Contra viento y marea: así es el filme El tiempo que tenemos
Es más meritorio que insuficiente lo que hace el director John Crowly en el drama romántico El tiempo que tenemos, protagonizado por Andrew Garfield y Florence Pugh, porque logra sostener la película en esa delgada línea que separa lo trivial de lo profundo, con una pareja protagónica que decide aprovechar al máximo el tiempo que le queda cuando las noticias no son buenas para ella.
Escrita por Nick Payne, la película está filmada de modo fragmentario, con escenas de distintos tiempos de la historia de amor entre Tobias (Garfield), recién divorciado, y Almut (Pugh), una chef talentosa y trabajadora.
De a poco, vamos viendo algunos momentos importantes de la relación, cómo se conocen accidentalmente, las primeras discusiones, cuando tienen a su hija, cuando cenan por primera vez con sus respectivos padres y los obstáculos que deben enfrentar en distintas situaciones, yendo y viniendo a momentos que están antes y después, mientras Crowley nos cuenta la historia con claridad, a pesar de no ser lineal.
¿Qué decir y cómo contar una historia de amor con uno de sus personajes con una enfermedad terminal? La forma de Crowley puede resultar complicada, pero lo hace sin golpes bajos, sin recurrir a la lágrima impuesta, siempre con dosis justas de humor, de momentos reposados y levemente arriesgados, con emociones efectivas que hacen que nos compenetremos con la pareja protagonista.
Luego de que le detectan cáncer de ovarios y le dan pocos meses de vida, con un cronograma de tratamientos y de quimio terapia riguroso, ella decide tener hijos. Pero no solo eso, Almut también quiere participar en una especie de mundial de cocina con su compañera y amiga de trabajo, Jade (Lee Braithwaite), porque quiere dejar a su hija (Grace Delaney) algo más que simples recuerdos de su paso por el mundo, quiere que su hija la recuerde como una mujer que pudo lograr un triunfo en lo suyo.
Y a pesar de su terquedad y del riesgo que significa esa participación para su salud, Tobias la apoya, en una actuación correcta y por momentos contenida de Garfield.
La película es honesta por su conservadurismo férreo, no reniega de él ni de su apuesta formal un tanto artificiosa, ni de ese lugar común que sobrevuela como mensaje, y que dice que hay que aprovechar los momentos de la vida con las personas que amamos: una mujer, un marido, un hijo, porque la familia es lo más importante, porque el amor es lo más importante, y quien diga que es una película acaramelada y condimentada como un plato de alta gastronomía para subir a una historia de Instagram quizás no se dé cuenta de que, de alguna manera, la vida y el amor son un lugar común.
Crowley se limita a filmar como mejor puede, dejando que los protagonistas, cuya química es instantánea, se luzcan con sus personajes, sobre todo ella, quien se lleva las partes más difíciles de la trama.
El pequeño problema es que al ser un tanto modélica y al tener una forma fragmentaria conveniente (y al saber lo que le va a pasar a ella), cansa un poco, se torna morosa, un tanto repetitiva, con escenas que están de más, pero con otras que quedan en la memoria un largo rato.
Para ver “El tiempo que tenemos”
We Live in Time, Francia/Reino Unido, 2024. Drama. Dirección: John Crowley. Guion: Nick Payne. Elenco: Andrew Garfield, Florence Pugh, Grace Delaney, Lee Braithwaite, Douglas Hodge, Adam James, Aoife Hinds, Amy Morgan, Niamh Cusack, Lucy Briers y Nikhil Parmar. Fotografía: Stuart Bentley. Música: Bryce Dessner. Duración: 107 minutos. Apta para mayores de 13 años. En cines.