50 años del Pre-Cosquín: el “carrusel de sueños” que se convirtió en semillero de grandes artistas

A pesar de las numerosas presentaciones de artistas relacionados con el folklore que se activaron por estos días, la ausencia del Festival de Cosquín será un vacío imposible de llenar este verano. Incluso, hay una efeméride que iba a celebrarse con gran entusiasmo en esta edición: los 50 años del Pre-Cosquín, el certamen creado para impulsar los nuevos valores hacia el encuentro mayor de la música argentina.

Cuenta la historia que Germán Cazenave, apodado “el León”, fue el conductor artístico de las primeras ediciones del festival y encargado de ordenar las cosas en el escenario para que la programación transcurriese como estaba prevista. Ardua tarea, ya que eran muchísimos los cantores entusiastas que buscaban un lugar en la grilla pautada. Ante tanta demanda y por la necesidad de darles espacio a las jóvenes expresiones, en la 12ª edición se realiza el primer Pre-Cosquín. 

La fecha para su puntapié inicial fue el 15 de enero de 1972. Participaron 122 propuestas, de las cuales 48 llegaron a la instancia final. Esa primera noche llovió, así que se tuvo que posponer la ronda de cantores, según se narra en el libro Había que cantar, escrito por Santiago Giordano y por Alejandro Mareco y que recopila la historia del festival. En la definición hubo unas cuatro mil personas que votaron a los ganadores, nada menos que Los Hermanos Cuestas, el dúo entrerriano que lograría gran popularidad en años posteriores. El animador de aquella velada, un tal Rony Vargas.

Primeros años”Decidió hacer un Pre-Cosquín porque era impresionante la gente que se acercaba y quería actuar en el festival y por supuesto no alcanzaban las nueve noches. Entonces la idea fue incluir a los artistas que no eran considerados profesionales, es decir, que no habían grabado un disco”, rememora Irina Cazenave, hija de unos de los mentores del evento que comenzó a llevarse a cabo en los días previos al festival.

Irina era una niña en aquellos comienzos. “Tengo en la memoria que los chicos que estábamos en la comisión juvenil, muchos hijos de los miembros de la Comisión de Folklore, íbamos con una urna y con una birome para que cada persona pusiera su voto, que se escribía en la parte de atrás de la entrada. Todo eso le daba otro perfil, más inocente y más soñador”, narra.

Espíritu y encanto Al igual que muchos otros habitantes de Cosquín y conocedores del festival, Cazenave destaca el espíritu del certamen más allá de la competencia. “El Pre tiene ese encanto mágico de lo que se hace con amor, sin tantos intereses económicos: ‘carrusel de sueños’ se le decía en aquellos primeros años. De hecho, hay gente a la que le gusta más el Pre que el festival”, asegura.

Para graficar esta impronta que lo aleja de los concursos tradicionales, trae una anécdota que involucra a dos pianistas que competían en una final. “A Gerardo Bautista se le rompió un elemento del piano y Joel Tortul le prestó el suyo para que pudiera tocar. Bautisa le terminó gananado. Al año siguiente, el ganador fue Tortul”, cuenta con satisfacción.

Eso sí, Cazenave no puede dejar de mencionar que esa competencia muchas veces alteró las cosas. “Hoy en día hay muchos reglamentos que definitivamente no son lo que más me gusta. Con el timpo también empezaron los jurados y las sedes en todo el país; creció muchísimo. Mi viejo trató armonizar entre un jurado que fuera preparado desde lo artístico y otro que tuviera ese instinto sobre lo popular. Siempre se usó el ejemplo de que (Horacio) Guarany no hubiera superado un jurado riguroso”.

Jóvenes, luego figurasMuchos artistas que luego se consagraron en el festival transitaron antes por el Pre. Algunos ganaron, otros no. Dentro de este último grupo se encuentra nada menos que Jorge Rojas, quien compitió en 1992 integrando el dúo Los del Cerro junto con Víctor Vidoni.

“Presentamos Bagualera de la albahaca (de Ariel Petrocelli y Lito Nieva) y llegamos a la final, pero, bueno, perdimos. Al otro año fuimos con el dúo junto a la delegación de Salta en la que estaban El Chaqueño Palavecino, Los Nocheros, el bagualero Vázquez y una pareja de baile. Todos íbamos con la misma ilusión, nosotros éramos los más changuitos, teníamos 19 años”, recuerda Rojas.

En 1994 debutó allí con Los Nocheros: no sólo cambió su vida para siempre, sino que marcó un antes y un después en el festival con el grupo salteño. “La experiencia de subir a ese escenario no te la olvidás nunca más. Realmente he vivido cosas emocionalmente muy fuertes. Desde aquella primera vez compitiendo, luego con Los Nocheros durante casi 10 años y ahora ya 15 como solista. He pasado por todas: noches hermosas, otras con mucho frío, lluvia, junto a grandes artistas en duetos, compartir escenario con glorias del folklore, es todo muy fuerte”, resume. 

Otros artistas que pasaron por el certamen y luego tuvieron una historia destacada en el festival y en la música popular son Franco Luciani, Nahuel Pennisi, José Luis Aguirre (foto), el trío MJC, Mariel Trimaglio y Las Rositas, entre muchos nombres. Algunos memoriosos dicen que la mismísima Teresa Parodi supo participar, aunque, claro, eran otros tiempos. 

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El jurado evaluando a uno de los participantes del Pre Cosquín en 1998. Foto: La Voz
Un Jorge Rojas muy joven junto a Víctor Vidoni. El dúo Los del Cerro participó en el Pre Cosquín de 1992.
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Un Jorge Rojas muy joven junto a Víctor Vidoni. El dúo Los del Cerro participó en el Pre-Cosquín de 1992.
Noche de ganadores del Pre-Cosquín. Una alegría indescriptible. (Foto: La Voz)
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El jurado evaluando a uno de los participantes del Pre Cosquín en 1998. Foto: La Voz