El impuesto Pais en el país del impuesto
La decisión del Gobierno argentino de eliminar el impuesto Pais, un tributo que durante años gravó con un 30% las transacciones en moneda extranjera con el fin de penalizar la salida de divisas, tiene un impacto significativo en la política económica del país. Desde el punto de vista del consumo, esta medida afecta compras con tarjeta en el exterior, servicios digitales, ahorro en dólares y otros rubros que han impactado tanto en la gente como también en las empresas. Su eliminación plantea preguntas sobre la competitividad de la industria nacional, el impacto en el presupuesto estatal y las implicancias para un eventual desmantelamiento del cepo cambiario.
El Ranking Mundial de Competitividad Económica elaborado por el Instituto para el Desarrollo Gerencial (IMD), con sede en Lausana, Suiza, y que fue publicado en junio de 2024, ubica a la Argentina en una posición rezagada respecto al resto de los países latinoamericanos. Entre los 64 evaluados, Argentina figura en el puesto 62, sólo por encima de Venezuela y Mongolia. Chile, en contraste, lidera la región con la posición 35, seguido por México en el puesto 43 y Colombia en el 54. El ranking mide aspectos vinculados a infraestructura, desempeño económico, eficiencia empresarial y eficiencia gubernamental. Estos datos muestran el resultado de los problemas estructurales que enfrenta la economía argentina, desde la inestabilidad macroeconómica hasta las trabas regulatorias.
La eliminación del impuesto Pais puede aliviar a algunos sectores empresariales que dependen de insumos importados al reducir costos (como el sector automotor), pero también plantea riesgos para la industria local. Una mayor facilidad para importar productos podría exacerbar la desventaja competitiva de sectores menos tecnificados o que ya enfrentan problemas de eficiencia. El sector textil, calzado, madera o autopartista son algunos de ellos. La reciente devaluación de la moneda brasileña impone otro desafío adicional, en el que la pérdida de competitividad será aún más latente.
La experiencia de la década de 1990, marcada por el régimen de convertibilidad, demostró que si bien la paridad fija con el dólar impulsó la estabilidad monetaria, también abrió las puertas a un flujo masivo de importaciones por la que numerosas industrias quedaron en el camino. Muchas fábricas cerraron y miles de trabajadores perdieron sus empleos porque no pudieron competir con productos más baratos y de mayor calidad provenientes del exterior. Los paralelismos con el fantasma de los ‘90 y el contexto actual son inevitables: una liberalización comercial y fiscal sin un plan claro para fortalecer a la industria podría llevar a consecuencias similares.
Presión impositiva vs. presupuesto
El impuesto Pais ha sido una de las principales herramientas de recaudación del Gobierno. Según estimaciones del propio Ministerio de Economía, este impuesto representó entre el 6% y el 8% de la recaudación tributaria. Su eliminación deja un vacío en las arcas fiscales y genera el dilema de cómo compensar esa pérdida sin recurrir a medidas que puedan seguir impactando en la competitividad.
El informe del IMD destaca que los países más competitivos cuentan con sistemas tributarios estables y predecibles, lo cual fomenta la inversión y la planificación empresarial. Sin embargo, en Argentina, el sistema impositivo continúa siendo un laberinto de gravámenes que obstaculizan la actividad productiva. La eliminación del impuesto Pais debería ser una oportunidad para avanzar hacia una reforma fiscal integral, simplificando el esquema tributario que, según datos del Centro de Estudios de la Unión Industrial Argentina (UIA), muestran a Argentina como el país con mayor presión fiscal formal del mundo con un peso de 50,7% sobre el PIB.
De acuerdo con el análisis de dicha institución, y al igual que en los ‘90, la competencia con productos importados podría intensificarse, afectando especialmente a pequeñas y medianas empresas que no cuentan con los recursos necesarios para modernizarse y aumentar su productividad. Sin un plan de desarrollo, estas empresas enfrentarán serias dificultades para sostenerse en un mercado más abierto. El desafío no es menor. La clave sería implementar medidas complementarias que equilibren estos efectos, promoviendo la modernización industrial y la diversificación de las exportaciones.
Un paso más hacia la salida del cepo
Uno de los debates más importantes alrededor de la eliminación del impuesto Pais es su relación con la política cambiaria. La constante falta de dólares en las reservas internacionales llevó a la Argentina a vivir bajo diferentes y creativos sistemas de múltiples tipos de cambio que actualmente distorsionan precios y generan incentivos perversos, como la brecha entre el dólar oficial y los paralelos. El Banco Central de la República Argentina (BCRA) viene tomando medidas de desarme. El jueves pasado, por ejemplo, se decidió la ampliación del plazo para que el exportador ingrese y liquide las ventas en el exterior de cinco a 20 días hábiles. En el mismo sentido, la eliminación de este tributo podría ser interpretada como un paso hacia la normalización del mercado cambiario.
El Fondo Monetario Internacional (FMI) ha recomendado a Argentina que el levantamiento del cepo cambiario se realice de manera gradual y cuidadosamente calibrada, asegurando que las condiciones económicas sean propicias para evitar inestabilidades. Luis Cubeddu, subdirector del Departamento del hemisferio occidental del FMI, enfatizó la necesidad de desmantelar gradualmente los controles cambiarios, destacando que este proceso debe ser ejecutado con precaución para mantener la estabilidad económica.
No obstante, la experiencia argentina en la salida de controles cambiarios no ha sido alentadora. El levantamiento del cepo en diciembre de 2015, por ejemplo, cuando el entonces ministro de Economía Alfonso Prat Gay decidió eliminar el dólar tarjeta y el dólar ahorro, generó una devaluación significativa y un incremento inmediato en los precios al consumidor. Una estrategia adecuada requiere acumular reservas internacionales, restaurar la confianza en la moneda y estabilizar las expectativas inflacionarias antes de liberalizar completamente el mercado cambiario.
Si bien el Gobierno apunta a la convergencia entre la tasa de devaluación del tipo de cambio y la tasa de inflación donde ambas tiendan a cero, las condiciones macroeconómicas actuales no son ideales para una apertura cambiaria. La inflación anual asciende a 107% a octubre de 2024 y las reservas internacionales son negativas en términos netos. Hoy, cualquier movimiento descoordinado hacia un mercado cambiario más libre podría desestabilizar aún más la economía.
Hacia delante
La eliminación del impuesto Pais no debe ser vista como un fin en sí misma, sino como una oportunidad para repensar el modelo económico argentino. El Gobierno debe avanzar hacia una agenda más amplia que aborde las raíces de los problemas estructurales. Esto incluye reformar el sistema tributario, estabilizar la economía, atraer dólares, fortalecer la infraestructura y fomentar la innovación. Si Argentina aspira a dejar de ser “el país del impuesto”, es el camino para sentar las bases hacia un crecimiento sostenible y equitativo.