Las obras públicas no son eternas

La obra del Bicentenario, como tantas otras, debe mantenerse de manera adecuada. Fue pensada en materiales nobles, de fácil y bajo mantenimiento. Fue producto de una selección de propuestas presentadas a un Concurso Provincial de Ideas.

A casi 10 años de su inauguración, su restauración debería considerar el respeto por la autoría de la obra, su resignificación a medida que pasa el tiempo y el respeto a su simbología.

La obra conmemora el Bicentenario de la patria, de la creación de un Estado soberano, independiente de la corona española. Su idiosincrasia propia del crisol de razas al que albergó generosamente, su amor por la libertad y la vocación cultural del progreso de manos de la educación y de la cultura del trabajo.

Actividades

La plaza, que representa el lugar de encuentro, hoy ha sido abandonada a su suerte, rodeada de un espacio verde restringido al paseo de perros; todo ello por decisiones posteriores a la ejecución de la obra, tanto formales como administrativas.

En 2016, se proyectó cerrar la plaza por razones de control nocturno del uso de su espacio, y al mismo tiempo resolver problemas constructivos, atribuibles a una deficiente ejecución de la impermeabilización de la cubierta.

La propuesta se realizó al año de la inauguración de la obra. Consideraba la incorporación de actividades recreativas y predeportivas que, de manera controlada por su diseño, dieran seguridad en el uso de ese espacio.

Así se incorporaron el color, el estudio de las alturas relacionadas con la seguridad, el reemplazo de los premoldeados que hoy definen los escalones por otros aptos para trepar, vinculados a zonas donde el piso se transforme en toboganes o de acceso a un sector para la práctica predeportiva de palestra.

* Arquitecta

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *