Bruno Fiorelli: El caso de mala praxis contra mi mamá es histórico

“Cuando entré a terapia intensiva por primera vez, me quedé paralizado. Cinco minutos completamente quieto”. Bruno tenía 15 años cuando su papá lo despertó un 11 de octubre a la madrugada para avisarle que ese día no iba a ir a la escuela. “Pasó algo con mamá; más tarde vamos a ir al hospital”, le dijo Luciano.

Horas más tarde, Bruno tuvo un momento a solas con su mamá. Recuerda que le dijo unas palabras. El día anterior por la tarde se habían despedido en la puerta del quirófano.

Por estos días, la Justicia intentó determinar qué ocurrió para que Valeria Reinoso saliera consciente de la cirugía que se le practicó en el Hospital Privado, de la ciudad de Córdoba, y a las pocas horas sufriera una depresión respiratoria e hipoxia que le provocaron un daño cerebral irreversible.

Los alegatos de la representación de la familia apuntaron a que Reinoso sufrió una intoxicación de opiáceos causado por el mal manejo de personal hospitalario. El diagnóstico de Valeria llevó varias semanas, con consultas al Instituto Fleni, de Buenos Aires, especializado en neurología.

Para un adolescente de 15 años, no fue fácil vivir esa experiencia, por lo que el apoyo de su familia y amigos y la ayuda de su psicóloga fueron indispensables en el proceso. “Fue importante salir de ese pozo negro, pero el duelo sigue. Una parte de ella está, pero la imagen que uno tenía, ya no”, contó a La Voz.

Valeria está en estado vegetativo con asistencia de enfermería las 24 horas del día los 365 días del año. Periódicamente tiene sesiones de rehabilitación con especialistas en fonoaudiología y kinesiología. El living de la casa familiar en barrio Colinas de Vélez Sársfield es lo más parecido a una sala de internación de un hospital.

Por primera vez Bruno se animó a hablar públicamente de sus emociones sobre cómo transita un familiar esta situación clínica irreversible. “El primer año y medio estaba completamente enojado, quería irme de casa, me aislaba de la situación y me costaba verla. Con el paso del tiempo me involucré más y como familia nos aferramos a un transitar desde algo más espiritual, muy propio de ella, y habilitando un proceso de sanación paulatino”, expresó.

Bruno recordó que vivió un proceso de maduración muy precipitado y que a esa edad esperaba vivir sus próximos años de otra manera. Sin embargo, junto a su familia iniciaron un proceso de búsqueda de respuestas y algo más cercano al activismo para pedir justicia por Valeria y hablar de la importancia de la seguridad de los pacientes.

Ley Nicolás

Su papá Luciano forma parte de “Por la vida y la salud”, una organización sin fines de lucro de víctimas y familiares de mala praxis médica. Por estos días, junto con otras asociaciones impulsan la sanción de la ley de Calidad y Seguridad Sanitaria, que ya cuenta con media sanción de Diputados.

También conocida como Ley Nicolás –por Nicolás Deanna, un joven de 24 años que murió en 2017 tras un diagnóstico médico errado–, tiene como finalidad mejorar la atención de las y los pacientes, las condiciones de trabajo de los profesionales de la salud y reducir los eventos médicos inesperados durante la atención.

Además prevé la creación del Registro Único de Eventos Centinela, para la “investigación de las causas que produjeron los incidentes de seguridad, eventos adversos y eventos centinela”, bajo un criterio “no punitivo, pero con la consecuente adopción de medidas que eviten su repetición y garanticen el aprendizaje”.

Finalmente, propone la apertura de un Registro Unificado de Sanciones e Inhabilitaciones, para terminar con la modalidad de médicos que tienen la matrícula suspendida en una provincia y se mudan a otra para seguir ejerciendo.

No darse por vencido

Hoy Bruno tiene 21 años y entiende que “la vida no es sólo un evento de mala praxis”. “Sí es un duelo de todos los días, pero desde un principio supe que la vida continúa y que no podíamos convertir la vida en esto. Sí nos transformó, nos muestra la vida desde otra perspectiva, pero es importante descubrir y hacer cosas nuevas”, reflexionó.

¿Cómo es Valeria?, le preguntamos. “Vale es un mujerón, la más hermosa que existe en el planeta. Mamá es muy fuerte; siempre lo fue. Le tocó pasar por muchas cosas y la tengo presente con esa actitud de resistencia por encontrar su identidad. Una persona muy cálida y resiliente”, respondió Bruno. Y agregó: “Le sigo contando mis cosas”.

Sus días transcurren como estudiante en el ámbito artístico. “Encontré el estimulo para mi vida en el teatro, el canto, el dibujo, espacios donde se alimenta la creatividad y permite mover el cuerpo y transpirar los pensamientos”, contó.

Una sentencia histórica

La Cámara Novena del Crimen absolvió a tres imputados en lo penal y condenó civilmente al Hospital Privado por el caso de mala praxis de Valeria Reinoso (40), quien quedó postrada en estado vegetativo tras una cirugía estética realizada en 2018.

Los jueces resolvieron que la clínica pague $ 175,5 millones por lucro cesante, incapacidad y daño moral, monto que deberá actualizarse con intereses a la fecha y abonarse a los 10 días de que la sentencia quede firme.

El pedido de la defensa había sido de dos años de prisión condicional y tres años de inhabilitación para el anestesista Aníbal Olivazzi. Y que la enfermera Yanina Monier fuese condenada a un año y ocho meses de prisión condicional y dos años de inhabilitación. Para el tercer acusado, el anestesista residente Luis Richetta, se había solicitado la absolución durante el juicio.

“Yo elijo no quedarme con la sentencia. Fue un proceso de lucha inmenso. Creo que el caso de mi mamá es ejemplar para el sistema de salud de la provincia de Córdoba y considero que algo va a cambiar. Los mismos abogados del hospital fueron llevados por primera vez a un juicio penal”, argumentó Bruno.

La familia de Reinoso siempre sostuvo que sufrió un abandono por parte de las autoridades del centro de salud. “Incluso Olivazzi nos denunció por hostigamiento cuando hicimos una convocatoria el año pasado”.

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