía existe en el género. ¿Sentís que se está gestando un cambio?

–Justamente ellas dos siguen teniendo esa cosa, como Leonor, de “familia de”. Y que si no fueran familiares de La Mona Jiménez o Ulises Bueno capaz no hubieran llegado. Una las escucha y las ve en el escenario y son excelentes artistas. No están ahí sólo por ser la hija o la prima de alguien más. Se re merecerían tener otro tipo de reconocimiento. Creo que igualmente todo esto se está haciendo. Por suerte el documental quedó “viejo” en relación a este empoderamiento femenino de los últimos años que les da más coraje a las chicas para meterle el pecho y salir como solistas o juntarse para tocar. Está sucediendo, no podemos hablar todavía con el diario del lunes porque está pasando ahora. Ya ver que hay varias chicas que se juntan y comparten cosas, que hay camaredería entre ellas, habla de esa necesidad de que haya más espacios para las mujeres en el cuarteto. Me parece muy importante.

Archivo de lujo

Otro de los atractivos del Festival Escenario 2 tiene que ver con la posibilidad de acceder a material inédito del archivo de la productora Cine Press, de Julio Serbali.

“Es un archivo que está virgen en un punto, que no ha sido explorado debidamente. Lo podés abordar desde donde quieras, porque es uno de los archivos más grandes de Sudamérica. Y en lo que tiene que ver con la música popular argentina, no existe otro que tenga tanto material”, asegura Iván Wolovik, uno de los directores del festival.

“Nos pusimos a trabajar con su familia, viendo de qué manera abordar esto. Finalmente, decidimos hacer un bloque de artistas populares. De ahí empezamos a explorar las joyas que tenían. Lo que estamos sacando a la luz es sólo una puntita de lo que existe”, añade.

Entre los registros, se incluye una grabación realizada por Mercedes Sosa en la plaza Colón al día siguiente de su debut en el Festival de Cosquín, en 1965, y es la primera aparición en cámara de la cantante. También, otros clips que incluyen a Jorge Cafrune en Cosquín; a Jairo (todavía como Marito González) en el parque Sarmiento; a Sandro cantando en Río Ceballos en 1970 (el mismo año en el que actuó en el Madison Square Garden); al Cuarteto Zupay cantando en un patio de una casa en Córdoba, o a Atahualpa Yupanqui en su última presentación en el Festival de Cosquín, en 1990.

“Serbali tuvo una impronta y una mirada moderna para entender que lo que venía era el clip”, añade Wolovik, quien destaca también un pequeño documental homenaje al productor audiovisual. “Córdoba tuvo quizás al pionero más importante en lo que implica filmar música folklórica, con el archivo histórico más grande del interior del país”, asegura el director, que detalla la existencia de más de 700 videos en 16 y en 35 milímetros, con un valor documental inestimable.

Carolina Rojo entre Rodrigo Del Canto, productor general, y Vivi Pozzebón, entrevistadora (Gentileza Altroqué Realizaciones).
Pozzebón junto a Carlitos Rolán, uno de los entrevistados que no llegó a ver la película terminada (Gentileza Altroqué Realizaciones).
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Pozzebón junbto a Magui Olave, una de las nuevas referentes femeninas del cuarteto (Gentileza Altroqué Realizaciones).
Carolina Rojo es la directora y guionista de “Madre baile”, proyecto surgido a partir de una canción y un disco de Vivi Pozzebón (Gentileza Altroqué Realizaciones).
Carolina Rojo entre Rodrigo Del Canto, productor general, y Vivi Pozzebón, entrevistadora (Gentileza Altroqué Realizaciones).
Pozzebón junto a Carlitos Rolán, uno de los entrevistados que no llegó a ver la película terminada (Gentileza Altroqué Realizaciones).
Pozzebón junbto a Magui Olave, una de las nuevas referentes femeninas del cuarteto (Gentileza Altroqué Realizaciones).