Debutó la primera edición virtual de Cosquín Rock: más que un festival, una mega transmisión televisiva

“Gracias a todos por mirar. Aguante la música y aguante Cosquín”, dijo Malena Villa frente a la invisible audiencia virtual que seguía su actuación en el porteño Teatro Vorterix.

Su show fue uno de los primeros de este debut en formato streaming de Cosquín Rock, acaso ya un experimentado gigante acostumbrado a sortear las dificultades que impone el contexto, tanto en sus inicios durante la crisis de 2001 como en este nuevo experimento digital que se impuso necesario en el escenario de pandemia que afronta buena parte del mundo.

En paralelo con Sol Halac, desde La Trastienda, y con los peruanos Inyectores, en el Luna Park (aunque grabados a la distancia desde su país), la joven con trayectoria paralela en el ámbito actoral demostró su crecimiento en el último año a nivel escénico y se apoyó en una banda exuberante.

Los tres conciertos sirvieron como primera prueba de una experiencia seguramente distinta a todo, la de un festival online con cuatro escenarios en simultáneo y múltiples opciones de cámaras.

La primera impresión destaca la amabilidad de la plataforma. Una vez ingresado el código de acceso, el encuentro con la transmisión es sorpresivo por su calidad de imagen y sonido. La posibilidad de seguir los shows en formato pantalla completa o en el display que incluye juegos interactivos, chat en vivo y la posibilidad de cambiar de sala de concierto.

Ver a Julieta Rada en La Trastienda (aunque grabado en Uruguay previamente) supuso, en ese caso, el descubrimiento pleno de una artista riquísima en matices y con otra banda al servicio de sus caprichos musicales, que son varios y tienen a Stevie Wonder como gurú mayor a nivel inspiración.

 

Pero para quienes no sintieran afinidad con la uruguaya -hija de Rubén y hermana de Matías, guitarrista que la acompaña- la opción era la banda boliviana Los Bolitas (“Desde las alturas de La Paz, para que disfruten en sus casas”, acotó su cantante sobre el final de su presentación) o bien Toques del Río, directamente desde La Habana, Cuba.

Durante la primera hora de transmisión, el festival mostró todo su potencial a nivel producto audiovisual y pasó la prueba inicial en cuanto a dudas relacionadas a lo técnico y a la facilidad de manejarse por la plataforma.

(Des)conexión

Por lo constatado con otros colegas conectados, la transmisión durante las primeras horas fue prácticamente impecable (dependiendo siempre de la conexión propia de cada hogar) hasta la llegada de A.N.I.M.A.L. al escenario del Teatro Vorterix. El grupo de Andrés Giménez padeció serios problemas de imagen y sonido, con continuos cortes y distorsión seria en la imagen. Los riesgos de la ambiciosa puesta virtual fueron, en este caso, inversamente proporcionales a lo evidenciado en ese concierto, que se distanció definitivamente de la experiencia ideal de un show online.

 

De todos modos, no es menor el logro de poder sostener la convivencia de cuatro propuestas en simultáneo. Desde las 18, el Teatro Roxy (también en Buenos Aires, sede central del evento) presentó la opción de seguir monólogos a cargo de comediantes (Natalia Carulias y Connie Ballarini), el enólogo Marcelo Pelleriti y el filósofo Darío Sztajnsrajber y amplió todavía más la nutrida oferta.

Un detalle que llamó la atención fue el hecho de que hubiera momentos sin actividad en los escenarios. Funcional a la propuesta publicitaria y justificada por la necesidad de generar ingresos sin invadir el espacio de visionado de los conciertos, la decisión ayudó a una breve dispersión al final de los shows, lo que también sirvió para navegar por la plataforma y descubrir los “chiches” de una puesta que resalta un interesante costado interactivo.

En ese sentido, además de la posibilidad de chatear en vivo con otros asistentes (con la alternativa de crear salas propias), el hecho de tener trivias basadas en información sobre los artistas -a sólo unos centímetros de la pantalla donde se siguen los conciertos- o poder seguir el flujo de contenido de Twitter aportaron un condimento digital interesante al combo. La realidad vitual, en cambio, no llegó a destacarse como un agregado verdaderamente diferencial.

Más allá de eso, jugar con las opciones de cámaras resulta entretenido y evidencia la apuesta técnica del evento, pero tampoco es algo que pueda sostenerse a lo largo de mucho tiempo. Un par de pruebas en un puñado de shows y el recurso deja de sorprender, aunque se agradece la posibilidad de intervenir en la transmisión según el foco de interés propio.

En pantalla

La comodidad de ver desde casa una catarata de conciertos, y el plus que significó no tener que moverse para ver números variados y de alta factura general es sin dudas uno de los mayores atributos de la propuesta. De la rabia distorsionada de 2 minutos (uno de los grupos que tocó en vivo y en simultáneo a la transmisión) al debut de Loli Molina en el festival o al privilegio que significaron las presencias del grupo chileno Los Tres o de la mexicana Ximena Sariñana. Todo por el mismo precio, y encima con la opción de cambiar de canal.

De todos modos, se trata de una mera ilusión de la experiencia que supone ir a vivir un festival como Cosquín Rock. La tecnología sirve para suplir la falta de aquello que supone la esencia del encuentro -la asistencia presencial, con los cinco sentidos- pero aun así no es suficiente para proponer una experiencia virtual a la altura de la “real”.

La falta de la caminata entre escenario y escenario, la heterogeneidad del paisaje serrano invadido por 50 mil personas o la nula percepción de olores y sabores del cada vez más amplio espectro gastronómico que viene desarrollando el festival son ausencias obvias. Quien busque eso no necesita comprar la entrada para comprobar que es imposible de traducir al universo del streaming. Pero eso no quita que la propuesta artística -y de contenido audiovisual- sea capaz de sostener el legado de Cosquín Rock en la historia de la música argentina.

Incertidumbre 

Cerca de las 21, los shows de Julieta Venegas y Los Tipitos (que ya tenían problemas técnicos) fueron cortados y durante algunos minutos los escenarios virtuales permanecieron sin actividad, lo que generó reproches en el chat en vivo. Todo pareció volver a la normalidad con el comienzo de los conciertos de Las Pelotas (con Germán Daffunchio “sumándose” desde una pantalla) y de Vicentico, otro de los que tocó en vivo ( y en gran forma) desde el Luna Park.

Esos cortocircuitos en la plataforma dividieron aguas en redes y entre periodistas. El montaje y la frialdad de los registros grabados, la diferencia de volumen entre escenarios y las desprolijidades de una transmisión de esta complejidad estuvieron entre los puntos más cuestionados.

Pasadas las 22, y luego de que Sara Hebe concentrara miradas con una potente actuación desde el Teatro Vorterix, Louta volvió a confirmar que su proyecto no deja nada librado al azar. Aunque grabado, su show fue uno de los que menos padeció la distancia, y además tuvo la participación especial de la cordobesa Zoe Gotusso para Ayer te vi.

Attaque 77, en el otro extremo, fue otro de los mayores perjudicados por problemas técnicas. Su presentación, también registrada con anterioridad, fue puesta al aire casi 40 minutos antes, por error. Luego, al horario señalado (23.10), la transmisión tuvo dos nuevas caídas pero pudo ser repuesta.

En paralelo, Ciro y Los Persas encaró el cierre con otro de los shows más destacados de la primera jornada. El frontman se las arregló para hacerse sentir cerca, aprovechó el espacio vacío del Luna Park para moverse libremente, incluyó un coro de fanáticos por Zoom y hasta sorprendió con una fila de vientos animada e incorporada digitalmente. En el contexto, la apuesta por destacarse de la media le salió bien y se notó. Si hasta hubo versión improvisada del himno nacional para el cierre de su set.

Con la llegada de la Fiesta Bresh, la jornada inicial del festival entró en su último tramo. A esa altura, había quedado claro que este Cosquín Rock online se parece más a una mega transmisión televisiva que a un encuentro colectivo. Cada quien desde su casa, con su velocidad de internet y su dispositivo particular, tuvo una versión atomizada del evento para seguir individualmente. Suena a nueva normalidad pero habrá que acostumbrarse al menos por un buen tiempo a esa disyuntiva: si hay ganas de shows y festivales, por lo pronto será a través de una pantalla.

Cinco destacados del primer día

1. Darío Sztajnszrajber. La charla del filósofo en el espacio Teatro Roxy alternativo fue como un baldazo de agua fría. Rarísimo intentar deconstruirse con una cerveza en la mano un sábado por la noche frente a la pantalla. En una especie de clase breve, el filósofo invitó a todos a derribar la idea de normalidad e identidad. Dijo, como lo hace siempre, que hacerse preguntas es más angustiante que aliviador pero que es la única forma de llegar a “oler la libertad”. Sentir el perfume de eso que nunca se podrá alcanzar pero que aún así uno no para de perseguir (Noelia Maldonado).

2. Sara Hebe. Con un show muy potente y diverso, lo de la cantante patagónica fue uno de los momentos más altos de la primera jornada. Junto a una banda bien compacta, con Ramiro Jota en guitarra y programaciones como principal socio creativo, Hebe alternó pasajes de rimas filosas, otros más bailables (como la pegadiza Parien7e) y ráfagas de punk rock explícito. Con este explosivo set, volvió a demostrar que una de las artistas femeninas con más sustento festivalero y con mucho para decir sobre este traumatico presente (Andrés Fundunklian).

3. Aires internacionales. La presencia de artistas de Paraguay, Uruguay, Bolivia, Chile, Perú, México, Paraguay, Cuba y España fue uno de los distintivos de la oferta virtual de Cosquín Rock. Sorpresas como los paraguayos Aviadores del Chako, o la siempre bienvenida astucia charrúa que propone la murga Agarrate Catalina, aportaron una buena cuota de heterogeneidad y ratificaron otra de las ventajas de la virtualidad: poder ver a proyectos poco conocidos o ignotos con buenas condiciones de sonido.

4.
Los Caligaris
Fue la única banda que se presentó desde Córdoba (en rigor, la unica desde otro punto de Argentina además de Buenos Aires) con un show desde la Plaza de la Música. Aunque fue grabado en los días previos, fue prácticamente en vivo ya que la frescura de su propuesta hizo que no tuviera nada que envidiarle a uno de los directos. El show tuvo de todo: buena puesta en escena con una gran pantalla muy bien aprovechada, impecable sonido y luces y un cámara cenital que fue un verdadero chiche. Además, claro, los momentos circenses, la buena onda de siempre y los hits infaltables que son un verdadero sello Caligari. A pesar de no poder contar con la energía del público tan clave en sus presentaciones, pudieron surfear la ola y la rompieron (Andrés Fundunklian).

5. Ciro y Los Persas. El ex Los Piojos aprovechó la rareza de tocar sin público para hacer una performance abajo del escenario. Arrancó Tan solo en medio del Luna Park cantando a capela, iluminado solo por un reflector que mostraba infinidad de butacas vacías. Instantes después las pantallas se encendieron y dieron lugar a decenas de fans agitando el estribillo desde sus casas. Semanas atrás el músico había invitado a sus seguidores a filmarse cantando el coro y muchos de ellos seguramente pudieron verse esta noche. Una nueva forma de estar aunque mal no sea detrás de la pantallas.

Julieta Rada, una de las revelaciones de la primera parte de la jornada inicial del Cosquín Rock online (Captura de pantalla).
A.N.I.M.A.L. pagó los costos de una transmisión ambiciosa, que no pudo evitar problemas de imagen y sonido eventuales (Captura de pantalla).
Eruca Sativa fue uno de los proyectos que grabó su actuación previamente, aunque con alta calidad de sonido (Prensa Cosquín Rock).
Louta y Zoe Gotusso, una de las pocas colaboraciones que permitió la versión online de Cosquín Rock (Captura de pantalla).
Ciro, uno de los artistas que mejor pudo sortear las dificultades de la virtualidad (Captura de pantalla).
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Sara Hebe, una de las más destacadas de la primera jornada de Cosquín Rock (Prensa Cosquín Rock).
Eruca Sativa fue uno de los proyectos que grabó su actuación previamente, aunque con alta calidad de sonido (Prensa Cosquín Rock).
Malena Villa fue una de las artistas que abrió la programación del festival online (Prensa Cosquín Rock).
Julieta Rada, una de las revelaciones de la primera parte de la jornada inicial del Cosquín Rock online (Captura de pantalla).
A.N.I.M.A.L. pagó los costos de una transmisión ambiciosa, que no pudo evitar problemas de imagen y sonido eventuales (Captura de pantalla).
Loli Molina, desde México, debutó en el festival a la distancia y fue otro de los shows internacionales de la grilla (Captura de pantalla).
Louta y Zoe Gotusso, una de las pocas colaboraciones que permitió la versión online de Cosquín Rock (Captura de pantalla).
Ciro, uno de los artistas que mejor pudo sortear las dificultades de la virtualidad (Captura de pantalla).
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