Hace 40 años, John Lennon se metía de lleno a registrar su último disco
Tras un extenso paréntesis de cinco años en su carrera artística, acompañado por una decisión de mantenerse al margen de la vida pública y la exposición ante los medios de comunicación, John Lennon rompía hace 40 años el silencio con un regreso a los estudios para registrar Double Fantasy, que se convertiría en el último disco editado antes de su asesinato en diciembre de 1980.
El álbum, realizado en conjunto con Yoko Ono, producido junto a Jack Douglas y publicado a través del entonces flamante sello Geffen Records, contenía clásicos como (Just Like) Starting Over, Woman, Beautiful Boy, Watching the Wheels y I´m Loosing You, entre otros.
La placa reunía un total de 14 títulos, siete propios y el resto de su esposa, los cuales fueron intercalados, al igual que en el disco Some Time in New York City, de 1972, para evitar que el oyente ignorara las canciones de Yoko Ono.
Para su grabación, Lennon se rodeó fundamentalmente del guitarrista Earl Slick, conocido por su labor junto a David Bowie; el bajista Tony Levin, un reputado sesionista que en esos días integraba la banda de Peter Gabriel y pocos meses después sería convocado para formar parte de King Crimson; y el baterista Andy Newmark, con un pasado ligado a Carly Simon, Sly and The Family Stone y el argentino Lalo Schiffrin, entre otros.
Tras el lanzamiento del disco Rock and Roll, de 1975; la reconciliación con su pareja luego de una separación de 18 meses y el nacimiento de Sean, único hijo de ambos, el exbeatle decidió ponerle un freno a su carrera para concentrarse en su familia.
Los años de locura beatle y sus coletazos posteriores habían provocado que el músico descuidara a Julian, fruto de su primer matrimonio con Cynthia Powell, por lo que esta vez quiso evitar repetir viejos errores.
En los años siguientes, la figura de Lennon apenas pudo verse en contadas ocasiones y siempre en el contexto de alguna salida familiar captada por una ocasional cámara.
El 7 de agosto de 1980, Lennon regresó a un estudio de grabación e inició el registro de lo que terminaría siendo su última placa.
El trabajo resultó una continuidad del clima hogareño que rodeaba al exbeatle en los últimos años, con canciones de amor hacia su famosa pareja y nanas a su pequeño hijo, que encontraron eco de inmediato en los jóvenes de los ’60 que ahora transitaban la vida adulta.
La foto en blanco y negro con la pareja besándose en medio del Central Park de New York coronó el concepto general del disco, cuyas canciones sobrantes iban a ser parte de un nuevo material que se publicó de manera póstuma con el nombre de Milk and Honey y operó como una especie de bonus track de Double Fantasy.