El dilema de las empresas: “aguantar” los costos para no fundirse
El presidente Javier Milei se quejó en estos días del “muy alto retorno para el bajo nivel de capital” que presenta la actividad empresarial en la Argentina. Aunque no mencionó compañías, el planteo se parece en mucho a otros similares realizados durante gobiernos del kirchnerismo.
“Cuando la economía se ordena, lo que sacan de la empresa no les permite mantener el nivel de vida que traían y en lugar de ganar eficiencia para bajar costos (…) piden devaluar”, expuso en las redes sociales, no sin repartir antes culpas a la prensa.
La rentabilidad empresaria en la Argentina es un tema con frecuente presencia en el debate público y se ubica en el centro del escenario no solo por el giro económico ya realizado, sino porque en lo sucesivo a partir de la relativa estabilidad inflacionaria y el ancla cambiaria, esta variable puede comportarse de manera muy diferente.
Milei ha dicho hasta el cansancio que no devaluará y que las empresas que piden –de frente o a través de lobistas, como el Gobierno le atribuye a una siderúrgica– un tipo de cambio mayor no tendrán más remedio que resignar ganancia para competir. O se fundirán.
El economista Marcelo Capello advierte sobre este punto a partir de un dato que comienza a plasmarse en la actividad: la progresiva apertura de las importaciones. Las empresas que con anterioridad a esta política “obtenían ganancias por arriba de lo normal, quizás puedan sobrevivir, pero con tasas normales de rentabilidad”, apuntó el vicepresidente del Ieral-Fundación Mediterránea.
En cambio, aquellas firmas que aún con protección de mercado obtuvieron baja rentabilidad estarán en problemas para sobrevivir en un entorno de mayor competencia de productos importados, agrega el analista.
El reciente estudio sobre la situación de la industria elaborado por la Unión Industrial Argentina (UIA) menciona esta problemática en su conjunto. Solo el 18,3% habló de un mayor nivel de producción en febrero, y apenas un 22,2% vendió más en la comparación interanual. La producción y las ventas no repuntan como para esperar un horizonte de rentabilidad promisorio. Así arranca el año.
Pymes y costos
La Voz consultó también cómo habían cerrado 2024 en materia de rentabilidad a medio centenar de pequeñas y medianas empresas, de la industria, el comercio, los servicios y el año, casi la mitad del rubro fabril y chicas es decir, las más expuestas.
El 22% aseguró directamente no haber tenido rentabilidad el año pasado, un 25% de quienes respondieron afirmaron que las ganancias no superaron el 5% de la facturación después de impuestos y otro 30% indicó que consiguió un 10% de beneficio neto.
¿Nadie ganó más plata? Sí. El 9% marcó que su rentabilidad fue del 10% al 20% y en la punta de la pirámide un 14,5% señaló que ganó más del 20% después de haber tributado.
“No estoy llorando. Estamos desde hace cuatro meses con rentabilidad negativa, a pesar de haber aumentado los volúmenes de venta en kilos, los precios bajaron 45 por ciento en dólares y el margen se redujo a casi la mitad. Los costos van por el ascensor”, resumió el principal ejecutivo de una empresa protagonista en el rubro de la metalúrgica.
El “costo” de producir
Precisamente, en la encuesta del CEU, los costos de producción constituyen el principal foco de preocupación, al punto de colocar en un segundo lugar a la caída de la demanda, que se había manifestado en el tope en las mediciones anteriores.
El impacto viene por varios frentes. “El problema ya no es la rentabilidad, sino el golpe financiero de pagar impuestos de todo tipo. Te van consumiendo de a poco el cash flow y si querés vender a plazo te quedás con cheques que luego necesitás monetizar. A eso se suman los sueldos y los costos fijos”, agregó ante la consulta de este medio un industrial líder del rubro plástico del interior.
El tributarista José María Farré es reacio a caer en generalizaciones en cuanto a las ganancias de las empresas, pero señaló que con la inflación a la baja, en lo sucesivo “la tasa de interés va a jugar mucho con la rentabilidad”. “Si la empresa necesita financiamiento para funcionar, más la suba inercial de costos, el problema es serio”, explicó.
Y aquellas en buena situación que no necesitan financiamiento también afrontan el dilema de qué hacer con los ahorros, sobre todo en dólares, comenta.
“¿Cuál es el costo alternativo de tener esos fondos en bonos del Tesoro, por ejemplo?”, preguntó Farré.
Qué pasa con las “grandes”
Otra forma profesional para estimar ganancias es contabilizar el resultado pero –a la inversa de lo planteado a las Pyme– antes de pagar impuestos, tasas y amortizaciones, entre otros. Es lo que se denomina “Ebitda”, una metodología utilizada, sobre todo, para acceder al mercado financiero de largo plazo.
Según la página web de la calificadora Moody’s de Argentina, una gran compañía láctea con fuerte presencia en las góndolas, es decir, con un rol central en el consumo, consiguió a junio del año pasado un Ebitda de 5,7%.
“El incremento en la rentabilidad es producto de la recomposición de precios que permitió hacer frente a la caída de la actividad económica”, menciona el análisis. Dicho de otra manera, el resultado mejoró después de la devaluación con la que arrancó Milei.
Otra alimentaria líder en el mercado interno y con proyección internacional obtuvo en 12 meses hasta septiembre del año pasado un margen Ebitda del 7%, un porcentual que está en el rango del 8% al 10% esperado por la compañía.
Fuera del mundo de los alimentos, una cementera de capital internacional consiguió magníficos resultados en 12 meses hasta septiembre del año pasado: 17%. “Mantendrá sólidos márgenes de rentabilidad producto de la eficiencia en costos generados por la compañía”, apuntó Moody´s.
Justamente, en las perspectivas de un año al que le queda un largo trecho por delante, están los interrogantes. “Las expectativas para el próximo año se moderaron, con una menor proporción de empresas que prevé una mejora en su situación económica”, tanto en su sector como a nivel país, indicó el CEU-UIA.
En la consulta con los empresarios cordobeses sucede algo parecido. De aquel 53% que dijo haber tenido de rentabilidades de hasta el 10% en 2024, cuando se pregunta por el año que corre el 71% indicó que espera ahora esa misma rentabilidad. Una expectativa moderada a pleno.