Nahuel Pennisi: “No ver también es un sentido más, una especie de virtud”
Nahuel Pennisi parece bajo una influencia divina que lo cubre todo en él: hace un año y medio que es padre primerizo, de Mateo. Eso, evidentemente, atravesó a Renacer, su tercer disco solista. “Me parece una apreciación muy hermosa. Yo siento que desde que nació mi hijo las canciones me han permitido expresar un sentimiento que no conocía, esto de ser padre, algo que nos cambia y nos mejora la vida, nos da posibilidades de mirar otras cosas”.
Nahuel, que es ciego de nacimiento, dice “mirar” pero no como un error, porque él, a su manera, sabe cómo ver el mundo. De hecho considera que ser no vidente es en efecto “un sentido más, y no uno menos”. “A veces uno piensa que no ver es un sentido que falta, pero yo pienso que el no ver también es algo que ayuda, una virtud. De hecho siempre pongo el ejemplo de que cuando uno escucha una canción que te emociona, que no alcanza con solamente escucharla, uno tiende a cerrar los ojos, ¿no? Esa búsqueda, esa introspección que uno hace en una canción no sucede si estamos mirando algo. Ahí uno elige no ver, y por eso para mí termina siendo un sentido más”, dice, tranquilo y reflexivo.
Oriundo de Florencia Varela, desde hace algunos años le imprimió un cambio fuerte a su vida mudándose a Tucumán, de donde es su mujer. Al principio extrañaba mucho la gran ciudad y los afectos que tenía ahí, pero ahora siente que en Tucumán el tiempo le rinde más.
“Me pude ordenar, hacer más de cosas, me puse a hacer entrenamiento físico, tengo tiempo y espacio para mí. Y eso me sirve para inspirarme, buscar refugio en la música, componer, y también lo disfruto mucho”.
Pennisi es un artista de una sensibilidad exquisita en su interpretación, alguien que cuando empieza a cantar hace que todo vibre en una sintonía distinta. Ahora, asegura que el nacimiento de su hijo potencio eso en él.
“Mateo me enseñó a desarrollar cada vez más la intuición, la sensibilidad, esto de darlo todo por el otro. A mí siempre me gustó ser generoso, pero con un hijo es mucho más que eso, más fuerte. Las alegrías que un hijo recibe son las mías por duplicado. Me pasa que disfruto con cada alegría y me frustro con cada angustia que él va procesando. Me enseñó a vivir más feliz todavía, porque cada vez que se despierta lo hace con una sonrisa gigante, todo el tiempo se está riendo y lo siento como una forma hermosa de ver la vida que tiene”.
Buscando dar el salto
Nahuel es un artista de raíz folklórica, pero se mueve sin prejuicios por otros ritmos, formatos y géneros. El productor de Renacer fue Julio Reyes Copello, quien trabajó con artistas como Marc Anthony, Ricky Martin, Alejandro Sanz, Jennifer Lopez. Eso, más el espaldarazo que recibió en la última edición del Festival de Viña del Mar ganando dos Gaviotas, hace suponer una búsqueda en consolidar su perfil como artista de exportación.
“Sí, claramente que una de las cosas más importantes de este disco es el sonido más moderno, la búsqueda de canciones que si bien mantienen una profundidad fuerte y emociones, al mismo tiempo busca un resultado no te digo comercial, pero sí que llegue a más gente. Lo importante es que lo hacemos con mi impronta, con mi ADN, que siento que es la música. Julio me ayudó a enfocarme en expandir mis canciones en otros sonidos para que las capten otros oídos, y al mismo tiempo siendo yo, el mismo”.
Así, por ejemplo, incluyó su relectura de Hoy, un clásico de Gloria Estefan y Hasta que me olvides, popularizada por Luis Miguel. Igualmente, él afirma que tiene que ver con las emociones que le despiertan esas canciones. “Siempre que escuchaba esta canción de Gloria Estefan me producía algo raro, un poco de tristeza pero al mismo tiempo alegría. Ahí pensaba, yo siendo más chico, ¿cómo puede ser que la música me provoque dos emociones totalmente distintas pero que convivan? Esa fue una de las cosas que me atrapó de esa canción”.
Con Hasta que me olvides se sorprendió al saber que el autor era Juan Luis Guerra. Por eso, uso “como una fantasía” pensar el tema como bachata, pero agregándole bandoneón, como un ingrediente argentino. “A modo de broma le pusimos el bachatango, y estamos muy contentos con el resultado”.
El último corte del disco fue Mundo, un dueto con Abel Pintos, alguien con quien más de una vez fue comparado por su forma de cantar, aunque a la vez cada uno tenga su estilo y personalidad. “Fue un encuentro de amigos, porque con él compartimos viajes, shows, camarines y mil charlas. También estuvo presente en la presentación de mi segundo disco en el Teatro Ópera, nos encontramos en Cosquín, y siempre pasaba eso de que conectábamos, la simbiosis que sucedía”.
Sin poder encontrarse en el estudio por la pandemia, Nahuel le preguntó si quería sumarse a este tinku que él ya lo había grabado, y Abel aceptó en el acto. “Supo interpretar muy bien lo que el tema pedía. A muchos le llamó la atención que hiciéramos un tinku, que transmita alegría. Algunos esperaban alguna canción más tranquila para transmitir emoción, por nuestra forma de interpretar. Siento que tiene mucho de nuestra idiosincrasia, de la música popular, y los principios de Abel están ligados al folklore”, explica Penissi.
-Otros temas como “Ella”, o “Compañera” dan incluso la sensación de un disco familiar…
-Sí. Compañera es una canción que se la dediqué a mi madre, aunque al primer momento que se escribió estaba pensada para nuestra madre patria. Pero cuando me fui encontrando más con el diálogo que propone la canción sentí que el significado cambiaba y tenía que ser para mi madre, y en ella, a todas las madres del mundo. Con Ella también pasa eso: yo a la figura de la mujer la admiro profundamente por estar siempre en dos lugares al mismo tiempo, resolver todo, tratar de acompañarnos, por ordenarnos. Yo siempre me sentí mucho más contenido por las mujeres más importantes de mi vida como mi abuela, mi madre y hoy en día mi compañera.
Autodidacta y único
La forma de tocar la guitarra de Nahuel Penissi llama la atención, y es tan única como extraordinaria. Todo nació con él de niño, cuando sus padres tenían varios instrumentos en su casa, entre otros un bajo. “Me lo pusieron en una cama, para que yo lo investigara, apoyado y con el mango hacia la derecha. Ellos no se dieron cuenta que me lo pusieron al revés, pero me lo tomé bastante en serio y empecé a tocar hasta aprender un par de cositas. Mi cabeza imaginó que se tocaba así, hasta que aprendí jugando”.
A los 8 años, tras haber sido víctimas de un robo domiciliario en el que se llevaron el instrumento, le regalaron una guitarra, algo que le cambió la vida.
“También fui jugando, y era un desafío: trataba de imaginare los acordes en mi forma de tocar, y no tenía a nadie que me enseñe, así que era investigar todo el tiempo. Te digo la verdad: hasta el día de hoy sigo aprendiendo eso, cómo hacer acordes, cómo tocar una canción, y me divierte mucho, un desafío de la música que me pone la vara bastante alta. Sigo jugando como cuando era chico pero con responsabilidad”.
-¿La afinación que usás es la estándar?
-Sí, la misma. De hecho a veces me pasa que bajo la sexta cuerda un tono para hacer acordes más graves y me gusta pero me cuesta, porque tengo la otra afinación en la memoria también. Lo que tengo ganas de hacer en algún momento es tocar una guitarra de siete cuerdas, que hay muchos luthiers que las han hecho. Yo probé una y fue como entrar a otro mundo, una cuerda más que me cambió todo.
–Sobre el hecho de que sos no vidente leí dos cosas llamativas. Una es que no usás bastón para correrte del lugar del “pobre pibe”….
–Sí, porque si bien el bastón es totalmente válido también, y si me escuchara una maestra integradora de personas no videntes incluso me retaría, yo a lo que voy es que quizás nosotros como sociedad, tenemos que aprender mucho la cuestión de los prejuicios. Me ha pasado varias veces que cuando una persona ve a otra ciega con un bastón, y no sabe cómo tratarlo, se le viene el miedo y mil preguntas. Me pasó varias veces, incluso ahora que muchos me conocen: me quieren pedir una foto y le preguntan a la persona que me está asistiendo. ‘¿Me puedo sacar una foto con él?’. A veces yo le digo mirá que me podés preguntar a mí. Lo que descubro es que por ahí nosotros estamos acostumbrados al contacto visual como primera medida, y mirá que te lo digo yo incluso. Estamos acostumbrados al contacto visual como primera medida de comunicación con los demás. Y conmigo no se da esa complicidad. Ojalá que eso en algún momento cambie, simplemente alcance con el diálogo.
–Por otro lado, dijiste que si pudieras, no te operarías para revertir tu condición de nacimiento y poder ver, algo que ahora es científicamente posible.
–Lo dije y lo mantengo. Yo con los ojos cerrados siento que veo otras cosas. Pero la realidad es que también ahora tengo un hijo y él me ha cambiado mucho el mundo. No sé qué me pasaría por la cabeza si él me pide operarme en algún momento. Por ahora estoy bien así y de hecho estoy agradecido a tener otro tipo de mirada.
–¿La música es un sentido más para vos?
–Sí, totalmente. Y… escuchá: yo creo que no ver, también es un sentido más.
–La úlitma, apelando a este sentido de melómano que tenés. Decime dos o tres canciones que te hubiera encantado componer en tu vida.
–Uh… qué lindo. Me hubiera gustado componer por ejemplo Ojalá, de Silvio Rodríguez, me parece un tema de esos hermosos en todo sentido, desde la cantada hasta la letra, la guitarra. Me quedo con otro tema que se llama Sueñero, de Jorge Fandermole, y que cada vez que lo escucho me emociono muchísimo, y alguna canción de Spinetta… que hay tantas de él… pero elijo Plegaria para un niño dormido, un tema que hasta el día de hoy sigue siendo vigente. Y lo comparo con una canción de mi disco que se llama Lejos de casa, por la cuestión social, de que hay chicos en la calle y eso es porque algo no anda bien.