Ciclo lectivo 2025: los desafíos de las familias en la vuelta a clases

Cada año, el regreso a las aulas se da en el marco de un proceso particular que atraviesan las familias para reacomodar sus rutinas y darle inicio a una nueva etapa educativa. La semana pasada, alumnos y alumnas de los primeros años de primaria y secundaria comenzaron a transitar sus períodos de adaptación, y desde hoy (o mañana si el docente a cargo hace paro) larga el resto.

Más allá de los cambios de rutina y del fin de las vacaciones, se trata de un momento de preparación, reorganización, ansiedad y también temores. Muchos chicos y chicas comienzan ciclos nuevos, cambian de escuela, de grupos o de horarios. Lo viven como un nuevo comienzo y la mayoría se conmueve con ello.

Viviana Salomón es integrante de la Comisión de Educación del Colegio de Psicopedagogos de Córdoba. En diálogo con La Voz explica que estas instancias generan incertidumbres. “Las familias plantean expectativas en relación a cómo van a encarar el año, qué van a enseñar, qué tienen que hacer, etc. Buscan organizarse para alcanzar los objetivos que se ponen por delante. Incluso, muchas reciben colaboración de terceros, como por ejemplo los abuelos”, dice.

Salomón señala que los que trabajan en el ámbito educativo entienden que la familia es un pilar fundamental y que el aprendizaje es un desafío al que se enfrentan. “Lleva tiempo y demanda de otras estrategias acompañar este proceso”, expresa.

Victoria es madre de Juana que tiene 3 años. El lunes comienza las clases en un jardín nuevo. “Estamos muy emocionados con su papá, pero a la vez todo es un caos. Empieza la ambientación y con ella los horarios cortados, donde lo laboral no ayuda para nada en cuanto al acompañamiento de este proceso tan importante, el conocer un nuevo lugar con nuevas personas, fuera de casa”, relata y dice que es un proceso de ansiedades mutuas.

“Es importante estar junto a los chicos para contenerlos y darles la seguridad emocional necesaria para afrontar estos cambios”, explica. El padre de Juana tiene un trabajo con horarios más flexibles y Victoria es docente. Para el primer día, acordaron que el papá la acompañara con la colaboración de los abuelos.

El período de ambientación es importante para que los alumnos puedan adaptarse correctamente a un nuevo espacio y relacionarse con sus pares. Si bien hay familias que no cuentan con la posibilidad de acompañar a sus hijos en esta etapa, el trabajo en los hogares también es una parte fundamental.

Otro punto importante es cómo será el lazo que se establece entre la familia y los estudiantes. Este debe ser en un contexto de amorosidad, contención y comprensión. Así, cualquier obstáculo y temor tiende a desaparecer. Salomón argumenta que hay que trabajar en el fortalecimiento de la autoestima de los chicos. En un marco de situaciones de bullying y conflictos convivenciales, puede resquebrajarse la integración.

Por otra parte, el acompañamiento físico es tan importante como el simbólico, estar atentos a lo que necesitan, a cómo se relacionan con el resto, conocer los grupos de amigos. “Ser curiosos de la vida de los chicos demuestra que nosotros estamos motivados para que a ellos les vaya bien en la escuela y hacer de ella un espacio social donde aprendan a manejarse en comunidad”, agrega.

En cuanto al tiempo de dedicación, destaca que es importante que la cantidad vaya de la mano con la calidad. “Los dispositivos móviles llevan a que los chicos se acostumbren a las pantallas y esto corta la comunicación, el desarrollo del lenguaje. El lazo vincular es lo único que lleva a que un niño en formación se constituya como tal”, fundamenta.

Hay muchos niños que al inicio de clases lo viven con angustia y lloran los primeros días. “Es porque sienten desconfianza y soledad”, explica la psicopedagoga, “y aquí es importante hablarles con tranquilidad, transmitirles seguridad, dejarles claro que no hay razones para tener miedo”.

Sobre la realización de las tareas que quedan para el hogar, la especialista recomienda que se fomente el trabajo individual de los chicos y luego lo revisen. También, cuidar las formas en las que uno les pide que hagan los deberes. “Así como los padres arman su bolso para ir a trabajar, el niño puede hacerlo también. Hay que generar autoconfianza y seguridad”, destaca Salomón.

Desde el Colegio de Psicopedagogos observan una migración de estudiantes desde la gestión privada a la pública. Y atribuyen este pase al contexto económico actual. En ese sentido, afirman que en tiempos de crisis suelen darse estos movimientos.

Volver a madrugar

El regreso a las aulas trae consigo un desafío clave para los niños y adolescentes: reacomodar los hábitos de sueño tras las vacaciones. Especialistas en educación, psicología infantil y pediatría coinciden en la importancia de restablecer rutinas que garanticen un descanso reparador, fundamental para el rendimiento académico, el desarrollo emocional y la salud física. Además, advierten que este proceso puede llevar varias semanas y que es esencial para un regreso exitoso a la rutina escolar.

Alejandra Bertolez, docente de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), destaca que “el hábito y la rutina se instauran a lo largo de toda la vida y durante todo el año”. Aunque es natural relajarse durante las vacaciones, enfatiza que los niños necesitan mantener ciertas rutinas para asegurar su bienestar.

“Nuestros niños necesitan ciertas horas de sueño para reparar toda la actividad del día, desarrollarse, crecer y estar saludables”, afirma. También subraya que, al comenzar el ciclo lectivo, la falta de un descanso adecuado puede traducirse en falta de concentración y menor rendimiento en clases.

La licenciada Lorena Codosea, profesora de la cátedra de Psicología del Desarrollo Infantil en la Facultad de Psicología de la UNC, subraya la importancia del descanso en el desarrollo infantil. “El descanso es clave para nuestro bienestar integral, tanto mental como físico”. Y explica que el sueño favorece funciones cognitivas esenciales como la concentración, la memoria y el aprendizaje, fundamentales en períodos de exámenes.

La especialista también destaca que el sueño regula las emociones: “La falta de sueño puede incidir en la capacidad del cerebro para procesar emociones de manera efectiva”, afirma. La irritabilidad, la falta de tolerancia y los cambios de humor son algunos de los síntomas frecuentes de un descanso insuficiente.

Asimismo, señala que la carencia de sueño puede intensificar cuadros de ansiedad o estrés en estudiantes que enfrentan evaluaciones o situaciones escolares exigentes.

Transición saludable

La pediatra Ángela Nakab, secretaria de la Subcomisión de Medios y Comunicación de la Sociedad Argentina de Pediatría (SAP), explica que el sueño tiene un rol crucial en el desarrollo físico y cognitivo de los niños. “Durante el descanso, el cerebro consolida la memoria, regula las emociones y libera hormonas esenciales para el crecimiento”, detalla.

En relación con la vuelta a la rutina, recomienda realizar un ajuste gradual de los horarios al menos una semana antes del inicio de clases. “Es ideal adelantar la hora de acostarse y despertarse en incrementos de 15 a 20 minutos cada día, hasta alcanzar el horario deseado”, sugiere.

Además, remarca la importancia de crear un ambiente propicio para dormir: “La habitación debe ser tranquila, oscura y con una temperatura adecuada”. Nakab también recomienda evitar actividades estimulantes antes de dormir, como el uso de videojuegos o redes sociales.

Bertolez hace hincapié en la necesidad de establecer rituales que acompañen el descanso. “Es importante no estar en contacto con pantallas al menos una o dos horas antes de acostarse, cenar más temprano, tomar un baño relajante y preparar la cama pueden ser actividades que se conviertan en un juego y no en una obligación”, explica.

Según la especialista, estos pequeños hábitos pueden convertirse en aliados clave para una transición más amena hacia la rutina escolar.

Los especialistas advierten sobre las consecuencias de un mal descanso. Nakab señala que la falta de sueño puede generar problemas en la atención, la memoria y el control inhibitorio, lo que afecta el rendimiento académico. “En los adolescentes, los cambios en los ritmos circadianos predisponen a acostarse y levantarse más tarde, lo que puede intensificar estos efectos”, explica.

Uno de los fenómenos mencionados por la pediatra es el denominado “jet lag social”, una suerte de desincronización del reloj biológico con los horarios sociales. “Este desajuste puede manifestarse con somnolencia diurna, irritabilidad y dificultades cognitivas que impactan en el rendimiento escolar”, advierte. Y remarca que una falta crónica de sueño puede derivar en problemas de salud, como aumento de peso, debilitamiento del sistema inmunológico y trastornos del estado de ánimo.

Codosea añade que mantener horarios regulares de sueño durante las vacaciones podría ayudar a mitigar estos efectos. No obstante, reconoce que lograr una adaptación completa puede tomar entre 15 y 20 días. “Es importante que las familias tengan paciencia: cada niño tiene su propio ritmo de adaptación”.

Crear hábitos duraderos

Bertolez resalta que la responsabilidad de establecer rutinas de descanso recae principalmente en los adultos responsables. “La escuela puede ser un aliado en ordenar actividades, pero los primeros en instaurar hábitos somos los adultos”, dice.

La especialista aconseja crear un entorno propicio para dormir, con luces tenues, cuentos antes de dormir y objetos que acompañen el sueño de los más pequeños. “Es fundamental que el espacio donde duerman los niños sea placentero y contemple sus necesidades”, indica.

Por su parte, Codosea concluye que “la prevención es clave” e insta a las familias a consultar con profesionales ante cualquier dificultad de los niños para conciliar el sueño. Y destaca que mantener una rutina de sueño adecuada puede tener beneficios a largo plazo, ayudando a desarrollar una mayor estabilidad emocional y un mejor desempeño académico.

La vuelta a clases, más allá de los útiles y los uniformes, implica restablecer un pilar fundamental para el bienestar de niños y adolescentes: el descanso. La organización, los hábitos saludables y el acompañamiento familiar serán esenciales para transitar este regreso de la mejor manera.

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