Karamelo Santo sigue vigente: Llegamos mucho más lejos de lo que pensábamos
Karamelo Santo es un nombre que resuena en la memoria emotiva de muchos fanáticos del rock. Quienes hayan asistido alguna vez al Cosquín Rock probablemente se hayan cruzado con la banda mendocina, algo así como un clásico festivalero a fuerza de un combo de ska, reggae y cumbia ideal para bailar con el caer de la tarde.
Sin embargo, el grupo liderado por Goy Ogalde ha llegado todavía más lejos. Eventos como Roskilde (Dinamarca) o el tradicional Festival de Montreux (Suiza) los tuvieron en su grilla y la banda logró hacerse local en países tan lejanos como Alemania, República Checa o Hungría. Además, el grupo tiene para sí un récord difícil de igualar: una gira europea de 120 shows y tres meses y medio de duración.
A casi veinte años de ese periplo y a tres de haber retomado la actividad del proyecto iniciado en 1992 (junto a algunos de sus integrantes originales), Ogalde atiende un llamado desde Buenos Aires con una energía que sorprende. El autor de verdaderos clásicos como Nunca o Luna loca está entusiasmado por la respuesta que ha encontrado la banda en Spotify durante 2020. “Empezamos con 15 mil oyentes mensuales y hoy ya tenemos casi 120 mil”, precisa.
Parte de ese resultado tiene que ver con la publicación por partes de El gran poder, vol. 2, segunda entrega de un proyecto de revisión de clásicos (con varios invitados) y algunos temas nuevos que la banda fue gestando durante los meses de aislamiento que trajo la pandemia de coronavirus.
“Ahí descubrimos que lo bueno de Spotify era largar los temas uno por uno. Entonces cada veinte días lanzábamos un tema. Y era sorprendente porque durante ese tiempo la gente re masticaba los temas. Para nosotros fue un descubrimiento empezar a manejar esto. Ahí entendimos por qué hay muchos pibes del trap, el reguetón o el pop sacando temas todas las semanas”, analiza Ogalde.
“Cambiaron muchas cosas paradigmáticas respecto a lo que hacíamos antes. No tener más sello por ejemplo, porque al final terminás preso de un contrato. Me sorprendo todos los días”, añade el músico, que aprovechó también la cuarentena para, a través de las redes, entrar en contacto directo con artistas emergentes de todo el país y redistribuir el conocimiento adquirido.
“Es el empoderamiento que estamos asumiendo los músicos. Dentro de todo lo que dio la pandemia, algo fue esto: los artistas nos tuvimos que empoderar en casa. Ahora cuando salgamos a tocar yo creo que va a estar bueno. Si van 100 personas más a vernos, buenísimo”, admite Ogalde, alejado de aquella noción arcaica de estrella de rock y asumido como un obrero de la música con casi 30 años de aportes.
¿En vivo?
“En 2017 nos volvimos a armar con algunos de los Karamelos originarios, los que menos habían gozado de las mieles del trabajo de muchos años. Empezamos a hacer pequeñas giras en México y en Chile. A partir de 2019 empezamos a tocar en festivales del interior por todos lados, se puso bueno. Teníamos 20 shows programados hasta mayo, íbamos a ir a Bolivia por primera vez. Y se cortó todo el chorizo”, ilustra Goy en relación a la última encarnación de la banda, que sigue siendo uno de esos actos que tienen la capacidad de caer bien parados en los terrenos más diversos.
“Si bien no somos los Auténticos Decadentes, que hacen 10 canciones que son hits mundiales, tenemos nuestros 7, 8 éxitos que la gente espera. Aparte una cosa buena que hacemos es intervenir los temas. Casi todos duran la mitad, como para poder hacer 30 canciones en un concierto de una hora y media. Hacemos estrofa-estribillo-estrofa-estribillo y la gente explota. Hacemos como un DJ: cuando vemos que la canción cansó, pasamos a otra”, explica el cantautor sobre el formato de concierto que venía preparando la banda para su regreso a los espectáculos presenciales.
De todos modos, con apenas una semana de enero transcurrida Ogalde ve poco probable que se puedan concretar los primeros shows programados por la banda para 2021. A partir del aumento considerable de casos de Covid-19, no son pocos los rumores circulando respecto a una posible vuelta atrás en materia de restricciones sanitarias.
“La gente la pasa bien, así que esperamos que esto se corte pronto para volver a tocar. Igual no estamos desesperados. Lo hemos tomado con bastante calma y nos sorprendió la performance que tuvimos desde casa. Nos puso contentos, fue un año positivo”, resume el mendocino.
-En 2022 se cumplen 30 años del nacimiento de la banda. ¿Qué te genera eso?
-Esto del rock es como la Primera Guerra Mundial, cuando te mandaban a tierra de nadie e ibas para adelante hasta donde llegaras. Pasaron todas las balas, algunas nos hirieron, pero pudimos seguir con las botas puestas. Seguimos en la trinchera. En la música nunca se sabe cuándo se gane, pero sí cuándo se pierde y es por abandono. Uno deja de ser músico y ahí perdió. Nosotros estamos felices, llegamos mucho más lejos de lo que pensábamos. Cuando armamos la banda yo venía de viajar, me marcó mucho lo de los zapatistas, lo del 2001 acá. Fue un período paradigmático. En Europa nos encontrábamos con Manu Chao, Gogol Bordello, Joe Strummer. Había una conexión colectiva. Éramos más estrellas de rock en esa época, ahora nos cuesta llenar una sala de 300 personas. Hay gente que la siguió haciendo, nosotros no lo vemos como un error. A veces pienso “aquel mete un estadio de River y tocábamos juntos” y yo meto 400 y también tengo que ver la cualidad de esa gente que me va a ver. Capaz no iban más si empezábamos a meter 10 mil personas. Son distintas formas de ver las cosas. Uno se puede equivocar, pero no me arrepiento de haberlo dado todo.