Cavagliatto sigue: cuando hacer las cosas bien aleja hasta a los rivales
A veces, el mejor termómetro de una gestión no está en los aplausos. Está en los silencios. Y esta vez, el silencio es elocuente: este lunes vence el plazo para presentar listas y nadie –nadie– se anotó para enfrentar a Juan Manuel Cavagliatto. Porque, ¿quién quiere ir a una pelea que ya está perdida antes de empezar?
El presidente de Instituto, que asumió con la idea de no soltarle nunca la mano al club –como le prometió a su abuelo cuando apenas era un pibe más en la tribuna–, seguirá al frente por un nuevo período. Y no porque no haya política, o porque no haya pasiones cruzadas, sino porque el trabajo está a la vista. Y convencer a la gente de cambiar lo que funciona es una tarea para valientes… o para distraídos.
Cavagliatto convirtió la palabra “gestión” en algo concreto. Bajo su conducción, Instituto volvió a ser de Primera, tanto en fútbol como en básquet. En la Liga Profesional se sostiene y compite. En la Liga Nacional de básquet fue subcampeón. Las obras no son promesas: están ahí, con cemento fresco, con canchas nuevas y con chicos que visten la albirroja con el orgullo que sólo se contagia cuando hay pertenencia.
El colegio crece. El predio de La Agustina se renueva. Y la masa societaria, después de años de caídas y de ausencias, empieza a recuperar su mejor versión. La campaña no necesitó carteles: la hizo el club, con hechos.
“Si Dios quiere, me voy a presentar de candidato de nuevo”, dijo Cavagliatto días atrás en La Voz en Vivo. Lo dijo con la humildad de quien sabe que el sillón no se hereda: se merece. Y su deseo se concretará, aunque la palabra “elección” se haya vuelto apenas una formalidad.
El 24 de agosto, en la sede del club, se llevará a cabo la Asamblea General Ordinaria. Allí, como marcan los estatutos, se proclamará la continuidad de Cavagliatto y de la Comisión Directiva para el período 2025–2029. También se renovarán los órganos internos del club: Junta Representativa, Comisión Revisora de Cuentas y Tribunal de Convivencia. Habrá presencialidad y opción virtual, para quienes viven lejos pero no quieren estar ausentes.
Nadie quiere competirle. No porque no puedan. Sino porque saben que, hoy, Instituto tiene algo que pocas veces tuvo en su historia: rumbo. Y alguien que lo sostiene, sin estridencias, sin prometer el cielo, pero con la tranquilidad de quien sabe que cumplir también es una forma de querer.
Juan Manuel Cavagliatto sigue. Y no porque se haya aferrado al cargo. Sigue porque la gente –y la historia– se lo pidió.
A veces, el mejor termómetro de una gestión no está en los aplausos. Está en los silencios. Y esta vez, el silencio es elocuente: este lunes vence el plazo para presentar listas y nadie –nadie– se anotó para enfrentar a Juan Manuel Cavagliatto. Porque, ¿quién quiere ir a una pelea que ya está perdida antes de empezar?El presidente de Instituto, que asumió con la idea de no soltarle nunca la mano al club –como le prometió a su abuelo cuando apenas era un pibe más en la tribuna–, seguirá al frente por un nuevo período. Y no porque no haya política, o porque no haya pasiones cruzadas, sino porque el trabajo está a la vista. Y convencer a la gente de cambiar lo que funciona es una tarea para valientes… o para distraídos.Cavagliatto convirtió la palabra “gestión” en algo concreto. Bajo su conducción, Instituto volvió a ser de Primera, tanto en fútbol como en básquet. En la Liga Profesional se sostiene y compite. En la Liga Nacional de básquet fue subcampeón. Las obras no son promesas: están ahí, con cemento fresco, con canchas nuevas y con chicos que visten la albirroja con el orgullo que sólo se contagia cuando hay pertenencia.El colegio crece. El predio de La Agustina se renueva. Y la masa societaria, después de años de caídas y de ausencias, empieza a recuperar su mejor versión. La campaña no necesitó carteles: la hizo el club, con hechos.“Si Dios quiere, me voy a presentar de candidato de nuevo”, dijo Cavagliatto días atrás en La Voz en Vivo. Lo dijo con la humildad de quien sabe que el sillón no se hereda: se merece. Y su deseo se concretará, aunque la palabra “elección” se haya vuelto apenas una formalidad.El 24 de agosto, en la sede del club, se llevará a cabo la Asamblea General Ordinaria. Allí, como marcan los estatutos, se proclamará la continuidad de Cavagliatto y de la Comisión Directiva para el período 2025–2029. También se renovarán los órganos internos del club: Junta Representativa, Comisión Revisora de Cuentas y Tribunal de Convivencia. Habrá presencialidad y opción virtual, para quienes viven lejos pero no quieren estar ausentes.Nadie quiere competirle. No porque no puedan. Sino porque saben que, hoy, Instituto tiene algo que pocas veces tuvo en su historia: rumbo. Y alguien que lo sostiene, sin estridencias, sin prometer el cielo, pero con la tranquilidad de quien sabe que cumplir también es una forma de querer.Juan Manuel Cavagliatto sigue. Y no porque se haya aferrado al cargo. Sigue porque la gente –y la historia– se lo pidió. La Voz
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