Entrevista a Carlos “la Mona” Jiménez: “No se puede planear nada”
Empeñados en hacernos creer que habrá una nueva realidad, los tiempos pandémicos ahora nos proponen a Carlos “la Mona” Jiménez mediante el formato de un show en streaming.
Así como se lee, el tótem de nuestro ritmo regional, que desarrolló una trayectoria al calor de las masas, desplegará su encanto y su cancionero en un Sargento Cabral vacío y luego de cliquear en un link oportunamente dispuesto por una ticketera.
La cita es para este lunes, a las 23.30 y por la plataforma de argentinashowlive.com.
Es lo que hay, y medio que todos nos hemos acostumbrado.
Incluso él, que al teléfono suena más optimista que resignado y con un ímpetu que hace olvidar las complicaciones pulmonares que padeció el año pasado.
“Estoy contento. Voy a volver a cantar y estoy haciendo mucha natación para tener mucho oxígeno”, diagnostica Jiménez desde la misma pileta en la que pasa seis horas diarias.
“Estoy bárbaro. Lo que pasa es que tuve que bajar dos o tres kilitos de los cinco que subí en la pandemia… Porque me tomaba una botellita de vino por día. Pero cuando confirmamos el streaming, pasé a tomar media. Y por estos días, quedé en una copita, ya estoy”, añade el cantante que en enero próximo cumplirá 70 años entre la plenitud y la incertidumbre.
“Es que no se puede planear nada –acota–. Porque no sabemos qué vacuna viene ni cuándo… Hay un montón de información… Primero, nos vacunemos, estemos todos sanos y recién entonces planeemos qué hacer de nuestras vidas. ¿Para qué decir algo sobre lo que no tenemos ni idea? En mi caso, mientras espero a ver qué pasa, voy haciendo temas. Tengo uno con el que te vas a reír mucho, vas a ver. Te vas a divertir. Sale el viernes (por el viernes pasado)”.
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¿Este viernes?
–No, no puedo matar el streaming. Lo saco el viernes después del streaming, te vas a cagar de risa.
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Se te oye vital y estás, tal como me confesaste, contento. ¿No tuviste temores durante la pandemia?
–Vos tenés que ir al diario, juntarte con gente… Yo no, yo me puedo quedar en casa. Y acá sólo estoy con el “Toto”, mi seguridad, y con Jorge, mi asistente… Pero los tengo bien lejos, eh. Y una vez a la semana viene el loco que arregla y limpia la pileta. Se va a la una, y a la una y media ya me meto y me quedo ahí hasta las siete. No tengo contacto con nadie. Con el “Carli” (Jiménez, su hijo) hablamos pared de por medio. “¡Carli! ¿Qué hacés?”. “Aquí estoy, viejo, tomando sol contra la pared”. Me dan ganas de tirarle un baldazo (risas). En la pileta hago todo, hasta camino alrededor de ella con pesas en las piernas. Doy 20 vueltas alrededor y me tiro al agua y empiezo a nadar. Cuando me voy de ahí, ando en bicicleta media hora, hago gimnasia con la cinta. ¿Sabés cuál es el problema mío?
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No.
–Cuando el tiempo no es favorable. A mí me da vida el sol. Soy un negro al que le gusta el sol. No salgo. A veces me gritan: “¡Mona! ¡Salí para una foto!”. Y no salgo. Se enojarán, me putearán, pero no puedo salir. Me tengo que cuidar, quiero seguir viviendo y seguir cantando. Yo tuve neumonía, no me queda otra. La única juntada fue el cumpleaños de la Nati (Jiménez, una de sus hijas). Nos fuimos los 12 de la familia allá donde tiene campo su marido, pasando Pekos.
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Otro dato fuerte de la pandemia: en su curso murieron Mario Pereyra y Diego Armando Maradona. ¿Cómo te pegaron esas pérdidas?
–Me pusieron muy triste. Con Mario fuimos amigos desde que él vino a Córdoba. Fui amigo de él y de su familia. Estela (esposa de Pereyra) ya salió del Cardiológico, gracias a Dios… Mario no pudo aguantar al Covid porque tenía problemas con el corazón. Y como yo tuve neumonía, estuve cagado, por supuesto.
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¿Les rendirás homenaje en el streaming?
–Quizás hagamos un minuto de silencio por los dos, pero no tengo claro qué puedo hacer.
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¿Recordás tus encuentros con Diego?
–Con Maradona tuve cuatro juntadas. Una vez, creo que fue la primera, estaba doña Tota, don Diego, sus hermanas y sus hermanos… No me acuerdo bien cómo fue la cosa, pero sí que conducía Mauro Viale y que yo tenía 38 años… Y otra vez fue cuando yo había grabado un tema que se llamaba Che Guevara (1998), que él conocía. Pidió para que me llevaran a mí y se lo cantara. Después nos encontramos en distintos restaurantes y nos saludamos. Ahora, que Diego me llamara por teléfono para salir, no, no tuve ese tipo de relación. Pero sí sentí su respeto, y yo el suyo. La última vez que lo vi veníamos de unas vacaciones en Bora Bora. En el avión se sentó adelante mío y viajaba con Giannina y varias amiguitas. Él estaba en primera con un seguridad, un entrenador y una chica que yo no conocía y tampoco sabía si estaba con él. En Bora Bora estuvo en el pueblo y nosotros, más en una casa en el mar.
¡SE FUE EL MÁS GRANDE DE TODOS!Hoy el cielo se tiñó de gris con la noticia más dura de todas, se nos fue el Diego en un año que ha sido difícil y complicado para todos. Es una tristeza inmensa para mí y con un gran dolor le mando mis condolencias a su familia.Q.E.P.D. Diego pic.twitter.com/e5HviXx3zw
— La Mona Jiménez (@cmjoficial) November 25, 2020
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¿Sólo se encontraron en el avión?
–Hubo una escala en Pascua, creo. Nos sentamos en el bar cuando volvíamos y charlamos casi media hora. Antes, en el complejo en el que estábamos, un argentino nos había dicho que él se hospedaba en el pueblo. Pero con la Juana (Delseri, exesposa) habíamos ido a descansar. Ya en el final del viaje subimos al avión, nos saludamos y cada uno durmió en su asiento. Mirá vos, a Diego le llevaba 10 años… Él murió a los 60 y yo voy por los 70 en enero. Si salgo de esta, me encantaría volver. Pero ya te dije: no puedo hacer planes, aun cuando me puedo sentir bien.
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¿Viste que Diego se entrevistó a sí mismo en “La noche del 10” y se preguntó por su propia muerte? ¿Qué le contestarías vos a “la Mona” sobre un mundo sin él?
–Que el cuarteto no va a morir nunca. Tal vez no se siga haciendo como yo lo hago, pero no va a morir nunca. En Córdoba hay 10 importantes industrias, y la del cuarteto está entre ellas. Laburan más de cinco mil personas en el cuarteto. El día que no esté la Mona todo continuará y, a lo mejor, habrá nuevos cantantes que sigan haciendo La pupera.
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Te llevo de nuevo al streaming. ¿Qué te produce cantar en un Sargento Cabral vacío?
–El Sargento Cabral es mi casa, antes que nada. Es el club que me abrió las puertas cuando me fui del Cuarteto de Oro y por los Cuatro Grandes del Cuarteto (La Leo, Carlos “Pueblo” Rolán, Berna y Cuarteto de Oro) se me cerraron las puertas de Alas, Sociedad Belgrano, Rieles, Argüello Juniors y Palermo. Me dijeron que no se va a notar que estará vacío. Habrá pantallas. Mis hijas querían ir, pero el “Carli” les dijo: “Por más que vayan, no van a ver nada, estará todo tapado”. El sábado habrá una prueba de sonido y veré cómo me siento.
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¿Seguís de cerca cómo va el ritmo de venta de entradas?
–No quiero ni preguntar porque yo estoy para divertirme, no para ponerme nervioso. Y necesito alegría para cantar… El lunes voy a hacer 26 temas y es por eso que le estoy dando mucho a la natación. Necesito oxígeno. Es que se paró el motor y hay que andarlo de a poco. Igual, estoy para dos horas. El “Carli” quería una hora y media, yo peleé por una hora y 45, y ahí cerramos.
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¿Vas a bucear por todas tus épocas?
–No me puse a buscar temas raros ni nada. Voy a hacer todos los éxitos, a la mierda… Vamos a los bifes para que la gente se divierta. Todos los hits: Federal, Marginal, Tinta China, Beso a Beso, El vino, Celosa… Nos hemos juntado una vez por semana durante cinco, y por tres horas. De cuatro a siete, ponele. Lo único: retoqué los temas para hacerlos más picantes.