Gustavo Santaolalla versus Charly García, el inesperado cruce que disparó el documental “Rompan todo”
La serie documental
Rompan Todo
ha dividido aguas entre amantes del rock latinoamericano, a juzgar por la interacción que se ha producido en redes sociales.
Sobre todo en Twitter, unos valoran el modo con que la realización de Netflix sintetiza un historia de más de 50 años, amalgamando circunstancias sociohistóricas con jóvenes impulsos de rebelión artística, mientras que otros la consideran producto de un recorte muy enfocado en la visión de Gustavo Santaolalla, uno de sus impulsores.
Entre esos dos extremos se mueve la agitada conversación social con respecto a Rompan Todo.
Sin embargo, hubo un intercambio entre gigantes que crispó especialmente al sector crítico: Santaolalla admite haberse sentido decepcionado cuando, tras años de exilio y de consolidar en Los Ángeles una formación new wave como Wet Picnic (reaccionando incluso con su propio pasado de new ager dogmático), se encontró con Charly García despreciando las “nuevas olas” y jactándose ser “parte del mar” al frente de Serú Girán.
“Serú Girán tenía una canción que decía: ‘¿te acordás de Elvis cuando movía la pelvis?’, donde hacía alusión al new wave de una manera que a mí me fastidió muchísimo, porque mientras Charly García decía ‘mientras los demás miran las nuevas olas, yo ya soy parte del mar’. Yo decía que es una pesadilla. De pronto el rock se había convertido también en un establishment”, fue el textual del Rey Midas del rock regional y ganador de dos Oscar.
Tras eso, los fundamentalistas del comandante Say No More descargaron munición gruesa. Tan gruesa fue, que el exmiembro de Arco Iris e impulsor de Bajofondo tuvo que fundamentar ese testimonio.
Testimonio, claro, al que había que oponerle un contexto y que exigía salirse de la lógica “sícharlysta” o del acto reflejo de defender a García (de inmediato y ante cualquier circunstancia) sin que medie ningún análisis de situación.
“Considero a Charly García un amigo del alma. Alguien a quien conozco de muy chico y con el que me une una amistad hermosa que hemos mantenido a través de los años”, dijo Santaolalla en un posteo reciente.
“Cuando allá por 1981 regresé brevemente a Argentina para grabar mi primer álbum solista, venía de Los Ángeles, de haber tocado en Wet Picnic (banda que teníamos con Aníbal Kerpel) y Los Plugz (banda chicana seminal en la escena punk de LA). Luego de llegar a USA en 1978 y haberme encontrado con una escena musical para mi gusto aberrante, representada por grupos como Boston, Styx , Kansas o Journey (rock corporativo en su máxima expresión) me sentí perdido y decepcionado”, añadió, e inmediatamente recordó que había quedado muy atrás aquel rock que se enfrentaba al sistema, “ese que l@s jóvenes del mundo habían abrazado como herramienta para expresar su insatisfacción con los abusos de poder, la injusticia, etcétera”.
“Aquel rock por el cual en mi país nos metían pres@s, nos allanaban recitales, nos amenazaban y nos perseguían –especificó-. Afortunadamente ese año también, los Sex Pistols pasaron por USA dejando un reguero de pólvora que en conjunción con el trabajo de los Ramones y otros tantos (en USA y en Inglaterra), terminó de proclamar oficialmente la llegada de una tan deseada e imprescindible reformulación del estancadísimo rock de ese entonces. ¡¡¡Bienvenido el Punk y la New Wave!!!”.
“Aníbal (Kerpel) y un servidor sentimos ese llamado. Aparte de cortarnos el pelo y agregarle algún color, nos zambullimos en un movimiento y música nuevamente transgresores, que entre uno de sus discursos contaba con la crítica al status quo del rock que en ese momento se escuchaba. Aunque hoy sea difícil de creer, cuando Aníbal y yo ‘cambiamos’, no se pueden imaginar cuánta gente del rock que antes nos seguía o conocía dijo: ‘¿Qué les pasó?’. El rock, aparte de haber sufrido de misoginitis aguda por mucho tiempo, ha sabido ser bastante conservador”, se explayó.
Y luego fue al nudo de la discusión: “Es en ese contexto, que alguien a quien yo consideraba y considero de lo más grande que nuestra música y movimiento han dado, se manifestara en una canción diciendo: ‘Mientras los demás miran las nuevas olas yo ya soy parte del mar”, me chocó. Simplemente eso. Me chocó”.
“Siempre pensé que Charly era alguien que el público miraba y escuchaba con suma atención –reveló-. Y que de alguna manera reducir la importancia de algo nuevo, tan poderoso y necesario para nuestro movimiento, no era una impronta que condecía con él y lo que siempre había representado”.
“¿Cómo terminó esa historia?”, se (nos) preguntó Santaolalla en la resolución de su posteo. Y se (nos) contestó: “Charly vino a la grabación de mi disco, hablamos, nos dimos cuenta que ni lo de su letra era tan grave ni mi molestia tan importante. Escuchamos varios temas, nos abrazamos como se podía en esos tiempos y ya. Se acabó. Hay cosas que no se rompen”.
“Años después regresé a Argentina para hacer De Ushuaia a La Quiaca con mi hermano León Gieco. En ese viaje me encontré nuevamente con Charly cuando me invitó a su grabación de Piano Bar. Allí me vi con él y también con Fito, con Alfredito Toth y Pablo Guyot. Escuché esos temas maravillosos que estaban grabando y pasamos nuevamente un momento hermoso. En esta historia que comenzamos a escribir hace 50 años y que aún seguimos haciendo, hemos jugado muchos partidos”, reveló .
“A veces en los partidos hay puteadas: ‘Eh,¿no ves que no la pasás?’; ‘¡¡¡Bajá, te dije que bajés!!!’; ‘¡¡Dale, morfón!!’. Son eso, nada más, puteadas en medio de un partido. Después, al vestuario a abrazarnos y a estar listos para jugar juntos de nuevo. Amo y admiro profundamente a Charly. Es un amigo del alma con el cual hemos vivido momentos mágicos e inolvidables. Muchachos, muchachas y muchaches, estaría bueno que lo sepan, lo entiendan, y por favor, no rompan más”, finalizó Santaolalla.