Río Cuarto, al filo del recuerdo: la ciudad, de cara a Las mil muertes de Nora Dalmasso
Río Cuarto, la segunda ciudad más importante de la provincia de Córdoba, respira hoy una mezcla de quietud y una expectación palpable. Transcurrieron más de 18 años desde aquella fatídica noche del 24 de noviembre de 2006, cuando la lluvia caía sobre las calles de Villa Golf y una tragedia silente se gestaba en el hogar de Nora Dalmasso.
Aquel suceso, que sacudió los cimientos de la comunidad, vuelve a ponerse en el centro del escenario, no por un nuevo giro judicial, sino por la llegada de la serie documental Las mil muertes de Nora Dalmasso a Netflix que se estrenó el jueves. Para Río Cuarto, este no es solo un estreno mundial, es el regreso de un fantasma, una oportunidad para revisitar la herida, pero, quizás, también para iniciar un verdadero proceso de sanación.
La noche que lo cambió todo: un femicidio sin testigos
En aquellos días de 2006 y en los años siguientes, como 2007 y 2008, la tranquilidad intrínseca de esta ciudad del sur cordobés se hizo añicos. El viernes 24 de noviembre de 2006, Nora Dalmasso, una mujer de 51 años, compartía una cena con un grupo de amigas en el resto bar Alvear.
La velada, que en retrospectiva se cargó de una pesada melancolía, había comenzado con un detalle extraño: una reserva cancelada por un hombre no identificado.
A pesar de la anécdota, lograron conseguir una mesa en el entrepiso. Comieron, bebieron vino, y las amigas recordaban la alegría y sensualidad de Nora esa noche. Hablaron de temas íntimos, con bromas que luego resonarían en el circo mediático que se desataría. Después de la cena, la reunión continuó en casa de Rosario Márquez, en Villa Golf, entre champán y cigarrillos, mientras afuera, la lluvia arreciaba y las calles se hacían barro.
Poco antes de las tres de la madrugada del 25 de noviembre, la reunión se disolvió. “Polly” Ruiz fue la última amiga en ver a Nora con vida, despidiéndose con un bocinazo mientras ella, al volante de su Volkswagen Bora, se dirigía hacia su casa, en el mismo barrio.
Una vez en su domicilio, la mujer se bañó y se acostó en la cama de su hija; y justo en ese momento comenzó a llover.
Esa madrugada en Río Cuarto no estaban sus hijos ni su marido. Facundo vivía en Córdoba capital, donde estudiaba abogacía; Valentina se encontraba en un intercambio estudiantil en Estados Unidos, y Marcelo Macarrón estaba en Punta del Este, Uruguay, donde participaba de un torneo de golf.
Aquella, según se contaría después, “era la hora de los asesinos”. Dentro de su propia casa, alguien la esperaba para matarla. Apenas unas horas después de ese sábado 25, Nora fue encontrada muerta en Villa Golf, desatando una conmoción que la ciudad de Río Cuarto jamás olvidaría.
El circo mediático: cuando Río Cuarto se volvió escenario
El estupor fue inmediato, pero la profunda transformación que viviría Río Cuarto era inimaginable. La ciudad, conocida por su tranquilidad, se convirtió en el epicentro de un circo mediático sin precedentes. La calle Alvear, cerca de los tribunales, se llenó de móviles de televisión, una postal habitual que reflejaba la voracidad informativa.
Periodistas de todo el país acampaban con sus reposeras en el diminuto patio de los tribunales. Cada nuevo dato, cada giro en la causa, desataba un movimiento frenético de cronistas, estudiantes de comunicación, vecinos y curiosos. Era una vigilia constante, una ciudad en vilo.
El caso Dalmasso tenía todos los condimentos que llamaron la atención del gran público: una mujer hermosa, de buena posición social, casada con un médico traumatólogo de relevancia en una sociedad pequeña. Nora, aunque no era rica, venía de una familia reconocida y era valorada por su solidaridad, amplificando el interés morboso.
El tratamiento mediático fue, en gran parte, brutal. Los programas sensacionalistas, especialmente de la prensa porteña, se ensañaron con Facundo Macarrón, el hijo de Nora, quien tenía solo 19 años cuando lo imputaron en la fría madrugada del 7 de junio de 2007.
Su vida “se detonó” y la prensa lo “sacó del clóset a la fuerza” cuando reveló que mantenía una relación sentimental con otro hombre. Incluso, un programa de televisión, con cámaras ocultas, lo fue a buscar al campus de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), donde cursaba.
Medios como América TV llegaron al extremo de mostrar fotos de Nora Dalmasso en su lecho de muerte, en pleno horario de protección al menor, un escándalo que llevó a la familia a iniciar juicios. Esas imágenes fueron emitidas durante casi media hora en el noticiero que era conducido por los periodistas Mónica Gutiérrez y Guillermo Andino.
Nora fue revictimizada una y otra vez por el escrutinio público y mediático, y le endilgaban muchos amantes, e incluso se hacían remeras con un chiste de mal gusto: “Yo no estuve con Norita”.
Fue su hermano, Juan, quien salió a defenderla “a capa y espada” en los medios locales, pidió que no se desviara el foco y proclamaba: “Yo sí estoy con Norita”, en busca de la verdad. Su madre, María Delia “Nené” Grassi, también fue incondicional.
La búsqueda inconclusa de Justicia: una telenovela judicial
El desfile de imputados, desde el abogado Magnasco al obrero Bárzola, actual imputado, pasando por Gastón Zárate (“el perejil”) y el propio Facundo Macarrón, fue un reflejo de la confusión y la desesperación de la investigación. Se dijo que no se siguieron todas las líneas investigativas y se sucedieron los fiscales.
El caso se convirtió en una “telenovela” alimentada por intriga sexual, corrupción y conspiración. Años después, en 2022, el viudo, Marcelo Macarrón, fue absuelto, aunque durante el juicio se declaró a Nora víctima de femicidio y se pidió un “juicio por la verdad”.
Pero el caso sigue impune y prescripto. Nora, que tenía 51 años al morir, hoy tendría 70.
Netflix y la promesa de “otra mirada”
Y así llegamos al presente. A casi 19 años del crimen –se cumplirán el 25 de noviembre de este año–, la ciudad de Río Cuarto se preparó durante los últimos días para la inminente llegada de la serie documental Las mil muertes de Nora Dalmasso a Netflix.
La expectativa era palpable, según revelaron distintos testimonios a La Voz. Aunque no se trata de la frenética algarabía de los primeros años, sino de una anticipación más reflexiva, cargada de la historia y el dolor acumulado.
Las conversaciones en los cafés vuelven a girar en torno al caso, pero esta vez con una diferencia: la esperanza de “otra mirada”.
Esta nueva producción busca, según sus creadores, “destacar no solo los aspectos judiciales y mediáticos del caso, sino también la dimensión humana de la víctima y su entorno”.
El director Jamie Crawford, quien vivió en Río Cuarto, explicó que su conexión personal con el lugar lo motivó a este proyecto. Su objetivo principal es “mostrar quién era realmente Nora Dalmasso, y cómo su familia y sus allegados enfrentaron las consecuencias en estos 19 años”.
Con acceso a material de archivo inédito y entrevistas exclusivas con figuras clave del caso –desde el bioquímico policial Daniel Zabala hasta el fiscal de cámara Julio Rivero, y periodistas como Denise Audrito, además de amigos cercanos de Nora, como Cecilia Balbo y Néstor Ponzio–, la serie promete arrojar luz sobre las complejidades de este femicidio que conmocionó a todo un país.
Para Río Cuarto, este estreno representa una oportunidad única. Después de años de especulaciones, estigmatización y frustración por la falta de justicia, hay una latente esperanza de que la serie sea “la otra mirada” que tanto se necesita, la que busque pistas sobre quién la mató y ponga fin a la revictimización.
La ciudad, que fue testigo de una cobertura mediática implacable y a menudo dañina, ahora espera que esta producción contribuya a un entendimiento más profundo y humano del caso.
El silencio se rompe una vez más, pero esta vez con la promesa de una voz más empática y, quizás, definitiva.
Río Cuarto, la segunda ciudad más importante de la provincia de Córdoba, respira hoy una mezcla de quietud y una expectación palpable. Transcurrieron más de 18 años desde aquella fatídica noche del 24 de noviembre de 2006, cuando la lluvia caía sobre las calles de Villa Golf y una tragedia silente se gestaba en el hogar de Nora Dalmasso. Aquel suceso, que sacudió los cimientos de la comunidad, vuelve a ponerse en el centro del escenario, no por un nuevo giro judicial, sino por la llegada de la serie documental Las mil muertes de Nora Dalmasso a Netflix que se estrenó el jueves. Para Río Cuarto, este no es solo un estreno mundial, es el regreso de un fantasma, una oportunidad para revisitar la herida, pero, quizás, también para iniciar un verdadero proceso de sanación.La noche que lo cambió todo: un femicidio sin testigosEn aquellos días de 2006 y en los años siguientes, como 2007 y 2008, la tranquilidad intrínseca de esta ciudad del sur cordobés se hizo añicos. El viernes 24 de noviembre de 2006, Nora Dalmasso, una mujer de 51 años, compartía una cena con un grupo de amigas en el resto bar Alvear. La velada, que en retrospectiva se cargó de una pesada melancolía, había comenzado con un detalle extraño: una reserva cancelada por un hombre no identificado. A pesar de la anécdota, lograron conseguir una mesa en el entrepiso. Comieron, bebieron vino, y las amigas recordaban la alegría y sensualidad de Nora esa noche. Hablaron de temas íntimos, con bromas que luego resonarían en el circo mediático que se desataría. Después de la cena, la reunión continuó en casa de Rosario Márquez, en Villa Golf, entre champán y cigarrillos, mientras afuera, la lluvia arreciaba y las calles se hacían barro.Todo lo publicado sobre el caso DalmassoPoco antes de las tres de la madrugada del 25 de noviembre, la reunión se disolvió. “Polly” Ruiz fue la última amiga en ver a Nora con vida, despidiéndose con un bocinazo mientras ella, al volante de su Volkswagen Bora, se dirigía hacia su casa, en el mismo barrio.Una vez en su domicilio, la mujer se bañó y se acostó en la cama de su hija; y justo en ese momento comenzó a llover. Esa madrugada en Río Cuarto no estaban sus hijos ni su marido. Facundo vivía en Córdoba capital, donde estudiaba abogacía; Valentina se encontraba en un intercambio estudiantil en Estados Unidos, y Marcelo Macarrón estaba en Punta del Este, Uruguay, donde participaba de un torneo de golf. Aquella, según se contaría después, “era la hora de los asesinos”. Dentro de su propia casa, alguien la esperaba para matarla. Apenas unas horas después de ese sábado 25, Nora fue encontrada muerta en Villa Golf, desatando una conmoción que la ciudad de Río Cuarto jamás olvidaría.El circo mediático: cuando Río Cuarto se volvió escenarioEl estupor fue inmediato, pero la profunda transformación que viviría Río Cuarto era inimaginable. La ciudad, conocida por su tranquilidad, se convirtió en el epicentro de un circo mediático sin precedentes. La calle Alvear, cerca de los tribunales, se llenó de móviles de televisión, una postal habitual que reflejaba la voracidad informativa.Periodistas de todo el país acampaban con sus reposeras en el diminuto patio de los tribunales. Cada nuevo dato, cada giro en la causa, desataba un movimiento frenético de cronistas, estudiantes de comunicación, vecinos y curiosos. Era una vigilia constante, una ciudad en vilo.El caso Dalmasso tenía todos los condimentos que llamaron la atención del gran público: una mujer hermosa, de buena posición social, casada con un médico traumatólogo de relevancia en una sociedad pequeña. Nora, aunque no era rica, venía de una familia reconocida y era valorada por su solidaridad, amplificando el interés morboso.El tratamiento mediático fue, en gran parte, brutal. Los programas sensacionalistas, especialmente de la prensa porteña, se ensañaron con Facundo Macarrón, el hijo de Nora, quien tenía solo 19 años cuando lo imputaron en la fría madrugada del 7 de junio de 2007. Su vida “se detonó” y la prensa lo “sacó del clóset a la fuerza” cuando reveló que mantenía una relación sentimental con otro hombre. Incluso, un programa de televisión, con cámaras ocultas, lo fue a buscar al campus de la Universidad Católica de Córdoba (UCC), donde cursaba.Medios como América TV llegaron al extremo de mostrar fotos de Nora Dalmasso en su lecho de muerte, en pleno horario de protección al menor, un escándalo que llevó a la familia a iniciar juicios. Esas imágenes fueron emitidas durante casi media hora en el noticiero que era conducido por los periodistas Mónica Gutiérrez y Guillermo Andino.Nora fue revictimizada una y otra vez por el escrutinio público y mediático, y le endilgaban muchos amantes, e incluso se hacían remeras con un chiste de mal gusto: “Yo no estuve con Norita”. Fue su hermano, Juan, quien salió a defenderla “a capa y espada” en los medios locales, pidió que no se desviara el foco y proclamaba: “Yo sí estoy con Norita”, en busca de la verdad. Su madre, María Delia “Nené” Grassi, también fue incondicional.La búsqueda inconclusa de Justicia: una telenovela judicialEl desfile de imputados, desde el abogado Magnasco al obrero Bárzola, actual imputado, pasando por Gastón Zárate (“el perejil”) y el propio Facundo Macarrón, fue un reflejo de la confusión y la desesperación de la investigación. Se dijo que no se siguieron todas las líneas investigativas y se sucedieron los fiscales. El caso se convirtió en una “telenovela” alimentada por intriga sexual, corrupción y conspiración. Años después, en 2022, el viudo, Marcelo Macarrón, fue absuelto, aunque durante el juicio se declaró a Nora víctima de femicidio y se pidió un “juicio por la verdad”. Pero el caso sigue impune y prescripto. Nora, que tenía 51 años al morir, hoy tendría 70.Netflix y la promesa de “otra mirada”Y así llegamos al presente. A casi 19 años del crimen –se cumplirán el 25 de noviembre de este año–, la ciudad de Río Cuarto se preparó durante los últimos días para la inminente llegada de la serie documental Las mil muertes de Nora Dalmasso a Netflix. La expectativa era palpable, según revelaron distintos testimonios a La Voz. Aunque no se trata de la frenética algarabía de los primeros años, sino de una anticipación más reflexiva, cargada de la historia y el dolor acumulado. Las conversaciones en los cafés vuelven a girar en torno al caso, pero esta vez con una diferencia: la esperanza de “otra mirada”.Esta nueva producción busca, según sus creadores, “destacar no solo los aspectos judiciales y mediáticos del caso, sino también la dimensión humana de la víctima y su entorno”. El director Jamie Crawford, quien vivió en Río Cuarto, explicó que su conexión personal con el lugar lo motivó a este proyecto. Su objetivo principal es “mostrar quién era realmente Nora Dalmasso, y cómo su familia y sus allegados enfrentaron las consecuencias en estos 19 años”. Con acceso a material de archivo inédito y entrevistas exclusivas con figuras clave del caso –desde el bioquímico policial Daniel Zabala hasta el fiscal de cámara Julio Rivero, y periodistas como Denise Audrito, además de amigos cercanos de Nora, como Cecilia Balbo y Néstor Ponzio–, la serie promete arrojar luz sobre las complejidades de este femicidio que conmocionó a todo un país.Para Río Cuarto, este estreno representa una oportunidad única. Después de años de especulaciones, estigmatización y frustración por la falta de justicia, hay una latente esperanza de que la serie sea “la otra mirada” que tanto se necesita, la que busque pistas sobre quién la mató y ponga fin a la revictimización. La ciudad, que fue testigo de una cobertura mediática implacable y a menudo dañina, ahora espera que esta producción contribuya a un entendimiento más profundo y humano del caso. El silencio se rompe una vez más, pero esta vez con la promesa de una voz más empática y, quizás, definitiva. La Voz
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