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Netanyahu impulsa ocupación total de Gaza y desata tensiones

La ofensiva militar israelí sobre la Franja de Gaza atraviesa una fase crítica. El primer ministro Benjamin Netanyahu busca imponer su plan de ocupación total del enclave palestino, pero enfrenta una resistencia creciente tanto en el interior de su gobierno como en el plano militar e internacional. La reunión del gabinete de seguridad que debía tratar la propuesta esta semana fue suspendida sin explicación oficial, reflejo de un clima enrarecido, de presiones cruzadas y divisiones profundas en la conducción política y castrense del país.

La iniciativa, que fue filtrada a medios locales e internacionales como una decisión tomada, tendría como objetivo instalar una presencia militar permanente de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en todo el devastado territorio de Gaza tras casi dos años de conflicto con el movimiento islamista Hamas. Pero la aparente certeza del Gobierno encontró rápidamente obstáculos: altos mandos del Ejército, excomandantes y analistas de defensa advierten que la ofensiva podría poner en grave peligro a los rehenes israelíes, provocar un costo humano altísimo entre los soldados, generar una nueva catástrofe humanitaria y acentuar el aislamiento diplomático del país.

Según el diario británico The Guardian, el propio jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, habría expresado su oposición al plan en términos contundentes, lo que disparó rumores de su posible reemplazo. La falta de respaldo institucional llevó a Netanyahu a limitarse, por ahora, a reuniones con funcionarios de seguridad sin capacidad formal de toma de decisiones. En paralelo, su oficina aclaró que cualquier medida será ejecutada “sólo si el gabinete de seguridad la aprueba”, según el medio de referencia.

¿Filtración o globo de ensayo?

La frase “la suerte está echada”, atribuida por medios israelíes a una fuente cercana al primer ministro, pretendía instalar la idea de un rumbo irreversible. Según esas versiones, Netanyahu ya había resuelto avanzar hacia “la conquista total de Gaza y la derrota final de Hamas”. Sin embargo, la filtración podría tener más de retórica que de realidad, destinada a consolidar el respaldo interno de los sectores ultraderechistas de su gabinete, que reclaman no sólo el control militar del enclave, sino también la construcción de asentamientos israelíes permanentes.

La propuesta, además, fue presentada en un momento en que las negociaciones del alto el fuego están estancadas y los mediadores internacionales –incluidos Egipto, Qatar y Estados Unidos– intentan a duras penas acercar posiciones entre las partes. El movimiento Hamas, que todavía retiene a más de un centenar de rehenes israelíes, acusa al gobierno de Netanyahu de bloquear los acuerdos, mientras que desde Israel responsabilizan a la organización ultranacionalista palestina de haberse “alejado” de la mesa de diálogo.

El enviado especial de Estados Unidos, Steve Witkoff, dejó entrever en una reunión privada con familiares de los secuestrados que la propuesta de un intercambio parcial de rehenes había fracasado, y que ahora Washington explora una salida “a todo o nada”, según comentaron asistentes al encuentro.

Dilema

Las advertencias de los sectores militares no son menores. Según el analista de defensa Yossi Yehoshua, una ocupación total de Gaza implicaría riesgos dramáticos: “Los rehenes morirán, un gran número de soldados israelíes también, y no hay una solución logística para albergar a más de un millón de personas desplazadas. Israel no tiene hoy legitimidad ni para seguir destruyendo Gaza ni para construir una ciudad de refugiados sobre sus ruinas”, escribió en el diario israelí Yedioth Ahronoth.

Los datos son elocuentes: la ofensiva militar israelí ha causado más de 60 mil muertos, la mayoría civiles (según las autoridades sanitarias de Gaza controladas por Hamas), y ha obligado al desplazamiento de casi toda la población gazatí, estimada en más de dos millones de personas. La destrucción es tan vasta que la ONU y organismos humanitarios hablan abiertamente de una “hambruna en desarrollo”. La reciente muerte de 14 personas que esperaban ayuda humanitaria en el norte del enclave, tras un nuevo ataque israelí, agravó el clima de desesperación.

En ese contexto, la presión internacional se intensifica. Varios gobiernos europeos evalúan reconocer al estado palestino si no se alcanza un alto el fuego en el corto plazo, y crecen los llamados a imponer sanciones contra Israel. La comunidad internacional observa con creciente preocupación no sólo la catástrofe humanitaria, sino también el rumbo político que ha tomado el liderazgo israelí.

Mientras tanto, el ministro de Defensa, Israel Katz, propuso una alternativa que, en apariencia, busca reducir tensiones: mantener una presencia permanente del Ejército en áreas estratégicas de Gaza para evitar ataques futuros y controlar el contrabando de armas. Lo denominó una “zona de amortiguación de seguridad”, con el objetivo de proteger a las comunidades israelíes fronterizas.

La viabilidad de esta propuesta es incierta, tanto por el desgaste de las tropas como por la falta de consenso político. Pero sugiere que, incluso dentro del Gobierno, hay quienes buscan una salida menos drástica que la ocupación total.

¿Estrategia negociadora o desesperación política?

Un funcionario palestino cercano a las conversaciones del alto el fuego, citado por la agencia de noticias Reuters, opinó que las amenazas israelíes podrían tener como objetivo presionar a Hamas para forzar concesiones. “Sólo complicarían la negociación”, dijo. “Las facciones de la resistencia no aceptarán menos que el fin de la guerra y una retirada total de Gaza”, acotó.

De fondo, se cuela la hipótesis de que Netanyahu recurre a esta estrategia no tanto por convicción militar, sino por necesidad política. Cercado por procesos judiciales por corrupción, con crecientes protestas sociales y con una base política en disputa, el primer ministro busca consolidar apoyos en los sectores más duros del espectro político israelí. Pero lo hace a costa de una mayor fractura interna y de una peligrosa escalada militar sin salida clara.

​La ofensiva militar israelí sobre la Franja de Gaza atraviesa una fase crítica. El primer ministro Benjamin Netanyahu busca imponer su plan de ocupación total del enclave palestino, pero enfrenta una resistencia creciente tanto en el interior de su gobierno como en el plano militar e internacional. La reunión del gabinete de seguridad que debía tratar la propuesta esta semana fue suspendida sin explicación oficial, reflejo de un clima enrarecido, de presiones cruzadas y divisiones profundas en la conducción política y castrense del país.La iniciativa, que fue filtrada a medios locales e internacionales como una decisión tomada, tendría como objetivo instalar una presencia militar permanente de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) en todo el devastado territorio de Gaza tras casi dos años de conflicto con el movimiento islamista Hamas. Pero la aparente certeza del Gobierno encontró rápidamente obstáculos: altos mandos del Ejército, excomandantes y analistas de defensa advierten que la ofensiva podría poner en grave peligro a los rehenes israelíes, provocar un costo humano altísimo entre los soldados, generar una nueva catástrofe humanitaria y acentuar el aislamiento diplomático del país.Según el diario británico The Guardian, el propio jefe del Estado Mayor, Eyal Zamir, habría expresado su oposición al plan en términos contundentes, lo que disparó rumores de su posible reemplazo. La falta de respaldo institucional llevó a Netanyahu a limitarse, por ahora, a reuniones con funcionarios de seguridad sin capacidad formal de toma de decisiones. En paralelo, su oficina aclaró que cualquier medida será ejecutada “sólo si el gabinete de seguridad la aprueba”, según el medio de referencia.¿Filtración o globo de ensayo?La frase “la suerte está echada”, atribuida por medios israelíes a una fuente cercana al primer ministro, pretendía instalar la idea de un rumbo irreversible. Según esas versiones, Netanyahu ya había resuelto avanzar hacia “la conquista total de Gaza y la derrota final de Hamas”. Sin embargo, la filtración podría tener más de retórica que de realidad, destinada a consolidar el respaldo interno de los sectores ultraderechistas de su gabinete, que reclaman no sólo el control militar del enclave, sino también la construcción de asentamientos israelíes permanentes.La propuesta, además, fue presentada en un momento en que las negociaciones del alto el fuego están estancadas y los mediadores internacionales –incluidos Egipto, Qatar y Estados Unidos– intentan a duras penas acercar posiciones entre las partes. El movimiento Hamas, que todavía retiene a más de un centenar de rehenes israelíes, acusa al gobierno de Netanyahu de bloquear los acuerdos, mientras que desde Israel responsabilizan a la organización ultranacionalista palestina de haberse “alejado” de la mesa de diálogo.El enviado especial de Estados Unidos, Steve Witkoff, dejó entrever en una reunión privada con familiares de los secuestrados que la propuesta de un intercambio parcial de rehenes había fracasado, y que ahora Washington explora una salida “a todo o nada”, según comentaron asistentes al encuentro.DilemaLas advertencias de los sectores militares no son menores. Según el analista de defensa Yossi Yehoshua, una ocupación total de Gaza implicaría riesgos dramáticos: “Los rehenes morirán, un gran número de soldados israelíes también, y no hay una solución logística para albergar a más de un millón de personas desplazadas. Israel no tiene hoy legitimidad ni para seguir destruyendo Gaza ni para construir una ciudad de refugiados sobre sus ruinas”, escribió en el diario israelí Yedioth Ahronoth.Los datos son elocuentes: la ofensiva militar israelí ha causado más de 60 mil muertos, la mayoría civiles (según las autoridades sanitarias de Gaza controladas por Hamas), y ha obligado al desplazamiento de casi toda la población gazatí, estimada en más de dos millones de personas. La destrucción es tan vasta que la ONU y organismos humanitarios hablan abiertamente de una “hambruna en desarrollo”. La reciente muerte de 14 personas que esperaban ayuda humanitaria en el norte del enclave, tras un nuevo ataque israelí, agravó el clima de desesperación.En ese contexto, la presión internacional se intensifica. Varios gobiernos europeos evalúan reconocer al estado palestino si no se alcanza un alto el fuego en el corto plazo, y crecen los llamados a imponer sanciones contra Israel. La comunidad internacional observa con creciente preocupación no sólo la catástrofe humanitaria, sino también el rumbo político que ha tomado el liderazgo israelí.Mientras tanto, el ministro de Defensa, Israel Katz, propuso una alternativa que, en apariencia, busca reducir tensiones: mantener una presencia permanente del Ejército en áreas estratégicas de Gaza para evitar ataques futuros y controlar el contrabando de armas. Lo denominó una “zona de amortiguación de seguridad”, con el objetivo de proteger a las comunidades israelíes fronterizas.La viabilidad de esta propuesta es incierta, tanto por el desgaste de las tropas como por la falta de consenso político. Pero sugiere que, incluso dentro del Gobierno, hay quienes buscan una salida menos drástica que la ocupación total.¿Estrategia negociadora o desesperación política?Un funcionario palestino cercano a las conversaciones del alto el fuego, citado por la agencia de noticias Reuters, opinó que las amenazas israelíes podrían tener como objetivo presionar a Hamas para forzar concesiones. “Sólo complicarían la negociación”, dijo. “Las facciones de la resistencia no aceptarán menos que el fin de la guerra y una retirada total de Gaza”, acotó.De fondo, se cuela la hipótesis de que Netanyahu recurre a esta estrategia no tanto por convicción militar, sino por necesidad política. Cercado por procesos judiciales por corrupción, con crecientes protestas sociales y con una base política en disputa, el primer ministro busca consolidar apoyos en los sectores más duros del espectro político israelí. Pero lo hace a costa de una mayor fractura interna y de una peligrosa escalada militar sin salida clara.  La Voz

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