Entrevista a Moris: “El sol brillará eternamente”

Por la fuerza y la riqueza de su legado, Moris es un artista omnipresente del rock nacional. Pero en los últimos días, su figura se ha elevado especialmente por dos razones. 

La primera y más importante: la publicación de La última montaña, su segundo disco en colaboración con su hijo, Antonio Birabent, y que actualiza su enorme talento para llevar al formato canción chispazos de observancia sociocultural. 

La segunda razón es más ajena a su voluntad, ya que tiene que ver con su exaltación como pionero del rock en nuestro idioma en el documental Rompan Todo

Más precisamente, la producción de Netflix rescata al Moris que, al momento de publicitar el simple que contiene a Rebelde y a No finjas más (1966), toca con sus compañeros de los Beatniks a bordo de una camioneta que surca calles porteñas para luego zambullirse en una fuente señorial de Buenos Aires. 

No era lo aconsejable, por cuanto Juan Carlos Onganía acababa de asumir como presidente de facto tras derrocar al radical Arturo Illia. 

Al atender el teléfono, el rocker de 78 años se expresa desentendido de cualquier cuestión asociada al ensanchamiento del ego. 

“En La última montaña la mitad del impulso la puso Antonio y la otra mitad la puse yo. Continuamos la sociedad iniciada en Familia canción (2010). Seguimos componiendo juntos, intercambiando letras y músicas. Cantamos lo que vemos y sentimos. Simple”, dice Moris en el inicio de su contacto con VOS, y para dejar claro que no espera el llamado de su hijo para reaccionar en términos discográficos. 

“Hace unos años publiqué Ayer, hoy y siempre (2017). ¿Lo conocés?”, espeta Moris para reforzar la idea de que está en movimiento por más que su obra solista sea discontinua. 

–Antonio dice que “La última montaña” es más existencialista que “Familia canción”, dueño de una dimensión más urbana.  

La última montaña también cuenta con letras urbanas valerosas. Pero sí, en el disco hemos expuesto sentimientos más íntimos, más profundos, que han activado otras cuestiones. Se han mezclado dos estilos…


¿Cómo definirías al tuyo?

–Mi estilo es indefinible, pero definido (se ríe). 


Bueno, algo complementario planteás en “Porque el sol”, el tema de apertura. “Tu libertad no tiene límites”, cantás allí. 

–La libertad interior, quise decir. Porque la exterior, viviendo en sociedad, sí los tiene. No existe eso de que cada uno hace lo que quiere. Los derechos de los demás terminan donde empiezan los míos. Y viceversa. Pero sí estoy contra la guerra, contra la explotación, contra la mecanización… Y si escuchás (la canción) La última montaña, vas a notar que hay un llamado ecologista contra la contaminación de las industrias, de las ciudades… A pesar de que vivo en una ciudad, como decía Cantilo, canto contra eso. 


Lo de la mecanización se refuerza en “Mil hombres, mil mujeres”, un retrato del pueblo trabajador industrial… Volvés a observar con ternura la rutina del que la yuga.   

–Cuando ves la rutina, cómo repite procesos en su día… El colectivo, el horario a cumplir, la sirena de las seis de la tarde, la salida de todos en masa… Del trabajo a su casa para al otro día salir de su casa al trabajo, y repetir todo de nuevo… Todo eso me toca la fibra sentimental y compasiva. Por eso escribí Mil hombres, mil mujeres. Es una guitarra y una voz. Es bien de juglar, es una canción juglaresca. 


A propósito del pueblo trabajador, ¿te asumís justicialista?

–Nunca pertenecí a ningún partido político. No tengo carné de ninguno. No me interesan los partidos ni las marchas. Huyo de la muchedumbre. Si hay multitud, no voy. A partir de la soledad, todo está bien. Me considero un solitario, pero no vengador. Soy un solitario para pensar. Me gusta mucho la soledad y el espacio. Tener espacio es importante. Por eso huyo de las aglomeraciones. Nunca fui a un partido de fútbol, por ejemplo. Mi aporte al mundo son mis canciones. 


Para promocionar “Rebelde”, con los Beatniks se largaron a la calle sin reparar en casa. En retrospectiva, ¿pensás que la inconsciencia le ganó al temor? 

–Fue una manera de promocionar un disco. Hoy no tendría impacto porque hay otras maneras. Notas telefónicas, Zoom. Estamos en otra época, hay que usar otras armas. En esa época no teníamos temor. Ahora tengo otro tipo de temores… De cualquier manera, no me gusta hablar del pasado sino del presente. He hablado mucho del pasado… Se ha relevado mucho de La Cueva, La Perla, de cómo empezó el rock… Eso está en todos los libros. Lo importante es que el público se entere de este nuevo disco, que tiene mucha emoción y costó un gran trabajo, porque moverse en este tiempo de pandemia fue muy difícil. Hemos logrado algo significativo y con mucho esfuerzo. 


Pensaba ir a ese punto: Dado que estás en edad de riesgo, ¿fuiste a los estudios o resolviste todo desde tu casa?

–Iba al estudio, cantaba, volvía. Los músicos iban al estudio también, algunas cosas se hicieron por internet, lógicamente… La última montaña llevó un largo tiempo porque hubo que componer canciones nuevas. No hice covers

“La última montaña” continúa una alianza creada en 2010 con “Familia canción”. (Gentileza Alberto Horst)


Tus canciones sugieren que la observancia deviene en polaroids que luego se convierten en canción. ¿Es rápido ese proceso?

–El paso de la observación al flash es rápido. Después pasa al papel y, ya plasmado ahí, va al archivo. Y si se las necesitan a las letras, viajan a la mesa para una corrección breve… En general, una vez que las escribo, las letras no demandan corrección. Después viene el acople con la música… Pero siempre lo primero es la letra. Lo que manda es la letra. Y finalmente llega al cono de cartón y el imán, al parlante. Es maravilloso que podamos meter todas esas ideas, toda esa cantidad de música en un cachito de cartón. Detrás de ese cono, no hay nada, ya sea que escuches a Cadícamo, a Goyeneche o a Beethoven. Es la maravilla de la electrónica. 

La última montaña muestra una resolución categórica de rock latino o hispano, justo cuando la conversación social y cultural gira en torno a ese concepto. Es que, según el caso, la obra exuda melancolía, optimismo y denuncia mediante un crisol rítmico-tímbrico que así como extiende un patrón sajón de rock & roll (Ciudad extraña), también refuerza una noción de canción popular típicamente porteña (en el ya citado Mil hombres, mil mujeres). 

Y en un plano de excelencia baladística, relucen gemas como No somos dueños de nadie y Nieva en Buenos Aires, donde hay margen para que refulja Litto Nebbia.  

“Ha sido un recordatorio de la amistad que hemos mantenido por años y de las cosas que hemos creado juntos. Litto ha sido muy generoso con su tiempo. Estamos muy contentos de que sea parte de este disco”, dice Moris sobre la participación del exlíder de Los Gatos. 


La sociedad argentina está crispada. ¿Creés que se puede llegar a un nivel de violencia como el que te obligó a exiliarte a mediados de los ‘70?

–Bueno… Salís a la calle y la guerra ya se expresa en cómo caminan los fuertes y cómo lo hacen los débiles. Sigue la guerra entre fuertes y débiles; entre opresores y oprimidos; entre los que cobran impuestos y los que lo pagan; entre los que soportan la contaminación y los que la producen. Hay una guerra, no te puedo decir si ese nivel de confrontación nos va a llevar a otro estado. Ojalá que no. Ojalá que podamos mantener cierta paz. Tenemos más paz que otras partes del mundo. Hay una crisis social, los robots desplazaron a los humanos y eso ha producido desempleo. Los economistas han fracasado totalmente. Las economías están marchitas. Pese a todo, no quiero ser pesimista, al contrario. Porque el sol brilla. Porque el sol brillará eternamente. Insisto, aporto observaciones, puntos de vista, emociones… Duran más que la política. 


Bajo perfil, dinamitando tu ego… ¿Así te has convertido en rebelde en tu vida adulta? 

–Mentalmente, soy un rebelde. Me declaro en contra de la opresión del poder sobre el más débil. 


¿Tenés cuenta de Netflix, ves series?

–No, escucho mucha música clásica. Y de vez en cuando prendo el televisor. Leo mucho… leo biografías; de músicos, sobre todo. 


¿No vas a escribir tu autobiografía? 

–Estamos en eso con Planeta. No hay fecha de publicación. 


Como no tenés Netflix, supongo que no estás al tanto de la polémica que se desató por el documental “Rompan todo”, una revisión histórica del rock latinoamericano. 

–No estoy al tanto. Tampoco estoy interesado en verlo. Que hagan lo que les parezca.  

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Moris y Antonio Birabent, cómplices solares. (Gentileza Alberto Horst)