A un mes de la muerte de Gabriel Ruiz Díaz, habló su hermano Fernando: Te amo eternamente
A horas de cumplirse un mes del fallecimiento de Gabriel Ruiz Díaz, exbajista y miembro fundamental de Catupecu Machu, la revista
Rolling Stone
publicó un diálogo con su hermano Fernando, quien se refirió a los últimos meses de vida de su mayor socio creativo.
“Si armara un guion de una biopic con todo lo que me pasó en los meses antes de que Gaby partiera, me dirían que es demasiado exagerado, que nadie se lo va a creer”, le aseguró el cantante de Catupecu (ahora en Vanthra) al periodista Sebastián Ramos.
En octubre, Ruiz Díaz había viajado a Santa Fe a ver a su hermano, donde se encontraba al cuidado de su madre Dominga. “Cuando llegué y lo vi a Gaby, físicamente estaba igual que siempre, pero le vi algo a su alrededor, no te quiero decir la parca, pero había algo que me dio a entender que se estaba yendo”, relató el guitarrista.
Y agregó: “También estaba mi sobrina, que tiene una conexión muy fuerte con el más allá, tira las runas desde chica y eso, y le pregunté si veía lo mismo que yo: ‘¿Gaby se va?’. Y me dijo que sí, que me quedara lo más posible porque Gaby se iba, a pesar de que no se lo veía desmejorado. Ese día tocamos la guitarra y escuchamos a los Doors. Él estaba igual que siempre, feliz, porque él era un tipo desapegado a ciertas cosas y, en cierto sentido, se había preparado para esto”.
“Gaby era como si te dijera un prodigio, un pibe que empezó a armar rompecabezas antes de hablar y de muy chiquito leía de todo. Era un investigador. Un poco talento nato y otro poco porque mi viejo por ahí cuando cumplías 8 años te regalaba Discurso del método, de René Descartes”, recordó Ruiz Díaz.
“Un día él le sacó un libro a mi viejo y leyó algo sobre los viajes astrales. Se trataba, básicamente, de que tu alma saliera del cuerpo, como en las películas, en donde uno se puede mirar a sí mismo desde otra perspectiva. Él me decía que había empezado a practicar eso a los 12 años. Y cuando tenía 13 comprobé que era real, que lo estaba haciendo. Me acuerdo de que entré a la pieza que compartíamos y lo vi acostado y a pesar del ruido que hice ni movió un pelo. Lo empecé a tocar y no reaccionaba”, contó el hermano mayor de Gabriel.
“Me pegué un julepe terrible y lo seguí sacudiendo hasta que en un momento se despabiló y me dijo: ‘Uf, estaba viajando, pero no podía volver’. Yo tenía 19 años y ahí me puse a investigar un poco el tema y le dije que tuviera cuidado, porque era un pendejo y no sabía con qué fuerzas se metía”, añadió.
“Para mí todo eso fue como una preparación, porque en estos quince años, si bien cuando yo iba me daba besos, me sonreía, nos abrazábamos, había momentos en los que se ausentaba y nosotros por ahí nos preocupábamos. Pero ahora me doy cuenta de que se iba de viaje”, aclaró Fernando sobre la última década y media que pasó Gabriel luego del accidente sufrido en 2006 junto a César Andino, cantante de Cabezones.
El cantante de Vanthra también añadió otro detalle: la noche previa a la que su hermano falleciera él se reencontró con Miguel “Abril” Sosa, baterista de Catupecu Machu que vivió la primera etapa de crecimiento del proyecto junto a los hermanos Ruiz Díaz. Según Fernando, la enfermera que cuidada a su hermano le aseguró que “entre las 20 y las 20.30 Gabriel la tomó de la mano y lloró de emoción durante un rato largo”.
“Hacía años que no nos veíamos y me llamó y hablamos durante tres horas. Una charla tremenda en la que Gaby estuvo muy presente y terminamos llorando los dos. Lo invité a tocar al día siguiente y hubo una energía que explotaba todo. Después del show me fui a mi casa solo, porque necesitaba descansar, y a las siete de la mañana me entero de que Gaby se había ido y de que a la hora en la que estábamos tocando con ‘Aprile’ se había conectado con nosotros. Hay magias que generás y también magias que querés ver, pero hay otras que son, esas son la pureza de la magia”, dijo Fernando al respecto de ese encuentro, que se prolongó cuando Sosa le consultó a la familia de Ruiz Díaz si podía viajar a Santa Fe para despedirse de Gabriel.
“Nos fuimos para Santa Fe, como si fuera una continuación del show”, añadió Fernando. “Cuando llegué Gaby todavía estaba en su cama, con una sonrisa increíble y una cara de paz total. Betsy (la enfermera) lo había vestido con un jogging negro Adidas impecable y su remera favorita de Star Wars, negra, con la cara de Darth Vader. En un momento nos quedamos solos con Aprile y nos agarramos de las manos los tres. De la energía que había parecía que Gaby se iba a levantar en cualquier momento. ‘Estamos como cuando empezamos’, le dije a Aprile. Fue un momento maravilloso. Siempre en nuestra vida fuimos ritualeros y ese ritual fue muy importante. Hizo bien y fue muy digno de muchas cosas. Con una guitarra que tenía ahí cantamos Vistiendo, En los sueños. Fue grandioso y fue el show más profundo de nuestras vidas”, precisó.
Luego, Ruiz Díaz recordó a su hermano como músico y compañero de escenarios: “Gabriel en vivo era un animal”. Y se explayó: “Saltaba, se subía a las torres de sonido, corría de un lado al otro del escenario, se tiraba entre el público y todo eso sin descuidar el sonido. Musicalmente el audio de Gaby era una cosa descomunal. En los shows era el diablo y todos los dioses juntos. Un salvaje y al mismo tiempo un científico. No hubo otro igual. Era un artista-músico muy completo, un tipo de otro planeta. Yo siempre flasheé que él vino del futuro, siempre”.
“Gabriel tenía una visión muy humana y muy espiritual de la vida”, dijo después. “Jamás pensé que iba a estar hablando de todo esto tan pronto… Me estoy dando cuenta de un montón de cosas en esta charla, pero especialmente de que compartí toda una historia con uno de los íconos de la música argentina. Hoy que ya no está físicamente hay algo que se me hizo carne y que es que no puedo creer haber podido tocar con un tipo así. Gaby me dejó el mapa de un montón de cosas y por eso no siento ninguna falta con él. Hice todo lo que tenía que hacer, si hubiera habido más, hubiese sido mejor, pero con la magia que vivimos juntos me sobra. Dondequiera que estés, gracias Gaby, te amo eternamente”, cerró su hermano.