“Lian está vivo: sigan buscándolo”: el desesperado pedido de los padres
“Lian está vivo”.
Esto repiten, entre lágrimas, Elías y Plácida, los papás de Lian Gael Flores Soraide, el niño cordobés de 3 años que desapareció hace 100 días y de quien, de manera casi inexplicable, nada se sabe.
Elías dejó por un rato su tarea diaria de fabricar ladrillos para recibir a La Voz en el ladrillal, el lugar donde su hijo desapareció.
En el recorrido por el predio señaló los lugares que caminó mil veces desde el sábado 22 de febrero, cuando por la tarde no volvió a encontrar a su hijo.
Esa vez, recordó, se había reunido junto a sus hijos a comer uvas en medio de un calor agobiante. Acababan de levantarse todos de la siesta, y la alerta la dieron los hermanos: “Lian no está”.
Sorprendido, primero creyó que había una equivocación y luego que era un extravío de minutos: “Tenía que estar por acá. Vimos debajo de los plásticos con los que se cubre la pila de ladrillos, en los pisaderos (hoyos donde se prepara la mezcla), en los huecos donde sacamos el material, en el campo de soja”, reconstruyó mientras señalaba cada punto.
Pero Lian no estaba. Y nunca más volvió a aparecer. Al otro día, el domingo 23, un operativo policial y judicial invadió la zona: “Tuve que llamar dos veces al 111, número de emergencia, porque la primera vez no vinieron”, comentó Elias.
La Policía, la Gendarmería y el Ejército, junto al ministro de Seguridad de Córdoba, Juan Pablo Quinteros, a los fiscales de la causa (son cinco: dos provinciales; una federal y dos especializados en Trata), barrieron durante días la llamada “zona cero”. Hubo drones sobrevolando el perímetro.
Pero no se llegó a nada. Y lejos de aquellos días atribulados, con uniformados apostados en cada centímetro del terraderal de unos 400 metros donde viven cuatro familias de ladrilleros, todas de origen boliviano, en la actualidad no hay nada.
No hay una consigna policial cuidando la entrada al predio, ubicado en una zona rural de la localidad de Ballesteros Sud, ni un perímetro delimitado por cintas. No hay nada: sólo una familia que espera saber lo que ocurrió.
¿Se olvidaron de Lian?
Entre tanto, los padres del niño, a cargo de otros cinco chicos, siguieron trabajando. Pero nunca nada fue igual.
“Todos los días cargamos con ese peso. Lloramos. Plácida llora todos los días. Y los hermanos empiezan a llorar. Y cuando eso ocurre, todos lloramos”, cuenta Elías.
Entre las pocas palabras que puede pronunciar la mamá, entre lágrimas, pide que sigan buscando a su “chiquito”.
“A dónde voy a ir. No sé qué más hacer. ¿Se olvidaron de Lian? Está vivo y lo tienen que encontrar”, pide.
Además, se sienten profundamente ofendidos: “Nos acusan en los medios de haber vendido a nuestro hijo para pagar deudas. No tengo deudas, porque no uso tarjetas de crédito ni compro a préstamo”, dijo el padre.
Y completa, en tono defensivo: “Nos preguntaron por qué hablamos con ciertas personas que estaban en nuestro registro de llamadas. Conté todo lo que recuerdo. También querían saber por qué estuve revisando el Facebook Marketplace. Ahí paso el tiempo buscando precios para comprar todo más barato”.
Por su parte, la mujer pidió que busquen entre sus vecinos. Y arrojó dos frases contundentes.
En su primera declaración, sostuvo que en la casa colindante a la suya trabajó durante horas una Volkswagen Surán gris. “Hacía mucho calor. Hay que preguntar a esa gente por qué estaban trabajando con semejante temperatura”, dijo.
En segundo lugar, comentó que siete días más tarde halló en la puerta de su casa el pantalón de su hijo.
“Estoy segura que era su jogging, porque tenía las manchas de sus mocos que habitualmente se limpiaba en el pantalón. Le avisamos a la Policía y nadie lo tocó. Vinieron ellos y lo pusieron en una bolsita, pero no nos dijeron más nada”, comentó.
Ella cree que en ese predio viven los responsables de la desaparición de Lian. Y tiene la hipótesis de que no lo atropellaron, ni lo atacaron los animales que podrían habitar la zona: “Él está vivo y se lo llevaron”, afirma.
La pobreza y el desamparo, claves en la causa Lian
Cuando la Policía y los fiscales levantaron el campamento que instalaron durante los primeros días de la investigación, la familia debió volver a sus labores.
Ahora con un solo celular y sin el tractor que les servía para juntar el material que les permite amasar los ladrillos, tuvieron que hacer todo a mano.
“Nos secuestraron el tractor y lo devolvieron hace cinco días. Pero estamos muy atrasados. La Municipalidad de Ballesteros Sud nos ayuda con una caja de alimentos cada 15 días”, contó Elías.
Sin embargo, criar a los cinco hermanos de Lian, la mayoría menores de 10 años, y sostener las necesidades familiares no fue algo sencillo para los Flores Soraide.
“Cuando estoy trabajando se aparece la memoria de mi hijo y me desvanezco”, comentó el hombre, afligido por lo que atraviesa.
“Necesitamos al menos otro celular, porque por esa vía contactamos a los compradores. Algo de comida. No tenemos calefacción”, contó la mujer.
La casa en la que viven, sin revestimiento en las paredes, con techo de chapa, con una letrina en el exterior en la que los chicos y los padres hacen sus necesidades, se encuentra expuesta al frío que por estos días azota a Córdoba.
“Tratamos de cobijarnos con abrigo. Ya no sentimos el frío. Queremos que Lian vuelva”, dijo Plácida. De vez en cuando, prenden fuego para calentarse, reconoció.
En cuanto a los hornos donde queman los ladrillos para cocinarlos, Elías aclaró que son construcciones que se arman y se desarman para cada cocción. Es decir: cada vez que va a cocinar una tanda de ladrillos, arma un horno con otros ladrillos ya fabricados. Luego desarma ese horno.
Los hornos habían sido utilizados por última vez en enero, dijeron.
La “huella borrada” de Lian
El tema, reconocen en la población de Ballesteros Sud, la más próxima a esta zona rural alejada, también se fue “borrando” de las preocupaciones colectivas.
“Ya nadie se acuerda de Lian. En el jardín de los chicos, de sus hermanos, o en la escuela de los más grandes, el tema sigue siendo una preocupación. Pero ya no hay carteles por todas partes”, coinciden los habitantes.
“Antes se hablaba todos los días de Lian. Ahora dejó de ser un tema de conversación. También hay miedo y muchas dudas aún sin responder”, dijo otra mujer de la localidad.
Los padres de Lian, por su parte, pidieron revertir este desinterés: “Vinimos a Córdoba para buscar una mejor vida. Él nació en Córdoba. Hay una recompensa de 20 millones activa. Si alguien tiene algún dato certero, que lo cuente. Necesitamos que vuelva a casa”, dijo Elías.