Canticuénticos, jugando con reflexión: “Creemos en el poder transformador de la música”

El trabajo que viene realizando Canticuénticos enfocado en las infancias de Argentina y del mundo, va mucho más allá de la música para entretener y jugar. Desde aquella irrupción a la popularidad hace unos siete años con la ya clásica Cumbia del monstruo, el grupo santafesino fue ganando masividad mientras afinaba el mensaje de sus letras y cosechó elogios de todo tipo, sobre todo al animarse a tratar temáticas tan sensibles como necesarias para chicos y chicas de una manera cuidada y amorosa.
 
En los últimos días del complicado 2020 se conoció A cocochito, su quinto trabajo de estudio. Este sábado 27 de marzo, lo presentarán en un concierto con público en el patio del Centro Cultura Konex de Buenos Aires, que también será transmitido por streaming para todo el mundo. Mientras que el 10 y 11 de abril los volveremos a tener en Córdoba, en Quality Estadio.
 
Lo primero que llama la atención es que se trata de un disco con 15 canciones (un número alto si se tiene en cuenta el promedio de estos tiempos), con muchos ritmos y matices, en el que estos seis músicos siguen resignificando el folklore latinoamericano para que niños (y no tanto) lo disfruten y también aprendan un montón.
 
“Creemos fervientemente en el arte, particularmente la música, como un vehículo muy fuerte para canalizar emociones. Tenemos claro que los minutos que dura una canción es un momento casi milagroso y llega a lugares a los que las palabras no llegan”, introduce Daniel Bianchi, guitarrista.
 
Luego añade: “Por eso intentamos potenciar ese tiempo para reflexionar y tender lazos entre los chicos con sus pares, con los adultos, con el entorno social y cultural, con nuestra historia. Y apostamos a cantar y hacer cantar a los niños sobre temáticas divertidas, lúdicas, pero también comprometidas y profundas”.
 
Uno de los temas más destacados en ese aspecto es sin dudas Pañuelito blanco, todo un símbolo para una lucha histórica como la de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo y que por estos días tiene su video circulando desde YouTube. “Es un tema que compusimos en 2019 con Sebastián (Cuneo, productor y “séptimo canticuéntico”) como una especie de celebración de la memoria y una bella manera de homenajear la lucha amorosa de Madres y Abuelas”, explica al respecto Ruth Hillar, principal compositora del proyecto.

–La gran pregunta es cómo se sienten tomando posición desde su arte en un tema sensible y que no es habitual en la música para las infancias.
 
–Ruth: las Abuelas y las Madres  son todo un símbolo de lucha desde el amor. De ellas aprendimos y seguimos aprendiendo que por más que la verdad haya estado oculta mucho tiempo, la perseverancia y la fuerza que vencen al miedo, pueden sacarla a la luz. El arte puede ser de gran ayuda para abordar temáticas tan dolorosas. ¿Cómo hablar en casa o en la escuela de desaparición de personas, robo de bebés o sustitución de identidades? Creemos que una canción o algún otro tipo de recurso artístico pueden abrir una puerta de comprensión y acompañar emocionalmente. Es una gran posibilidad y responsabilidad, estar presentes con nuestros contenidos en esos temas a los que menos llegan los mensajes artísticos.
 
–El disco también incluye canciones como “Si viene de la tierra” o “Vamos a plantar”, en las que señalan la importancia de la alimentación saludable y de la defensa del medio ambiente. Por su llegada a las escuelas y al mundo adulto, ¿se plantean como objetivo que esas canciones lleguen a otros públicos y así transformar esos pequeños mundos?
 
–Ruth: Creo que los temas que tengan que ver con el desarrollo para la sostenibilidad como el cuidado del medio ambiente, la soberanía alimentaria, la salud de la población mundial y la búsqueda de la equidad a nivel global, entre muchos otros, deberían sobresalir en los proyectos de los estados, las agendas educativas, en los medios de comunicación y también en las propuestas artísticas. ¡Es tan importante que podamos imprimirle un cambio de rumbo a nuestro andar como especie humana! Y cada quien puede hacer algún aporte desde su lugar. Con las canciones buscamos sensibilizar la mirada sobre ciertos temas y, por qué no, lograr cambios de perspectiva, de paradigma, tal vez de conductas. Creemos en el poder transformador y hasta revolucionario de la música y con esa certeza componemos.

–Vuelven a presentarse en vivo con público después de mucho tiempo. ¿Qué sensaciones les genera todo esto y cómo les afectó su dinámica? ¿El streaming es una posibilidad real?
 
–Ruth: Durante el largo año de cuarentena extrañamos muchísimo la fiesta de los conciertos en vivo, con esa emoción tan grande que se comparte con el público, con la suma de las voces cantando en comunidad… A pesar de eso, buscamos formas de estar cerca del público de alguna manera y así armamos una colección de videos, la Cantiteca, acompañamos a docentes con material para sus clases, y subiendo de a uno los temas del disco nuevo. La posibilidad del streaming nos convence para hacerlo durante un concierto en vivo, para que puedan disfrutar del show desde otros países o lugares donde no podemos ir a tocar. Pero hasta ahora decidimos no hacer conciertos por streaming sin público real. De todos modos, las reglas del juego están cambiando para los espectáculos y probablemente aparezcan nuevos formatos que todavía no imaginamos. 

 

–Las infancias transitaron meses muy complicados sin poder socializar con sus pares, ¿cómo ven y viven este regreso en sus shows?
 
–Daniel: Tenemos mucha expectativa y un cargamento de energía preparado para cada uno de los conciertos de esta vuelta. Estamos añorando el encuentro, el vernos las caras, aunque por un tiempo más quedará pendiente el abrazo. A través de nuestros 11 años como grupo, fuimos sintiendo que nuestras canciones se transformaron de a poco en un canal de encuentro entre generaciones: padres, hijos, abuelos, tíos, hermanos. Ese siempre fue uno de los regalos más lindos que nos llevábamos de cada concierto: ver a la familia cantando y jugando con nosotros. En ese sentido creemos que la vuelta a los teatros y al show en vivo puede llegar a ser muy significativa para niños y adultos. Todos, en mayor o menor medida, hemos sido atravesados por este tiempo tan difícil que nos tocó pasar, todos tenemos historias por contar, alguna lágrima todavía encerrada. Recuperar esos espacios de encuentro familiar, de salida, de socialización, puede llegar a ser muy liberador.
 
–En este tiempo YouTube desactivó los comentarios en sus videos y otros que tengan que ver con el contenido infantil. Es una pena porque allí se generaban devoluciones e interesantes intercambios, aunque claro que también había comentarios violentos. ¿Puede ser que como sociedad no nos podamos dar esos espacios?
 
–Daniel: Los espacios de intercambio de opiniones siempre deberían ser enriquecedores. Nos gusta mucho ese ida y vuelta con la gente que nos escucha, y nos da la pauta de lo cercano (o no) que está nuestro camino con sus realidades. Nos pasó algunas veces también recibir comentarios de gente que no comparte nuestra propuesta estética o nuestra postura ideológica en determinadas temáticas, y eso también es muy válido y lo respetamos. Pero hay una parte muy fea que a veces aparece y es la de encontrar usuarios de estas redes que, escudados en el anonimato, usan estos espacios de manera irrespetuosa, y eso se vuelve una especie de termómetro de la democracia, que deberíamos ir consultando como sociedad para intentar curar y crecer día a día.  
 
Para ver
Canticuénticos. 10 y 11 de abril, a las 17.30, en Espacio Quality (Av. Cruz Roja 200). Entradas desde $ 950, a la venta en qualityespacio.com.

En “A cocochito”, su quinto disco, Canticuénticos aborda temáticas clave para estos tiempos como el cuidado del medio ambiente y la alimentación saludable. Foto: prensa Canticuénticos.