“La mano de Dios”, en primera persona: una canción con una historia de película

Se han escrito muchas canciones para Diego Armando Maradona, pero no hay dudas de que la más popular y la que mayor identificación ha generado en el público y en el mismo crack es La mano de Dios, el tema que popularizó Rodrigo Bueno en medio de su explosión como artista de masas.

En la previa del cumpleaños número 60 del “10” y meses después de que este himno en clave de tunga tunga cumplió 20 años, este se convierte en un momento ideal para recrear la historia de cómo se compuso: para empezar, es oportuno aclarar que el tema no es autoría del “Potro”, algo que el gran público tal vez no conozca. Y, además, su creación está envuelta de un misticismo especial que podría funcionar como una película o una serie de Netflix.

El 29 de febrero de 2000 era un día como tantos en la vida de Alejandro Romero, hermano de Alejandra, quien por aquel entonces era nada menos que la pareja de Rodrigo Bueno. Así como Alejandra ya era cantante, su hermano había comenzado una incipiente carrera como compositor y ella era su mejor “jefa de prensa”, como él mismo lo reconoce. “Le cantaba o tarareaba mis canciones y cuando el ‘quía’ preguntaba, le hablaba de mí. Así empezó a gestarse el interés por mi parte autoral”, introduce Alejandro, y recuerda que ese día especial de un año bisiesto “el Potro” lo llamó para pedirle que compusiera un tema para su próximo disco, sucesor del exitoso A 2000

Antes de continuar con el relato, Romero hace una pausa y propone un flashback clave en el desenlace de la historia: “Un tiempo antes del llamado, tuve un sueño en el que a mí me pasaba algo, me lo encontraba a Rodrigo y él me ayudaba. Al final, me daba besos en el cachete, en la frente y hasta me ‘comía’ medio labio. Él era medio besuquero, ¿viste? Ahí me desperté y la llamé a mi hermana para contarle. Lo loco es que justo Rodrigo estaba escuchando y me empezó a gastar. Yo me moría de vergüenza porque no teníamos mucha confianza”.

Creer o reventarEn un primer momento, Romero no se sintió seducido por la propuesta de una estrella que todavía estaba en ascenso. “Yo era de otro palo y me gustaba escribir más baladas, no conocía mucho de cuarteto. Le conté a un amigo y me metió muchas fichas, la verdad es que no había tomado mucha dimensión del fenómeno. Corté con mi amigo y empecé el viaje, porque así fue como lo viví”, rememora.

Lo concreto es que ese ofrecimiento terminó poniendo al compositor en una encrucijada. Aunque no tenía el apuro de entregar el trabajo en lo inmediato, se dio cuenta de que no encontraba inspiración y ese sentimiento se convirtió en una angustia muy profunda. “Empezaron a aflorar todos mis mambos: tenía 24 años, sin laburo ni oportunidades con la música, vivía con mi vieja, hacía mucho que no componía. Hasta que empecé a dudar sobre si me tenía que dedicar a esto. De hecho, en ese instante tomé la decisión de dejar la música: tiré la guitarra y me puse a llorar”, cuenta.

Entonces entró en juego lo que el autor reconoce como una “conexión con la divinidad”. “Aunque nunca fui muy religioso, ahí se me da por empezar una charla con Dios en la que le ruego que me diera una señal. Le pedí que me diera una mano; lo cuento y lo recuerdo como si fuera hoy, es emocionante. Ahí empecé a escribir algo que en ese momento para mí no tenía sentido: ‘En una villa nació, fue deseo de Dios, crecer y sobrevivir, enfrentar la adversidad, con afán de ganarse a cada paso la vida’”, relata, recordando la primera estrofa de la canción.

Según detalla, el resto de la letra salió toda de corrido, en segundos. “Lo más loco es que no había estado pensando en Maradona ni en nada parecido. Si yo hubiera tenido conciencia de que era para Diego, ni me hubiera animado”, reconoce, y agrega que a las pocas horas llamó a Rodrigo para contarle que tenía la canción. “Lo acompañé a la recordada grabación del show que hizo en el Canal de Música y después, mientras se bañaba, antes de irse con mi hermana para Brasil me dice que lea una nota que le habían hecho en la revista Gente en la que decía que estaba componiendo una canción para Maradona. Cuando sale y me pide que le cante mi canción, me negué rotundamente. Si él ya tenía una, no había forma”. 

Modo profecíaTras la insistencia de su hermana, sacó el papelito que tenía en el bolsillo, agarró la guitarra y comenzó a cantar. “Antes de que terminara la primera estrofa, me pidió que empezara de nuevo. Y así cuatro o cinco veces. Cuando por fin llego al estribillo, sale del baño empapado en lágrimas y me besa como en el sueño. Cuando la terminé de cantar, me tiró cual profeta: ‘Esta es la mejor canción para Maradona, la van a cantar todos, esto te va a abrir puertas, lo vas a conocer a Diego. Eso sí, me cagaste. Este va a ser mi último éxito’. Y agarra la hoja y le pone Inri. Así la registré en Sadaic días después: Inri, La mano de Dios. Y pasó todo lo que me había dicho”.

Después vino la gloria: comenzó a formar parte de la banda de Rodrigo y vivió los últimos meses del cantante en medio del furor. “Cuando era pibe yo tenía un sueño recurrente por mucho tiempo en el que yo escribía un tema que era éxito y lo cantaba el artista más importante de la Argentina. Cuando él me la pidió, yo no lo identifiqué así, aunque terminó siendo así. En la tercera noche del Luna Park, la cosa con el tema ya era seria: estaban las hijas de Diego, habían hecho un video. La imagen que yo tenía del sueño era de alguien cantando de espaldas con una luz que le daba de frente y eso mismo es lo que pasó esa noche. Cerró todo”, cuenta con profunda emoción.

A pesar de que reconoce a Rodrigo como un ser “muy luminoso”, también admite que tuvo charlas profundas con “el Potro”, en las que hablaba mucho de la muerte. “Una vez, después de uno de los Luna Park, me aseguró que se iba a morir. ‘Arriba del escenario, me pegan un tiro, me accidento con la camioneta’, me decía. Estaba afectado por el mito de los 27 y todo lo que se generaba alrededor de su figura”.  

Encuentro con D10SFinalmente, en abril de 2001, cuando el tema se había convertido en un verdadero himno aunque “el Potro” nunca lo pudo grabar oficialmente, Romero pudo cantarle la canción al propio Maradona en su casa, en el cumpleaños de Dalma. “Me invitó Claudia. De hecho, cuando apareció Diego, yo estaba tomando mates con ella y él preguntón quién era yo. Después canté algunos temas y él mismo me pidió que le cantara su tema. Luego fui a verlo a Cuba y hasta lo grabó conmigo para una acción solidaria en la que lo cantó en primera persona. Lo siente como propio”, expresa.

Hoy, Romero es un respetado compositor que ha escrito temas para Karina, para Jorge Rojas, para El Polaco y hasta para algunos cantantes del exterior. Hace algunos años trabaja con Ángela Leiva como autor y productor. Pero desde ese 29 de febrero supo que su suerte estaba echada. “Hace 20 años que sigo por el camino de la música gracias a esa mano que se me tendió esa tarde”, cierra.

Alejandro Romero con Rodrigo, una relación de pocos meses pero intensa. Foto: gentileza Alejandro Romero.
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Alejandro Romero junto a Diego y su entorno, la primera vez que le cantó el tema en el cumple de Dalma. Foto: gentileza Alejandro Romero.
Alejandro Romero junto a Diego, la primera vez que le cantó el tema en el cumple de Dalma. Foto: gentileza Alejandro Romero.
Alejandro Romero con Rodrigo, una relación de pocos meses pero intensa. Foto: gentileza Alejandro Romero.
Alejandro Romero junto a Diego y su entorno, la primera vez que le cantó el tema en el cumple de Dalma. Foto: gentileza Alejandro Romero.