La vieja urgencia del debate de todo el sistema impositivo argentino

Una de las tantas singularidades argentinas es la de discutir por décadas problemas que a la postre envejecen, al punto de que ya son casi irrelevantes cuando se les encuentra una solución. El problema impositivo argentino, enunciado y discutido por todos los gobiernos que se han sucedido desde 1983, es, en ese contexto, casi como una tragedia griega, representada por entusiastas aficionados capaces de convertir el drama en comedia.

Cuando al fin la Cámara Baja nacional comienza a discutir la cuestión de las retenciones –bienvenida sea–, la multiplicidad de proyectos en danza sobre la cuestión podría indicar que nuestros legisladores atesoran un importante saber acumulado sobre tan trascendente asunto. O que les está costando entenderlo.

Es justo aportar que el contexto no es el más favorable, dado que lo de las retenciones parece ser la parte visible de un enorme iceberg contra el que se han estrellado demasiados gobiernos, unos por no querer y otros por no poder.

Pero el tema que a partir del debate por la 125 partió aguas va más allá de los intereses sectoriales y supera ampliamente los reclamos de los productores agrícolas, para impactar de lleno en la crónica falta de un proyecto de país. Y sirve para recordar que por estas latitudes siempre se está eligiendo entre lo urgente y lo necesario.

Las urgencias de todos los gobiernos han convertido el sistema tributario nacional en un festival del sinsentido, en el que los diferentes gravámenes se crean de la noche a la mañana por razones de necesidad y urgencia y se implementan con la convicción de una transitoriedad que será definitiva. El derroche de imaginación de desesperados ministros de economía ha creado verdaderas pirámides impositivas en las que lo ya gravado se vuelve a gravar, al solo efecto de destruir cualquier vocación productiva y estimulando el deporte de la evasión, que entre nosotros tiene demasiados adeptos.

Por cierto, esta desesperada voracidad fiscal es acompañada con gran entusiasmo por gobiernos provinciales y municipales que encuentran en ese contexto el campo propicio para colar tasas y gabelas, tratando al contribuyente como una presa de caza. Y todos cazan en el zoológico.

Es por ello que, si bien la discusión sobre las retenciones debe ser dada de una vez, no debería olvidarse que no se trata ya de una cuestión puntual, sino de un asunto sistémico: nuestra urgencia más vieja es la discusión de todo el sistema impositivo argentino, uno de los más complejos y gravosos del mundo. Claro que para ello vendría bien definir hacia dónde vamos y cómo lo hacemos.

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