Andrés Malamud: El ‘criptogate’ no tiene impacto electoral para Milei, pero sí judicial e institucional

Domiciliado en Portugal pero con seguimiento permanente de la realidad argentina, el politólogo bonaerense Andrés Malamud siempre ofrece una mirada lúcida y con perspectiva sobre los temas centrales de la agenda informativa. Dialogó con Voz y voto para dar su mirada sobre el escándalo de la criptomoneda $Libra que rodea al presidente Javier Milei y a su entorno cercano, y para dimensionar sus impactos.

“Dividiría el impacto posible en cuatro dimensiones. La electoral y la económica parecen no haber sufrido grandes bajas. Ni los mercados colapsaron, ni Milei se está cayendo en términos de opinión pública. Lo que observamos es que sube la tasa negativa de aquellos que antes no estaban con él y que los indiferentes hoy están un poco más negativos, pero no bajó el apoyo”.

–¿Y las otras dos dimensiones?

–En esas sí podría haber impacto. La primera es judicial y la segunda es político-institucional. Por judicial me refiero que le van a hacer juicio al Presidente. Y acá lo que importa no es María Romilda Servini de Cubría, lo que importa son los tribunales de Nueva York, donde en este momento varios fondos están tratando de responsabilizar penalmente al Presidente. Y la segunda es político-institucional.

–Resta lo político-institucional, ¿qué perjuicio posible se abre allí?

–Ya cayó Ariel Lijo (fracasó el reciente intento oficialista de aprobar su pliego como integrante de la Corte Suprema). La apuesta más fuerte que tenía este gobierno para llenar las instituciones con gente leal no está funcionando. Hasta este escándalo, hasta el “criptogate”, parecía probable un acuerdo con el kirchnerismo o con los bloques dialoguistas que permitiera que el Senado votase los jueces que Milei quería. En resumen: no se cayeron los mercados, no cayó la imagen pública, pero sí se le cayó Ariel Lijo y tiene problemas judiciales en Estados Unidos. Esos son los dos impactos más fuertes que identificamos por ahora.

–Lo que planteás de Lijo y el impacto institucional se asocia a una nueva actitud que puede empezar a asumir la oposición en relación a Milei. En criollo, ¿creés que desde ahora se va a animar más a ‘entrarle’, tal como hizo Horacio Rodríguez Larreta al contestarle esta semana en un tono muy parecido al que usa Cristina Fernández?

–Exactamente. No es en los votantes, es en los dirigentes u opositores donde vamos a ver algún cambio. El más importante no es de Cristina, ella no cambió. Tampoco el de Larreta, que es alguien que en este momento no tiene recursos territoriales, institucionales, presupuestarios ni votos. La verdadera figura clave en este conflicto es Mauricio Macri, porque todavía lidera una porción del PRO que no se fue con el Presidente y que no está con Patricia Bullrich. Macri lo que está pidiendo es “desentornar” al Presidente. Lo que él hace, diciendo que el Presidente está mal cuidado, es protegerlo. La idea es sacar al Presidente del medio de los tiros y poner allí a su entorno, que son dos personas, Karina Millet y Santiago Caputo; a los que Macri detesta personalmente y por quienes se siente detestado y boludeado. Aquí vio la oportunidad más fuerte para buscar entrar en el círculo íntimo.

–¿Funcionará?

–Lo dudo mucho. Milei, él y ella son inseparables, y Santiago Caputo por ahora parece que se llevó la marca, pero no le soltaron la mano. Es el que se hace cargo pero desde el Gobierno dijeron que lo que hizo fue estúpido pero lo hizo por amor a la perfección, imagínate cómo lo disculpa. Milei mientras tanto mantiene, así que está bien que el entorno se coma los golpes. Me parece temprano para decir que él vaya a dejar caer al entorno por este pequeño desaguisado judicial. Macri está apostando a eso y lo importante es que él todavía tiene la capacidad de definir el futuro de este Gobierno, porque si el PRO que queda en manos de Macri se separa de Milei él no tiene cómo parar a un Congreso en contra. No consigue llegar al tercio para vetar y para decretar. Macri es fundamental para este Gobierno.

–Justo parecía que dejaba de serlo…

–Estaba pasando pero con este evento vuelve a tener un poquito de poder de fuego.

–Ni bien ocurrió el escándalo fue casi inmediata la reacción de Unión por la Patria y del kirchnerismo en sacar la figura del juicio político como alternativa. El Gobierno y sus aliados dijeron ‘es una locura’. Desde donde estás, Europa, y cualquier país con relativa salud institucional, ¿cómo se resuelve una cuestión así?

–Te contesto desde la ciencia política, porque está estudiado para qué se usan los pedidos de juicio político. La mayor parte de las veces no se usan para que funcionen, sino como bandera, como insignia, para señalizar una posición. En toda América Latina y en los Estados Unidos muchas veces se piden juicios políticos sabiendo que no van a salir. Lo que están haciendo los partidos es colocándose como opositores, poniéndose la insignia en el pecho que dice “yo estoy en contra de esto”.

–O sea que en este caso tampoco le ves chances…

–Hoy no tiene chances ese juicio político. Primero, porque como decíamos al principio, esta crisis no caló en las masas. La mayor parte de la población no sabe lo que es una criptomoneda, un “memecoin”, no entiende si esto fue una estafa, no sabe qué significa fijar un tweet. Un poco estoy exagerando porque mucha gente entiende eso. Milei no suele fijar tweets ni borrarlos y esta vez lo fijó primero y lo borró seis horas después. Algo raro hay, pero no tiene impacto electoral. Por lo tanto, mientras la oposición dialoguista no se le dé vuelta, el planteo el kirchnerismo no tiene consecuencias institucionales, solo tiene consecuencias políticas.

–¿Ves más viable el armado de una comisión investigadora?

–Hay tres poderes según la Constitución: judicial, legislativo y ejecutivo. El único que investiga seriamente es el judicial. Todo lo demás es fulbito para la tribuna, es circo. Si es una comisión del Ejecutivo, son personas designadas por Milei que cobran un sueldo por mantenerse leales a él. Si es el Congreso, no hay antecedentes desde e1983 de una comisión investigadora que haya tenido alguna consecuencia. Es más, eso fue lo que se discutió con la Conadep, en los albores de la Democracia, y la Conadep no fue una comisión parlamentaria, se hizo al margen del Congreso. El único poder que investiga y sanciona es la Justicia. Lo demás es circo.

–Volviendo al entorno de Milei. Decías que Santiago Caputo y Karina Milei se llevaron la marca en términos futboleros. Ahora bien, hay indicios bastante claros de que ese entorno es precisamente el que daba acceso al despacho presidencial. Al margen de que Milley los mantenga, ¿no termina siendo un costo que en algún momento va a tener que pagar? ¿Cuánto pueden aguantar un escándalo de estas características?

– Esa pregunta es clave. Y la respuesta depende de identificar en qué consiste la naturaleza del Gobierno. Si el Presidente fuera Macri y gobernara el PRO, la República y las instituciones serían parte componente de su marca, de su identidad. Para Milei, ni la República ni las instituciones son parte de su marca. La marca Milei son dos cosas: bajar la inflación y tener un discurso anti-woke, antiprogresista, antiglobalista, anticomunista. Es decir, una respuesta material a las necesidades de la gente y una respuesta simbólica a las preferencias del interior del país, que es donde él suma la mayor cantidad de adeptos. Mientras él mantenga la inflación baja y su discurso antiprogresista no importa lo que pase con su entorno, no importa la corrupción en las instituciones ni la República. Porque ese es un producto que vendían Lilita Carrió y Mauricio Macri, no los libertarios.

–Llevándote un poco la comunicación política, ¿cómo ves al Gobierno manejando hasta ahora este escándalo? Primero dio la sensación que estaba desorientado, luego se produjo el escándalo de la entrevista a Milei con Caputo determinando preguntas, y luego se volvió a la táctica de intentar desviar la atención con otro tema fuerte de agenda…

–Ellos se dieron cuenta de que tuvieron un impacto negativo. Lo miran en las redes, que es lo que a ellos más les duele, pero no solamente en las redes. Fue un impacto reducido sobre todo a la comunidad digital porque la gente que no está en redes no entiende. En la comunidad digital ellos mandaban y se dieron cuenta de que dejaron de mandar por unos días. Luego retomaron una estrategia. Lo que decís es parte importante: la distracción. Cortinas de humo, hablemos de otro tema. Y otra parte central de la estrategia fue que Milei se haga la víctima, la misma estrategia que utilizó en el debate con Massa en el ballotage. Millet es habitualmente un prepotente, un agresor, alguien que insulta y que trata a los demás de mandriles. De repente, con Massa, se dejó basurear y casi que fue la posición que asumió con Jony Viale (periodista que lo entrevistó), él mismo diciendo “me comí un cachetazo”, poniéndose en víctima.

–Con Massa le resultó, ¿ahora también?

–No está claro que funcione una vez que es Presidente. A un candidato uno le puede aceptar la victimización, porque uno, en el fondo, está votando a alguien que sufrió como uno. Con el Presidente es otra cosa. Con él no se quiere empatizar. El Presidente tiene poder y lo que quiero es que me proteja, me defienda. No lo quiero ver llorar. Y a a esto se le suma el escándalo de la interrupción del asesor y las preguntas pactadas que el periodista. Es un papelón internacional pero se lo come el periodista. Acá Milei, otra vez, queda como víctima de in ‘periodista ensobrado’ y de un ‘asesor incompetente’. En este caso me parece que lo ayuda.

–Hacés diferencias muy tajantes entre lo institucional, lo político y lo que llega al electorado. ¿Son irremediables esos caminos separados en los procesos que estás observando acá y en el mundo? ¿En qué momento vuelven a confluir?

–Bueno, lo que observamos en el mundo es un corrimiento a la derecha en general y hacia las oposiciones. En los últimos cuatro años en América Latina hubo 16 elecciones presidenciales. En 13 de 16 ganaron partidos políticos que no existían 10 años antes. La gente lo que está haciendo es votar cualquier cosa que no sea lo que hay. Y lo que hay incluye lo que está gobernando ahora y lo que gobernó antes. Esto no pasa sólo en América Latina. En Italia y en Francia gobiernan dos partidos que no existían en 2010. La gente está votando en contra de la casta en todos lados, en contra del establishment. A veces vuelve alguno, como Trump, que es “anticasta”. En el caso de Lula, vuelve uno que era casta. Pero en general lo que sucede es que cuando le fracasa un experimento la gente se fuga hacia adelante, intenta otra cosa.

–¿Argentina sigue esa lógica?

– Argentina es un país diferente por una razón muy simple: tiene un problema que los demás no tienen, la inflación. Eso nos hace en parte inmunes a la cuestión ideológica. Para Milei la batalla anti-woke es importante porque lo que hace es galvanizar el frente interno y asegurarse de llegar a los distritos de pañuelo celeste en el interior del país, donde los progresistas no hacen pie. Pero la clave de él es estabilizar, es bajar la inflación. Puede tener un discurso impecablemente derechista, que es muy popular en esta época, pero perder las elecciones si se le dispara el dólar.

–Ya que sos analista internacional y residís fuera de Argentina: ¿hasta qué punto este escándalo afecta a la figura de Milei afuera?

–Lo daña. Los sabemos porque salió en los principales medios que él defiende, empezando por el The Wall Street Journal, también el Financial Times, en The Economist. En todos lados es noticia y por una estafa. Todavía no está claro cuál fue su responsabilidad pero está vinculado. En todo caso, este año Milei ya no es el rockstar de 2024. Y quiero ser claro: no es culpa de él. Hay dos razones: la primera es que ya no es noticia. El año pasado era el único y el primero. Este año está Donald Trump. Y esa es la segunda: hoy el rockstar es Trump, que está haciendo cosas que pocos hubieran imaginado. Revisionismo estratégico internacional. El mismo Elon Musk, aunque se siga juntando con Milei, hoy es funcionario de Trump. Si tiene que elegir prioridades, ¿va a elegir a Millet o a Trump? ¿Qué es más importante en el mundo en 2025? Así que no es por culpa de Milei, pero hoy sus acciones valen menos, independientemente de sus errores, porque Estados Unidos pesa más.

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