Dante Spinetta: Hay raperos mejores, ahora voy por la corona del funk latino
En la antesala de lo que será su primer show por streaming junto a su banda, a Dante Spinetta se lo nota muy entusiasmado. Hablar de música lo ceba, para usar un término de las nuevas generaciones. Sumado al reencuentro con sus compañeros después de muchos meses y las nuevas canciones que estuvo componiendo durante la cuarentena, lo ponen en un estado de éxtasis total.
“Tengo los nervios de tocar después de tanto tiempo y va a ser raro no tener la gente ahí, pero lo que es muy groso es que nos va a poder seguir gente de todo el mundo. Me voy a conectar a la distancia con el público como los X-Men”, introduce con su habitual estilo descontracturado hablando sobre el concierto que brindará este viernes a las 21 desde el Movistar Arena y se podrá ver a través de la plataforma movistararena.com.ar y con entradas en venta a través de livepass.com.ar.
En junio pasado, Dante publicó las Niguiri Sessions, una presentación junto a su banda grabrada en un bar en plan “funky sushi music” con una calidad impactante de imagen y sobre todo de audio. Ahora la idea es recrear un poco ese espíritu, aunque claro, la vara quedó muy alta. “Es cierto lo que decís, porque quedó muy zarpado. Ahora será la misma monada. Llevamos todo el mismo equipo de sonido y gran parte de la banda será la misma. Van a faltar Mati Rada y Julieta que están en Uruguay, pero los van a reemplazar Rama, que es un violerazo, y una cantante invitada que prefiero que sea sorpresa”, introduce.
“También vamos a tocar canciones que estuve sacando en estos meses de mi primer disco Elevado que ahora se subió a Spotify. La banda está sonando de puta madre, fue un flash volver a juntarnos todos con barbijos, el lisoform, las mierdas esas. Llegamos todos re on fire”, resume Dante con un toque de humor sobre los protocolos que los músicos tienen que cumplir en esta nueva normalidad.
A propósito de la pandemia, una de las consultas obligadas tiene que ver con si esta situación había despertado el espíritu compositivo. “Sí, estoy empezando a grabar lo nuevo. La verdad es que volví a conectar muy groso con la música. Si me sale lo que estoy planeando creo que se viene mi mejor álbum, lo digo sinceramente. La idea de valorar mucho más la posibilidad de que a la gente le pasen cosas con mi música o el hecho de juntarse a tocar que ahora no estuvo, me hizo cambiar la perspectiva y estuve más agresivo que nunca componiendo. También después de verme en ese plan de las Niguiri Sessions que es lo que más me gusta, donde mezclo el funk con lo urbano y sobre todo donde hay monada tocando. Ahí es donde siento que soy yo. Y voy a mantener eso”.
-Salió el disco de Nathy Peluso, a quien ciertos sectores acusan de apropiación cultural por su forma de cantar y su postura. En su momento les pasó algo parecido con IKV. ¿Qué pensás?
-Nathy Peluso es argentina y latina. Siendo latino sos parte del hip hop. El origen del hip hop como movida es afroamericano y latino. Eso es historia. La apropiación cultural es otra cosa. Sino el rock sería apropiación cultural, todo podría serlo. ¿Y comer sushi entonces? Esas son pelotudeces. Entiendo que hay cosas que pueden estar forzadas, aunque no me parece que lo de Nathy tenga ese tinte. Es una persona que vivió eso y transpira eso. Y tiene alto flow. Con los Kuryaki éramos una banda mestiza, siempre fuimos de mezclar. El aval nos lo dio la propia movida, cuando estábamos tocando en el Central Park y la comunidad afroamericana nos decía ‘respect’ o Butsy Collins nos invitó a su casa nos dijo ‘sigan así’ y nos regaló sus pedales de bajo. ¿Por qué yo empecé a hacer rap siendo un pibe de Argentina y siendo el hijo del rock? Porque la movida me eligió a mí. Es así. En nuestra época no se hablaba de apropiación cultural pero nos decían que hacíamos música yanqui. ¿Y el rock de dónde es? ¡Es inglés! Igual algo importante es que los latinos no somos ‘blancos’, es otra historia cultural. La música va más allá de todos esos límites porque no salió de la segregación. Viene del amor, de la conexión. La cultura y la música unen a la gente y están por encima de todas esas cosas.
-Ustedes fueron punta de lanza con IKV. ¿Qué sentís ahora con este presente tan explosivo del rap en Argentina? -Me pone muy orgulloso que la movida urbana esté en este momento en Argentina. Cuando arrancamos había gente que me decía que esto era una moda e iba a durar dos años, yo me le cagaba de risa en la jeta. Todo lo que hice por la movida desde el programa de radio, las canciones, los discos, son parte de la historia de la música urbana latinoamericana y eso me da mucha satisfacción. Raperos que hoy son mega estrellas mundiales te digan ‘yo arranqué con vos’. Es muy loco. Y me acuerdo estar tirados en el pasto con Ema (Horvilleur) pensando y nuestro objetivo era comprarnos una bicicleta o una zapatillas. De ese momento a todo lo que viví, como estar en Nueva York en 1995 y que pasen unos puertorriqueños escuchando Abarajame en un auto. O estar tocando un festival con Rubén Blades o mezclando la cumbia con el hip hop con Damas Gratis. Y lo que sigue pasando. Todo eso es parte de un disfrute que va más allá de vender discos, sumar seguidores o los premios. Es un amor muy grande. Eso es lo que valoro más que nunca. Y mi próximo disco va a ser re picante. Ya sé que hay otros raperos mejores, ahora voy por la corona del funk latino. Más funkero que yo, no hay. Ese es mi lugar y voy por esa.
-Vos te acoplaste muy bien a la nueva generación de artistas, además es toda una camada que viene con otro chip con respecto a esto que hablamos. ¿Cómo la ves?-Hay artistas que me gustan mucho y con los cuales he participado como Duki, Neo Pistea, con quien gané un Gardel el otro día. También Nicki Nicole, Cazzu, Wos, que traen su sello y sus estilos. Me llevo bien con muchos de ellos porque son más abiertos: antes o eras rapero o era rockero. Yo era de los dos y muchas veces lidiaba contra esos prejuicios. Estos artistas son más libres, incluso algunos creo que van a ir mutando de la música que están haciendo porque están en nuevas búsquedas. Y yo me identifico porque también soy así, siempre buscando la conquista de nuevos planetas. Imaginate un festival como el Lollapalooza o tantos otros en los 90… Metallica y Rosalía en un mismo día, era imposible. Habría muertos (risas). Nosotros con IKV en algún momento tuvimos que meter nuestra barrabrava porque una parte del público se ponía re violenta cuando entraban pibes raperos. Muchos de esos ahora te dicen ‘cómo se la bancaban ustedes’. En Argentina muchas veces cuesta aceptar las nuevas movidas. Hoy el público está más abierto a disfrutar y a conectarse sin tanto prejuicio. Yo siempre creí en eso porque tuve la posibilidad de viajar, de conocer diferentes culturas y de venir de una casa donde podía escuchar lo que quería. Mamar el rock argentino pero abrirme a otras cosas también. El arte es eso. Muchas veces nos ponemos límites políticos cuando la cultura no tiene esa forma.
-Un abanderado del desprejuicio sin dudas fue tu viejo. Ahora se cumplen 40 años de Alma de diamante, un disco de ruptura también. ¿Qué podés decir al respecto?
-Es un discazo. La foto de la tapa la hizo mi vieja, con una revelación casera que hacía ella. Tengo algunas imágenes, tenía cuatro años. Es uno de mis discos favoritos de todas formas. Volviendo a lo anterior, es como decir que Pescado Rabioso es apropiación cultural. Imaginate. Es arte. Y son tan buenos como fuckin’ Deep Purple o Led Zeppelin. O mejores. Y no lo digo porque sea mi viejo. El vuelo de la música con la poesía… En el hip hop pasa la misma mierda.
-Y terminaron unidos el hip hop y Pescado en el sample de Eminem…
-Tal cual, re loco. El productor The Alchemist es uno de mis favoritos. Siempre ha tirado unos beats que representan la calle, la oscuridad. Y encima me enteré que contó que consiguió el disco acá. Dice que cuando vino a tocar con Eminem se llevó el disco de Pescado. Las cosas que pasan a través de la música son infinitas. Durante la pandemia tomé mucha conciencia de eso.