Milei, las criptomonedas y la psicopatología del poder
Si queremos evitar la superficialidad en el análisis, hay que responder dos preguntas que son centrales.
¿Qué pasó en la mente de un gobernante exitoso para hacer lo que hizo?
¿Cuál es y cuál será la responsabilidad del Estado argentino por la conducta del presidente Javier Milei?
La calificación penal de la conducta presidencial como negligente o dolosa es un tema menor. Haya sido estafado o bien haya sido partícipe en una estafa internacional. Sus palabras de promoción y apoyo a esa criptomoneda han tenido consecuencias y generaron millonarios y ruinas económicas.
Este es hoy un debate central en las democracias modernas. Hasta qué punto las redes sociales expresadas en cuentas públicas o privadas de un presidente son la expresión de la voluntad del Estado. Y hasta qué punto generan responsabilidad reparatoria estatal.
Lo público y lo privado
¿Qué diferencia jurídica y política hay entre las palabras de un presidente expresadas en sus cuentas privadas y las expresadas en cuentas públicas?
La promoción que hizo Milei de la criptomoneda $Libra la realizó en su cuenta privada. Pero la hizo al cierre de los mercados bursátiles el último día de la semana, con tres días de feriados consecutivos.
Es decir, con pleno conocimiento para un especialista de que el movimiento y la respuesta de los mercados estarían suspendidos durante tres largos días.
Mi posición es clara: las palabras de un presidente expresadas en redes sociales, sean cuentas públicas o privadas, constituyen actos estatales y generan responsabilidad penal, civil y política. Esta es la lógica del mundo digital que hoy marca a las democracias del siglo 21.
Los boletines oficiales han sido, en gran medida, reemplazados por las cuentas presidenciales en redes sociales.
Esta introducción sirve para sostener que las palabras de promoción y apoyo de Milei a esta criptomoneda son expresiones del Estado argentino y generan responsabilidad estatal, más allá de que hayan sido publicadas en su cuenta privada.
El destinatario virtual no distingue si el mensaje llega desde una cuenta pública o privada; sólo mira el mensaje y quien lo firma. Por esa razón, el presidente Milei deberá responder judicialmente de sus dichos como funcionario público que es.
La psicopatología del poder
En Argentina tenemos sobrados ejemplos de cómo un gobernante exitoso, como lo es ahora Milei, cae fácilmente en el encandilamiento de su propia imagen. El narcisismo del poder, la creencia en su impunidad y en su eternidad.
Ya nos pasó con Cristina Fernández de Kirchner y el “vamos por todo” en el esplendor de su popularidad. O bien con el uso de los derechos humanos para castigar y descalificar al adversario político en juzgamientos públicos. O bien la justificación en la lucha contra el neoliberalismo para lavar activos provenientes de la corrupción.
Y Milei, que apareció como un diferente, que venía a ayudarnos a escapar del espanto de un gobierno marcado por la incompetencia y la corrupción, cae en lo mismo. O muy parecido.
No hay mucha diferencia entre la estafa con las criptomonedas y la fiesta en Olivos de Alberto Fernández. O con la causa de los cuadernos. Sólo un cambio de formas.
La participación de Milei en esta estafa digital internacional está fuera de toda duda. Sea por incompetencia, sea por dolo.
La psicopatología del poder es un segmento de la psicología social que analiza los comportamientos gubernamentales. Ese análisis está condicionado al marco cultural de cada sociedad.
La sociedad argentina está marcada por la dialéctica del éxito y de la derrota. A los gobernantes exitosos, los argentinos les perdonamos casi todo; no nos importa demasiado el costo penal o el costo ético-social del éxito.
Los peligros del éxito
A un gobernante exitoso como lo es Milei, por sus aciertos en la macroeconomía, le está pasando lo mismo que a Cristina Fernández de Kirchner en el esplendor de su poder.
Ambos parecen haber caído en la ilusión narcisista de encandilarse con su propia imagen. Milei pensó que sus éxitos en la lucha contra la inflación lo habilitaban a todo, a ir por todo, como nos decía la expresidenta.
Esta parece ser la marca argentina del éxito gubernamental: la impunidad del poder. Milei decidió usar las redes sociales como instrumento de poder. Como Cristina lo hacía en sus mensajes por cadena nacional.
Milei ganó las elecciones con las redes sociales. Y con ellas nos gobierna. Con ellas elogia y ejecuta funcionarios. No hay líneas divisorias entre lo público y lo privado en este mundo de las democracias digitales.
El rol de la Justicia
La estafa con las criptomonedas es un hecho que no admite prueba alguna en contra. Es público y ha sido reconocido por el Presidente. Sólo falta saber si será o no investigado con imparcialidad e independencia por parte de la Justicia.
No es para nada suficiente que se pida la investigación de la Oficina Anticorrupción, que es una estructura que depende del Poder Ejecutivo y, como tal, está sometida a presiones y despidos fulminantes de Milei.
Hace falta una investigación en manos de jueces independientes e imparciales que analicen con las pruebas y los hechos qué pasó, cuál es la responsabilidad de la República Argentina y cuál es la responsabilidad del presidente Milei.
La Justicia argentina tiene una debilidad histórica cuando investiga al poder. Así lo dice el Informe 1/98 de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (Bogotá).
Creo que este caso es una oportunidad que se le presenta a la Justicia argentina para reconciliarse con la sociedad y contarnos a los argentinos con rigor y objetividad qué fue lo que en realidad pasó con esta inédita promoción presidencial de una criptomoneda y por qué pasó lo que pasó.
* Exdiputado nacional