Comentario de Bambi, una vida en el bosque: el rey mendaz
“Solo otra vez, su vocecita le dirá que no pierda la esperanza”. La voz en off de una mujer afirma que es eso lo que Bambi siente y piensa. Luego, añade: “Bambi tiene mucha fuerza en su interior”. Si esto es verdad, es probable que su familia de cérvidos sea habitué de los típicos workshops sobre el conocimiento interior dictados en California.
¿Quién iba a decirlo? Los Odocoileus virginianus son proclives a la espiritualidad.
Sobre estas licencias simbólicas, poco inocentes pero habituales en la retórica cinematográfica destinadas a la población infantil, Bambi, una aventura en el bosque erige su relato, que comienza con el nacimiento del protagonista de cuatro patas hasta alcanzar su paso a la autonomía, momento en el cual estará listo para convertirse en “el rey del bosque”.
He aquí otra fantasía jerárquica y monárquica que no suele faltar cuando se describe la vida animal. El narcisismo del Homo sapiens no tiene límites, tampoco su falsa modestia. Michel Fessler (el director) se encarga de plasmar la culpa infaltable: los hombres son crueles, fabrican trampas y enjaulan.
En el cine contemporáneo, no siempre es seguro que el animal que se ve exista. El tigre de Una aventura extraordinaria, la ballena de Náufrago o los dinosaurios de Parque Jurásico son criaturas digitales. En pantalla, lucen reales. En este caso, es posible que todos los animales de la película sean reales, pero sus conductas se falsifican gracias al montaje y la voz en off.
Hay un cuervo al que se le adjudica el rol de ángel guardián. En la continuidad del montaje, sus actos parecen corresponderse con la lógica del relato. Que se trate siempre del mismo cuervo, o del mismo ciervo, conejo o mapache, es dudoso. Por otra parte, cuando hay persecuciones, los que persiguen y los que escapan nunca están en el mismo espacio-tiempo. El montaje los reúne y dota de una intencionalidad inexistente a los actos de las creaturas.
El truco del montaje es viejo. El famoso texto de André Bazin titulado “Montaje prohibido” es todavía elocuente al señalar el misterio que anida cuando un animal y una persona coexisten en un mismo plano. La escena del león con Chaplin en El circo adquiere su fuerza retórica del hecho de que los dos están en el mismo espacio-tiempo.
Esta conjunción es la que acá falta. Por eso, cuando alguien se aventura a filmar animales sin tratarlos como marionetas debe aceptar el rigor implicado en la puesta en escena. Es exactamente lo contrario a lo que sucede en este nuevo intento de transposición del cuento de título homónimo de Felix Salten. La música omnipresente e impersonal indica sin ambigüedad qué debe sentirse en cada secuencia.
Si falta la música, está la voz, si ambas son insuficientes, el montaje salvará todo. Bambi no puede ser otra cosa que un imaginario héroe infantil con un destino que cumplir. En los bosques, el rey se llama Bambi.
Para ver Bambi, una aventura en el bosque
Bambi, L’histoire d’une vie dans les bois, Francia/2023. Dirección: Michel Fessler. Guion: Michel Fessler, Laurence Buchmann, Tristan L’Hermite. Fotografía: Daniel Meyer. Música: Laurent Perez del Mar. Edición: Laurence Buchmann. Con la voz de: Mylène Farmer. Duración: 80 minutos. Calificación: apta para todo público. Distribuidora: Magnífico Films.